Roberto Clemente era la “quintaesencia” de la puertorriqueñidad”.

Esas palabras, plasmadas en un ensayo escrito por el fenecido R. Elfrén Bernier, se le quedaron grabadas en la mente al investigador y escritor de béisbol Jossie Alvarado, quien siente que en los 50 años que han pasado desde la desaparición física del astro boricua, “ni Estados Unidos, ni Venezuela ni República Dominicana ni otros países han podido producir un pelotero, un ser humano, un padre un hijo, un esposo, un hombre de familia como Roberto Clemente”.

El profesor, historiador y escritor Néstor Duprey opina que, “Roberto Clemente no era un jugador de Grandes Ligas que era puertorriqueño. Él era un puertorriqueño que jugaba en Grandes Ligas”.

La identidad, el uso que le dio a la plataforma que le dio su estrellato en el béisbol y su apego a la Isla son otras dimensiones que agrandan los logros de Clemente y que, posiblemente, sean los factores principales para que medio siglo después estemos recordando su máximo logro deportivo: los 3,000 hits.

Para Alvarado, Roberto Clemente era su pueblo.

Su figura es eterna. Aún nos falta mucho de aprender sobre la vida del pelotero y del ser humano, y a las nuevas generaciones, las de ahora y las que están por venir, que no se encajen en el 15 de septiembre, el 18 de agosto, el 30 de septiembre o el 31 de diciembre. Que pregunten, lean y estudien la vida de Roberto Clemente. Él es mucho más que esas fechas”, manifestó Alvarado, un estudioso de la vida de Clemente y autor de los libros ‘Puerto Rico en las Grandes Ligas’ y ‘Roberto Alomar: un pelotero especial’.

“Don Elfrén Bernier, en unos libros escribió que Clemente era la ‘quintaesencia’ de la puertorriqueñidad. Existen los cuatro elementos: aire, agua, fuego y tierra (el ‘éter’ o la ‘quintaesencia’ es uno adicional). Y don Elfrén tenía una mente tan privilegiada que en los ensayos que hizo sobre Clemente lo llamó así”, explicó el salinense Alvarado.

“Cuando yo los leí esa frase se me quedó y cuando se habla de Clemente empiezas hablando de estadísticas y terminas hablando de una persona que cruza la calle para llevarle agua a la vecina de al frente que no tiene luz, porque no tiene agua, y nos convertimos en eso. Para mí no sé si habrá otro que pueda acercarse a lo que hizo este ser humano”, agregó. “Su legado es una mezcla de la combinación de lo que fue el pelotero y el ser humano, por lo que creo que el premio que lleva su nombre (en las Grandes Ligas) es el más importante, porque resalta al pelotero que ayuda a otros, a los necesitados y a otras causas”.

Duprey resaltó otro aspecto de Clemente, a quien le hubiese sido muy fácil asumir la zona de confort del silencio en cuanto a la discriminación racial y a la discriminación hacia él por el hecho de ser puertorriqueño.

Dejaba claro desde el saque que era puertorriqueño y que vivía orgulloso de su puertorriqueñidad”, dijo Duprey. “Las grandes luminarias negras del béisbol de Grandes Ligas en los 60, en plena campaña en pro de los derechos civiles, muchos de ellos guardaron silencio. Tú no ves un protagonismo de Willie Mays o de Henry Aaron. Luego se vio algo de Bob Gibson y de Curt Flood con la cláusula de reserva”.

“Pero Clemente en esa época, en la que el silencio era lo más cómodo, fue una voz activa. Está de testimonio su amistad con Martin Luther King, Jr. Es un hecho de la vida de Clemente que aún no se ha estudiado mucho: la relación de amistad y de complicidad entre ellos en la lucha por los derechos civiles, que llevó luego a que Clemente exigiera que los Pirates no jugaran el día del funeral de Luther King”, continuó.

Otro hecho sobre la vida de Clemente que le llamó la atención a Duprey fue que, “Clemente siempre tenía que aterrizar en Puerto Rico”.

“Terminaba la temporada en las Grandes Ligas y viajaba. Se mantenía activo en la Isla dando clínicas, participando en eventos sociales y participando en la política. De hecho, él fue uno de los primeros atletas que endosó a Roberto Sánchez Vilella para la elección de 1964 para la gobernación. Hasta hizo un anuncio”, recordó.

No obstante, Duprey recordó que siempre rechazó ocupar un puesto político, aun cuando el Partido Popular Democrático le hizo un acercamiento.

“Pero no le cogía miedo a los temas políticos y eso me parece que hace de Clemente una figura excepcional. No se conformó con ser el gran atleta que fue y siempre procuró ser un ciudadano presente en las luchas de su pueblo y más allá de su pueblo”, sostuvo.

Posiblemente, ese espíritu de lucha contra la injusticia, a favor de los necesitados, fue lo que lo llevó a hacer el viaje a Nicaragua el 31 de diciembre de 1972.

“Cuando la gente se pregunta porque Clemente va a Nicaragua un 31 de diciembre, dejando a su familia, es porque el gobierno de Anastasio Somoza se estaba robando la ayuda. A él le llega la información de que la Guardia Nacional Somocista se estaba robando la ayuda y decide ir, porque entendía que su presencia allí era una garantía de que no se iban a robar la ayuda, porque había una urgencia de que la ayuda llegara a donde tenía que llegar”, recordó.

Roberto ofrendó su vida por los más necesitados”, concluyó Duprey.