Esta es una época de premios y celebraciones en el béisbol con exaltaciones al Salón de la Fama y la celebración del Juego de Estrellas. Pero hace poco hubo una que pasó desapercibida: el 27 de junio, en el Hammond Stadium donde juegan los Miracles de Fort Myers (Florida) en Clase A, fue exaltado al Salón de la Fama de escuchas de béisbol el veterano escucha cubano radicado en Puerto Rico, Jorge Posada padre.

Posada fue el único exaltado de este año, el primer latino y el décimo en total premiado por la Root Beer Killebrew Hall of Fame, institución que reconoce a los escuchas del sureste de los Estados Unidos.

Se trató de un reconocimiento a un hombre que lleva más de cuatro décadas trabajando como escucha, habiendo trabajado para los Astros, Azulejos, Bravos, Colorado, Yanquis y, desde hace seis meses, San Francisco.

Entre sus firmas o recomendaciones más prominentes se encuentran el receptor Javy López, los jardineros Pedro Muñoz, Otoniel Vélez y Melvin Nieves y el lanzador Luis Aquino, entre muchos otros.

Durante cinco años, Posada fue supervisor para toda Latinoamérica de los escuchas de los Bravos, antes de desempeñar ese mismo rol en 12 de las 20 temporadas que laboró con los Rockies, donde, entre otras cosas, fue clave para que el equipo firmara como agente libre al toletero venezolano Andrés Galarraga.

“Fue un favor al dirigente Don Baylor”, recordó. “Como él sabía que yo iba a Venezuela ese invierno, me pidió que le echara un vistazo a Galarraga, y en el juego que lo vi dio dos jonrones: uno por la banda izquierda y otro por la derecha”.

Uno que se le escapó, sin quererlo, fue su propio hijo, Jorge Posada, quien luego brillaría como estelar receptor de los Yanquis.

“Cuando yo era escucha de los Bravos”, recordó, “estuve varios años llevándome a Jorgito conmigo a spring training y lo ponía a batear y practicar con los Bravos, con uniforme y todo… pero a los Bravos nunca les gustó”.

“Más tarde, cuando yo se lo recordaba a mis jefes, ellos me decían: ‘No sigas, que nos vas a hacer llorar’.”

Primo del ex jugador de Grandes Ligas Leo Posada, Jorge padre, quien era intermedista y campocorto, vino a Puerto Rico tras salir de Cuba en 1967 y, tras completar los tres años de residencia comenzó a jugar en Doble A con San Lorenzo, destacándose hasta el punto de que en determinado momento vinieron a verlo los escuchas de los Astros, Pat Gillick y Epi Guerrero.

“Cuando les dije que tenía 28 años no me firmaron”, recordó, “pero entonces les surgió la idea de ofrecerme trabajo como escucha part time y así estuve esos primeros tres años”.

Hasta el sol de hoy.