Nueva York. Roy White recordó cuando lo llamaron a las ligas mayores en 1965 y caminó hacia el letrero de 463 pies del Yankee Stadium, a la izquierda de los monumentos.

“Estaba como a tres cuadras de distancia. Necesitabas dos relevos para regresar al cuadro”, dijo el ex jardinero All-Star.

El estadio original se inauguró el 18 de abril de 1923, con Babe Ruth conectando el primer jonrón en la victoria por 4-1 sobre Boston ante 74,200, en ese momento la multitud más grande congregada en la historia para ver un partido de béisbol.

“El circuito de Ruth”, escribió The Associated Press, “agregó el toque necesario para completar el drama más pintoresco en los anales de los diamantes”.

La inauguración del estadio original se celebrará antes del partido del martes por la noche contra Los Angeles Angels en la versión moderna del parque en la calle 161, que lo reemplazó en 2009.

Se lanzaron once juegos sin hits en el estadio original, incluidos tres juegos perfectos. En el momento de su cierre, albergaba 100 de 601 juegos de la Serie Mundial. Aún se ven las imágenes en blanco y negro de momentos memorables, las hazañas de Ruth, Lou Gehrig, Joe DiMaggio, Mickey Mantle y Yogi Berra maravilladas junto con el video a color más moderno de Reggie Jackson, Derek Jeter y Mariano Rivera.

El Yankee Stadium se construyó a un costo de $2.5 millones, astronómico en ese entonces, pero hoy en día el salario promedio de un jugador del cuadro medio, suplente. Incluso después de que una renovación de 1974-75 eliminó los asientos obstruidos pero provocó la pérdida de muchos elementos originales, el juego siguió siendo una aspiración para muchos jugadores y fanáticos.

“Mucha gente allí, mucha energía. Dan a conocer su presencia, no se sientan de brazos cruzados”, dijo el exjardinero derecho Dave Winfield. “Si jugaste allí y jugaste para ese equipo y jugaste para las telas a rayas y jugaste para la ciudad de Nueva York, eras parte de una larga tradición. Grandes expectativas”.

Construido en un terreno comprado a la propiedad de William Waldorf Astor por $675,000, el estadio de béisbol fue diseñado por Osborn Engineering y su construcción tomó solo 284 días hábiles. Los Yankees cruzaron el río Harlem desde Polo Grounds, su hogar desde 1913, al primer estadio de béisbol de tres pisos de Estados Unidos y se convirtieron en el líder de asistencia del béisbol.

Cuando los fanáticos llenaron el estadio para el primer juego, precedidos por John Philip Sousa al frente de una banda, vieron un pequeño porche en el jardín derecho con su cerca baja y la gran extensión de césped en el bosque central-izquierdo que se conoció como Death Valley. La famosa fachada coronaba el piso superior, que se haría conocido en todo el país por las sombras que proyectaba al deslizarse desde el territorio de foul en el lado de la primera base y por el infield durante muchas Series Mundiales.

Los monumentos, de granito rojo con placas de bronce adheridas, llegaron más tarde: en 1932 para Miller Huggins, en 1941 para Lou Gehrig y en 1949 para Babe Ruth. Fueron erigidos en el jardín central y se les permitió a los fanáticos caminar junto a ellos en el campo, cuando salían.

Siguieron placas, fijadas en la pared del jardín central, y todas se trasladaron a un nuevo Monument Park durante la renovación en el que las dimensiones se redujeron a proporciones menos gigantescas.

“Majestuoso. Te hizo sentir como si estuvieras en una de esas grandes catedrales europeas. Simplemente no estamos acostumbrados a la arquitectura antigua en Nueva York y teníamos esa sensación”, dijo Marty Appel, exejecutivo de medios de los Yankees y autor de varios libros sobre el equipo.

Nueva York ganó 26 títulos de la Serie Mundial mientras estaba en el estadio original y varios miembros del personal de apoyo se convirtieron en elementos fijos conocidos en toda la MLB: Bob Sheppard, venerado por sus elegantes presentaciones, le dio al estadio su propia voz como locutor de megafonía de 1951 a 2007. Pete Sheehy se convirtió en su rostro para los jugadores, comenzó a trabajar en 1926 y pasó 59 temporadas como asistente de la casa club y gerente de equipo.

También tenía un sentimiento. En los grandes momentos, la afición hizo temblar el estadio.

Paul O’Neill lo recuerda mejor al rememorar cuando anotó la primera carrera en el Juego 6 de la Serie Mundial de 1996.

“Joe Girardi conectó un triple”, dijo O’Neill, “y recuerdo que pisé el plato y el suelo realmente temblaba”.

El nuevo estadio de Nueva York es un 62% más grande que su predecesor. Se recrearon varios elementos originales.

“El estadio era verdaderamente una catedral del béisbol”, dijo el propietario actual, Hal Steinbrenner. “La fachada era claramente una prioridad en el nuevo estadio, al igual que el exterior, la Puerta 4. Queríamos que se viera como cuando se inauguró en el 23, tanto como fuera posible de todos modos. Creo que el nuevo estadio, en algún nivel , da vida al antiguo estadio”.