Gadiel Báez jamás sentiría envidia por su hermano Javy
No se percibe bajo la sombra del estelar campocorto de los Cachorros de Chicago.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 años.
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Juncos. Gadiel Báez no tiene razones para envidiar la celebridad de su hermano Javier.
Tampoco siente que habita bajo la sombra del estelar campocorto de los Cachorros de Chicago.
El intermedista de los Patrulleros de San Sebastián labra su propio camino como miembro de la novena que intenta avanzar a la serie final del Béisbol Superior Doble A. La semifinal entre los Patrulleros y los Mulos está 3-2 a favor de Juncos y sigue hoy.
“Jamás sentiría envidia por mi hermano. Siempre lo veo como un ídolo”, compartió Gadiel Báez. “(Javier) Es mi motivación, quiero ser como él porque las cosas que hace, no las hace nadie”.
Gadiel, de 29 años, ha sido objeto de bromas dada la fama y trayectoria que persigue a su hermano, tres años menor que él, pero no pierde el sueño por esos comentarios.
“Dicen que el apellido me queda grande, pero es para sacarme (de concentración). No le pongo atención. Para mí, es algo normal porque llevo el apellido (Báez) desde que nací. Mucha gente no sabe que soy el hermano mayor de Javier y hablan mucho del apellido. Las cosas positivas las retengo y las negativas no me importan. Cosas que tengan que ver con mi apellido no las puedo controlar”, sostuvo.
Debido a que Javier debía atender una lesión en el pulgar de la mano izquierda, viajó a Puerto Rico hace unas semanas y disfrutó de un partido de los Patrulleros.
“Hablamos todos los días, pero nos aburre hablar de pelota. A veces lo llamo cuando me encuentro en un slump y le pido consejos, pero hablar de pelota, no mucho. Desde que comenzó la temporada, le estaba diciendo que sacara un fin de semana para viniera a verme jugar y se diera cuenta que también le meto. Surgió lo de la lesión y gracias a eso pudo venir a Puerto Rico para verme y la pasó bien”, sostuvo Gadiel.
El intermedista de los Patrulleros relató que durante la visita pudieron disfrutar de varios días de ocio. “Javier se queda en la casa que él compró que vivo con mi esposa y nuestros hijos. Él usa mi carro, todo normal. Cuando está conmigo, es mi hermano, no la superestrella. Siempre nos tratamos de la misma manera ya sea en Chicago o en Bayamón”, mencionó.
“Obviamente, cuando salimos Javier tiene que esconderse un poco porque la gente no le da su espacio. Es algo que tendremos que lidiar toda la vida. No es algo que nos cohíba de hacer cosas”, concluyó.