Arecibo. Durante los pasados dos años, una casa abandonada fue el espacio donde cerca de 50 jóvenes con aspiraciones en el boxeo, tanto a nivel aficionado como profesional, se reunían todas las tardes para entrenar.

Para ellos, la casa era un santuario, un lugar de esparcimiento, de hacer nuevas amistades y, sobre todo, desarrollar un romance con el boxeo.

No obstante, antes de eso, la casa fue un espacio donde los usuarios de drogas se escondían para “curarse”, hasta que Odeb González se dio a la tarea de encontrar un mejor uso para el local.

Cansado de ver demasiados jóvenes expuestos a “los peligros de la calle”, González se dedicó a reclutar varios de los chicos que residen en las parcelas Nuevas de Candelaria en Sabana Hoyos, Arecibo, para limpiar la planta baja de la casa y así convertirla en un gimnasio improvisado.

Poco a poco, acondicionaron la instalación con unas máquinas de ejercicios que algunos de los vecinos donaron, motivados precisamente por la iniciativa de González. Aunque no están en las mejores condiciones, pues lucían desgastadas por años de uso, eso era lo de menos. Esas máquinas eran suyas.

Día tras día, decenas de jóvenes arrastraron sus zapatillas sobre el polvoriento suelo para aprender adecuadamente las técnicas de boxeo. Aquellos que estaban mejor preparados participaron en torneos aficionados en otros pueblos.

Pero todo eso cambió cuando uno de los dueños de la residencia les solicitó que la desalojaran. Ahora, utilizan una cancha de baloncesto cercana que tampoco es apropiada para entrenar y los equipos han quedado expuestos al sol, la lluvia y el sereno.

Una triste realidad para muchos

El caso de González y sus pupilos es solo una muestra de un caso que se repite. Los jóvenes deportistas de la Isla se las tienen que inventar para tener lugares adecuados para entrenar.

“La meta era limpiar el barrio, darles a los jóvenes un ejemplo y una esperanza de que pueden hacer cosas positivas”, compartió González, quien tiene sobre 30 años de experiencia entrenando y manejando boxeadores.

“La mayoría vienen de hogares pobres, de pocos recursos. Pero con el boxeo tienen opciones y han demostrado la disposición de tomar el camino correcto. Es cuestión de darles las herramientas”, agregó.

Sin embargo, el empeño de González ha encontrado varios escollos.

“He acudido al Municipio (de Arecibo) para que nos encuentren un gimnasio adecuado para que los muchachos se puedan seguir desarrollando, pero lamentablemente la contestación es que la espera será para largo”, lamentó González a Primera Hora.

“Simplemente, no tenemos un lugar. Sabemos que hay varias escuelas públicas que están vacías por los recortes que hizo el Departamento de Educación, y estamos a la espera de algún tipo de contestación positiva”, relató.

Sobre un elevado tablillero, descansan los trofeos que los boxeadores han ganado en diversos torneos de aficionados. La colección es pequeña, pero para González es una señal de que existe cierto grado de talento que merece ser desarrollado.

Por ahora, los trofeos permanecerán guardados en una caja hasta que se localice otro sitio para colocarlos nuevamente.

Diamantes escondidos

Uno de los pupilos de González, José Tirado, ha llamado la atención de algunas personas ligadas al boxeo rentado.

“Apenas tiene 17 años, estudia en la universidad, tiene habilidad, es limpio y disciplinado. Lo han venido a ver para cuando se decida ser profesional, debido a que tiene el talento. Posiblemente, tengamos un diamante sin pulir en nuestras manos, pero si no tiene un lugar seguro para entrenar, cómo lo vamos a saber”, compartió González.

Por el momento, los boxeadores están limitados a seguir en una cancha aledaña que no está techada, no tiene iluminación y, en ocasiones, es invadida por caballos.

Sin embargo, José Álvarez, de 19 años de edad, no pierde el ánimo y acude religiosamente todas las tardes en compañía de su hermano Joshua.

“Esto está bien malo. Necesitamos un mejor lugar para practicar, ya que el otro es muy pequeño y se nos hace difícil”, compartió Álvarez, quien lleva pocos meses aprendiendo las técnicas.

Para jóvenes como los hermanos Álvarez, las oportunidades son escasas y, por ello, han recurrido al deporte.

“Ver a otros alzando pesas, practicando boxeo, me motivan. Espero que las cosas sean mejores para seguir”, afirmó.

En una comunidad donde las oportunidades para los jóvenes son cada vez más escasas, solo les queda suplicar por un espacio de pertenencia.