El jugador del cuadro de los Gigantes de Carolina, Enrique “Kike” Hernández, salió al terreno de juego bajo el caliente sol de la tarde para practicar con los Gigantes de Carolina.

Demostraba la conducta vivaracha que lo caracteriza. En su camisa negra, llevaba el emblema de un superhéroe.

El coach de primera base, Pedro Valdés, y el receptor de los Astros de Houston, Carlos Corporán, no esperaron ni un segundo para relajarlo.

“Mira, ahora se cree Batman”, exclamó Corporán.

Hernández se ha convertido en uno de los superhéroes de los Gigantes desde la pasada temporada. Su aporte ofensivo este año ha sido clave para que la novena carolinense registre marca de 14-15 y se mantenga en la lucha por entrar a la postemporada.

El jugador, de 22 años, ocupa el noveno puesto entre los mejores diez bateadores del torneo con promedio de .296 y está tercero en carreras empujadas con 19.

Su madurez ofensiva se la atribuye a todo lo que aprendió el año pasado, su primera temporada como jugador regular en la liga invernal.

“Es un cambio pequeño, pero grande a la vez. La gente dice que un año no es mucho, pero sí importa. La defensa sigue siendo la misma, pero la experiencia ha sido el cambio más grande”, aseguró Hernández, quien el año pasado quedó sexto entre los líderes de bateo de la liga con un promedio de .320.

Esa confianza es el resultado de seguir las observaciones del coach de primera base Valdés y de los veteranos jugadores Jesús “Motorita” Feliciano, Rubén Gotay y Robinson Cancel.

“Creo que tener a Feliciano, Gotay y Cancel en este equipo me ha ayudado a mejorar mi actitud en el terreno de juego y a mejorar mi liderazgo. Este año tengo más voces veteranas. El año pasado tenía a Motorita y a Valdés, pero añadir a Gotay me ha ayudado. Lo mismo sucede con Cancel, a quien conocí en Ponce. Pero no había tenido, hasta ahora, una relación tan cercana con él”, aseguró Hernández.

“Veo cómo ellos funcionan y cómo trabajan para ser líderes, y eso se pega”, prosiguió.

Sin embargo, estar junto a jugadores mayores no es algo nuevo para Hernández. Tal vez sea algo que aprendió, poco a poco, desde que su papá, el ex coach Enrique Hernández, lo llevaba a las prácticas de los Criollos de Caguas.

Para Valdés, la explosividad mostrada por Hernández desde el inicio de campaña se debe a que comenzó a prepararse desde más temprano.

“Este año, él (Hernández) llegó con su mente dispuesta a venir a trabajar. Sabe que es una figura clave en el equipo. Es un pelotero franquicia aquí y, mira... hoy llegó de superhéroe. Él vino este año a trabajar temprano y mejorar todas las facetas de su juego”, explicó Valdés.

Temporada de ajustes

El rendimiento ofensivo de Hernández en las Ligas Menores no era el que esperaba. El jugador de los Astros de Houston pasó por varios cambios en su mecánica de bateo que lo dejaron con promedio de .236 en 116 partidos disputados en Doble A.

Sin embargo, bateó 18 vuelacercas, la mayor cantidad de cuadrangulares en una temporada desde que firmó en el 2009.

“Ofensivamente, no me fue como quería. Fue la temporada de menor promedio que he tenido hasta ahora. Había sido más consistente, pero este año hubo varios cambios en la mecánica de bateo. Eso me puso a pensar demasiado en esos cambios y no hice los ajustes necesarios para ser productivo en la liga”, dijo Hernández en un tono exigente.

“Este año me estoy preparando más físicamente. Pero, defensivamente, jugué seis posiciones. Yo había jugado como jardinero de emergencia antes, pero vieron que yo podía tener esa versatilidad de jugar más de una posición en el terreno de juego. Entiendo que eso me abre las puertas mucho más”, sentenció.