Todo lo que necesitaba Javier Báez era una conversación, una palmadita de confianza en la espalda y la oportunidad para mostrar su calidad como pelotero. 

En el 2016, el bayamonés de 23 años ha recibido todas esas cosas y el resultado se vio en la Serie Divisional de sus Cachorros de Chicago ante los Gigantes de San Francisco, de la cual se adueñó tanto con su bate como con su guante.

En los cuatro partidos en que ha jugado en la postemporada del 2016, Báez fue la bujía del equipo que ganó 103 partidos de campaña regular y que fue el más completo en las Grandes Ligas.

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Con cuadrangulares, hits en el instante preciso y atrapadas dignas de un Guante de Oro, Báez hasta fue nombrado como MVP honorario de la serie por el gerente general, Jed Hoyer gracias a su promedio de  .375 al bate, con seis inatrapables, dos carreras remolcadas y cuatro carreras  anotadas.

De ser un jonronero de liga menor brioso, de swing brutal y alto conteo de ponches, Báez se ha transformado en una pieza central para los Cachorros, en el hombre que bateó 115 hits y que le hace el trabajo al dirigente Joe Maddon en la posición en que lo ponga.

Y según algunos, será  la próxima gran estrella de los Cachorros.

Báez conversó en exclusiva con Primera Hora ayer por vía telefónica desde Chicago sobre su gran año. 

¿Cómo te sientes ? ¿Cuál fue la sensación cuando te levantaste tras todo lo que has vivido en los pasados días  y qué piensas de que  tienes a toda la ciudad de Chicago y a todo Puerto

 Rico pendiente de ti?

Fíjate, esa fue una de las cosas que estuve hablando ayer (miércoles en la mañana, tras el pase a la Serie de Campeonato), que fue el día libre de nosotros, con mi familia. Mis familiares me preguntaron que cómo me sentía y por qué no me emocionaba. Que lucía como amarga’o. Y les dije que hoy (ayer), ahora que ya pasó el día que ganamos y que pasó lo que pasó, ahora es que estoy pensando en lo increíble que fue. Lo emocionante que fue para nosotros. Pero en el momento estaba tan enfocado en ganar que ni me emocioné. Esto es un sueño casi hecho realidad. Ya nos falta poco.

Este año tu mejoría fue evidente. ¿Cuál ha sido el secreto? 

 (Ríe) En verdad ha sido de todo un poco. Pero la confianza que uno tiene ahora,  al saber que vas a estar todo el año en Grandes Ligas, y no preocuparse de lo que está pasando  a través de la oficina principal (del equipo). Obviamente, estoy gozándome los juegos como siempre lo he hecho y haciendo lo mejor que uno puede para el equipo.

En un momento te traían a la defensiva en la octava entrada, pero últimamente Maddon  te ha estado usando todos los días, pero en distintas posiciones. ¿Cómo te sientes con eso?

 Pues al momento me he sentido cómodo en cada posición. Antes se me hacía difícil hacerlo, pero como ya las he jugado más de dos ocasiones cada una, se me ha hecho más fácil. Pero quiero tener mi posición fija en un futuro. Esperemos que sea el año que viene que pueda toda la campaña jugar una misma posición.

¿O sea que prefieres estar en una sola posición?

 Bueno, no sé cual sea la posición (en que termine), si segunda o tercera, pero pienso que me gusta un poco más la segunda base.

 En cuanto al bateo, te ves diferente en el plato. Muy tranquilo, incluso cuando pegaste el hit decisivo en la novena entrada el martes en San Francisco. ¿Qué cambió?

Pienso en todo lo que yo pasé cuando subí a Grandes Ligas, que cogí tantos ponches y con el swing que tenía. Siempre le hecho swing duro a la bola desde que firmé, y esa fue unas de las cosas en que me ayudó mucho  Manny Ramírez (asesor de bateo de los Cachorros en liga menor).

¿O sea que el secreto ha sido la confianza de Manny y la que te ha dado Joe Maddon?

Este año Maddon, durante la temporada, me dijo ‘¿Tú sabes qué? No te preocupes por batear. Tú sal a jugar tu defensa, y deja que te diviertas tanto con tu defensa que eso haga que se te olvide el bateo. Tú eres tan productivo que el bateo viene solo’. Es difícil de hacerlo porque todo bateador quiere batear. Pero trabajé en eso muchísimo, en preocuparme por la defensa, y me ayudó muchísimo en hacerle más contacto a la bola.

¿Entonces la clave  fue concentrarte en la defensa y olvidarte del bateo?

Bueno… nunca dejé de hacer mi rutina de bateo. La llevo todos los días. No fue que me confié en que no tenía que batear porque querían que yo fildeara.

¿Como te sientes de que tanto en Puerto Rico como en Chicago estén siguiendo de cerca lo que haces y  confiando en ti y en este equipo para acabar con más de un siglo sin ganar una Serie Mundial?

Claro que se siente la presión. Para mí siempre está ahí. Pero es algo increíble lo que está pasando conmigo y con el equipo de Chicago. Y es increíble sentir que tanta gente te sigue y te admira y están ahí para darte su respaldo.

Para la próxima serie, ¿cual equipo prefieres entre Los Dodgers de Los Ángeles y los Nacionales de Washington?

Ay, ay, ay… Ahí están difíciles los dos. Pero de verdad para nosotros no hay ningún equipo que no respetemos. Pienso que tenemos que jugar el béisbol como tiene que ser y obviamente no dejarnos llevar por quien esté al frente de nosotros.

¿Les ha ido mejor con uno de los dos equipos?

Este año creo que perdimos una serie en Washington, pero con los Dodgers no recuerdo bien, creo que les ganamos las dos (nota: les ganaron cuatro de siete juegos). Creo que cualquiera, pero al menos Washington está más cerca y no hay que viajar tanto.