
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 17 años.
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El 12 de septiembre de 1992 se escribió un nuevo capítulo en la extensa historia de la rivalidad entre México y Puerto Rico.
Esa noche, dos de las figuras más populares en aquel momento se enfrascaron en una pelea por el cetro júnior wélter (140 libras) del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) en poder de Julio César Chávez.
El escenario fue el Thomas and Mack Center de Las Vegas y, aunque el duelo no llenó las expectativas, el mismo presentó dos púgiles de estilos opuestos.
A continuación, presentamos un compendio de la acción que llevó al mexicano a una fácil victoria por decisión unánime 117-111, 119-110 y 120-107.
Primer asalto
Chávez salió agresivo, quizás pensando en que podría noquear a Camacho temprano, quien se movió de lado a lado. Chávez fue advertido por el referí Richard Steele por un golpe bajo, mientras Camacho recurrió a los agarres.
Segundo asalto
Al comienzo de este episodio, Chávez fue exitoso en cortar el ring a Camacho, logrando acorralarlo contra las sogas a la vez que acertaba ganchos al rostro del boricua. Camacho trató de agarrarse para defenderse y escapar del ataque, pero Chávez no lo permitió y continuó tirando golpes.
Tercer asalto
Chávez fue menos agresivo, lo que permitió que Camacho se moviera libremente mientras lograba castigar al monarca azteca. Chávez dependió mayormente de la recta de derecha que encontró el blanco a la vez que sacudía la cabeza de Camacho en múltiples ocasiones durante el asalto.
Cuarto asalto
Camacho inició con una combinación, pero Chávez enseguida respondió al trabajar los planos bajos por primera vez en lugar de ir de cacería por la cabeza. A mitad del episodio, Camacho pudo colar un sólido upper cut, pero el azteca no lucía afectado. A pesar de que Chávez estuvo en control, Camacho todavía pudo castigar libremente y hasta cerró con una combinación. Chávez sufrió una cortadura sobre la nariz que era muy común en sus combates.
Quinto asalto
Camacho continuó con sus movimientos laterales. Pudo colar una buena derecha y hasta varios golpes en el contragolpeo, pero no era suficiente. Chávez pudo castigar con mayor frecuencia, incluyendo varios ganchos a los costados mientras el boricua estaba contra las sogas. Fue otro asalto de continuos agarres por parte de Camacho.
Sexto asalto
Chávez estaba enfocado en el cuerpo de Camacho, pero fue advertido por golpes bajos y regresó a su ataque al rostro. Camacho recibió mucho castigo y, por lo tanto, se agarraba constantemente. Su ofensiva estuvo limitada. Estuvo sangrando por la nariz al cierre.
Séptimo asalto
Camacho se dio cuenta de que necesitaba ganar asaltos y salió más activo. Pudo hacer daño en el inicio, pero los puños de Chávez eran más contundentes, tanto al cuerpo como a la cabeza, lo que frenó las intenciones de Camacho. El ojo izquierdo del retador estaba comenzando a inflamarse.
Octavo asalto
Nuevamente, Camacho comenzó agresivo y luego amarró a Chávez cuando éste lo atacó con golpes a los planos bajos. La estrategia le estaba dando resultados a Camacho, ya que Chávez optó por no desperdiciar energía tirando golpes al permitir que el referí los separara. Una cortadura en la parte inferior del ojo izquierdo de Camacho era visible a la vez que empeoraba la inflamación.
Noveno asalto
Camacho no tenía el protector en la boca, lo que requirió unos segundos adicionales antes de que se retomara la acción. Chávez se dio cuenta de la debilidad y presionó el pleito. A pesar de que los comentaristas no le daban crédito a Camacho y anticiparon que la pelea sería detenida en cualquie momento, el boricua hizo todo lo posible por continuar. Al final del episodio, la inflamación en el ojo había progresado al nivel de que estaba casi cerrado en su totalidad.
Décimo asalto
Parecía que la acción se había detenido por completo. Al final, Camacho también lucía una cortadura en el ojo derecho.
Undécimo asalto
Nuevamente, la acción era limitada. Chávez no podía colar más de un golpe cuando enseguida Camacho se agarraba. Al concluir el episodio, Chávez pudo acorralar a Camacho en varias ocasiones para acertar varios golpes al cupero de un visiblemente adolorido Camacho.
Duodécimo asalto
Los púgiles se saludaron por última vez y Chávez retomó el ataque donde lo había dejado. Camacho permaneció a la defensiva, corriendo por el ring y agarrando a su oponente cada vez que podía. Aun así, Camacho todavía hacía lo que podía para lastimar a Chávez, pero no era suficiente como para detener a un Chávez que todavía lucía fuerte.
Al final, el rostro de Camacho era un reflejo de lo que dictaron las tarjetas de los jueces.
Fue una blanqueada. Los gladiadores se abrazaron en señal del respeto mutuo que sentía uno por el otro.