Miami. Imagínese a un atleta extranjero naturalizado para jugar por Puerto Rico con el Equipo Nacional de Baloncesto, como lo es el delantero cubano, Ysmael Romero, entrando al área del juego en el Coliseo Roberto Clemente para un partido vestido parcialmente de jíbaro, con una pava, botas y cargando un machete.

¿Qué pensaría usted?

Pues una presentación parecida fue la que hizo en el Clásico Mundial de Béisbol el cubano naturalizado mexicano, Randy Arozarena, cuando salió al terreno de juego para defender los colores del país donde actualmente hace residencia.

La diferencia es que Arozarena se presentó vestido a lo típico mexicano, con sombrero charro en vez de gorra de béisbol y botas de cuero con el pantalón de béisbol por dentro de las botas.

Y a los mexicanos le ha encantó la actitud que asumió el jugador hacia los símbolos patrios, sin agregar la fogosidad y entrega que tuvo desempeñándose en el terreno.

“Lo adoro por eso”, dijo Edith Luna, natural de Guanajuato y presente en el estadio para ver a Arozarena y México jugar ayer en la semifinal del Clásico ante Japón.

“Creo que lo que hace, le nace”, dijo el fanático mexicano Felipe Flores, de Durango.

Randy Arozarena bateó .450 con seis dobletes y nueve RBI en seis juegos jugados en el Clásico.
Randy Arozarena bateó .450 con seis dobletes y nueve RBI en seis juegos jugados en el Clásico. (Godofredo A. Vásquez)

Arozarena es nacido y criado en Cuba, en donde se hizo pelotero antes de salir del país. Se hizo famoso con los Rays de Tampa Bay en las Grandes Ligas en el 2020, cuando cargó al equipo a la Serie Mundial con un despliegue de consistencia y poder.

Y hasta anoche estuvo jugando con México porque fue en ese país en el que desertó en el 2016 para llegar a las Grandes Ligas. Allí también jugó béisbol y allí es donde además tiene una hija.

Allí también fue nacionalizado mexicano en el 2020. Dice la prensa mexicana aquí que el proceso de recibir la ciudadanía fue expedito, acelerado por el presidente de esa nación, Andrés López Obrador, a pedido del propio cubano, según lo comprueba un video de corre en las redes sociales.

Cierta o no la doble vara gubernamental, los mexicanos están felices con el agradecido Arozarena vestido de charro.

“Me quito el sombrero ante él. Es agradecido con México, que le ha acogido”, dijo Martina Barajas, de Zacatecas.

De hecho, el dirigente de México, Benjamín Gil, comparo al cubano con otro símbolo mexicano, el personaje de El Chavo del Ocho.

Arozarena no solamente se puso el sombrero charro sino que se puso la capa de héroe en el Clásico, en el que México llegó a territorios desconocidos, como a los cuartos de final y la semifinal. México nunca había avanzado más allá de una segunda ronda en cuatro Clásicos previos.

Impulsó nueve carreras en los cuatro juegos de México en la primera ronda y ayudó a México a ganar el Grupo C con marca de 3-1, por encima del favorecido Estado Unidos, que cayó 11-5 ante México en esa etapa. El cubano fue escogido el Jugador Más Valioso de ese Grupo.

En cuartos de final, Arozarena hizo una gran jugada ante Puerto Rico en la octava entrada que preservó la ventaja de México y “mató“ a los boricuas, según describió el momento el dirigente del Team Rubio, Yadier Molina. Además, Arozarena anotó una carrera ante Puerto Rico.

Y en la semifinal ante Japón, el cubano volvió a hacer de las suyas a la defensiva para preservar varias veces la ventaja de los mexicanos y opacó por momentos a la principal estrella de este torneo, Shohei Ohtani.

Inclusive, aunque México no avanzó a la final, Arozarena ya es mexicano de corazón aunque siga siendo cubano, dijo el fanáticos Eduardo Resendiz.

“Es un laso que ha encontrado que lo ata a México. Es una etapa nueva en su vida, sin dejar de ser cubano”, dijo el fanático Eduardo Resendiz “Arozarena seguirá siendo cubano, como lo mexicanos en Estados Unidos, siguen siendo mexicanos. Y lleva a orgullo lo de mexicano”.