
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 17 años.
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FORT MYERS, Florida, EE.UU.- David Ortiz pesa 230 libras. Ahora bien, imagínenselo con un casco y subido en el asiento lateral de una motocicleta a la salida de una ceremonia en la Casa Blanca.
"Nada agradable", contó el jueves el toletero dominicano en el vestuario de los Medias Rojas de Boston y aún aturdido al día siguiente de su experiencia. "No fue una buena idea".
Ortiz, el manager Terry Francona y el pitcher Kyle Snyder se turnaron para dar el paseo en motocicleta el miércoles durante la visita a Washington en la que fueron homenajeados como campeones de la Serie Mundial. Acudieron a una ceremonia con el presidente George W. Bush en la Casa Blanca y luego visitaron a pacientes en el hospital militar Walter Reed.
Francona estuvo en el trayecto del aeropuerto Reagan hasta la Casa Blanca, Ortiz lo sustituyó en el recorrido de la sede presidencial al hospital y finalmente Snyder viajó del hospital de vuelta al aeropuerto.
Tras bajarse del avión, Francona relató que se puso a bromear con un policía sobre viajar en el asiento lateral de la moto que serviría de escolta a los buses que transportaron a los jugadores.
Francona no pudo resistirse a compartir la experiencia de su trayecto de 10 minutos.
Fue así que se le ocurrió reclutar a Ortiz para el siguiente tramo, que de acuerdo con el dominicano duró unos 15 minutos.
"Le dije, ’David, esto te va a gustar"’, relató Francona. "Se subió y me dice, ’Muchas gracias"’.
Pero Ortiz no contaba con el frío en Washington, donde el miércoles la temperatura fue de 38 grados Farenheit.
"Me obligó a hacerlo", dijo Ortiz refiriéndose a su manager. "No quería quedar como un ... ya ustedes saben, así que lo hice. Y estaba frío".
La moto viajó contra el viento y el policía no paró de preguntarle a Ortiz si estaba bien. El primer autobús estaba ocupado por los directivos y coaches.
"Lo tomé como un hombre. Tenía que ser así. Tenía a todos los jefes detrás de mí", dijo Ortiz.
Y algunos curiosos a lo largo de la ruta.
"Vi a gente que me miraba admirada, como diciendo ahí va alguien famoso", contó Ortiz sonriendo. "Y había otros que me miraban, como diciendo, vaya idiota".