Era el duelo que la industria del boxeo profesional ansiaba que fuera una realidad. La promoción giró sobre la consigna “Pelea del Milenio” y las razones para ello sobraban.

Oscar de la Hoya y Félix ‘Tito’ Trinidad se encontraban en la cúspide de sus respectivas carreras. Ambos estaban invictos, eran campeones mundiales en la división wélter (147 libras) y gozaban de extraordinaria popularidad. 

Era inevitable se vieran cara a cara dentro de un ring. El Golden Boy contra el jibarito de Cupey Alto. México contra Puerto Rico. Una combinación de ensueño.

Después de superar una serie de escollos durante las negociaciones, el enfrentamiento ocurrió el 18 de septiembre de 1999, cargando enormes expectativas que, a juicio de algunos, no se cumplieron.

Los acontecimientos sobre la lona y, a su vez, el resultado, no le hicieron justicia a la denominación del evento. Dos décadas después de aquella histórica velada que tuvo como escenario el Mandalay Bay en Las Vegas, Nevada, los debates y los desacuerdos sobre la legitimidad del triunfo de Trinidad por decisión mayoritaria siguen latentes. 

Dos jueces vieron ganar al puertorriqueño por votaciones 115-114, 115-113, mientras que el tercero la anotó 114-114.

“Era la pelea que todos querían ver. Fue similar a Thomas Hearns y Sugar Ray Leonard. Estaba en esa magnitud. Igual que lo fue Floyd Mayweather contra Manny Pacquiao o Mike Tyson contra Lennox Lewis, todas fueron peleas extraordinarias, grandes”, compartió Francisco ‘Paco’ Valcárcel, quien estuvo presente en el Mandalay Bay observando la acción. 

El combate estableció en su momento récords de ventas de pay per views para un combate que no fuera del peso pesado. (Archivo)
El combate estableció en su momento récords de ventas de pay per views para un combate que no fuera del peso pesado. (Archivo)

“En ese momento, fue la Pelea del Milenio”, agregó el presidente de la Organización Mundial de Boxeo. “Le vino súper bien a los dos porque eran estrellas que pasaron a ser superestrellas del boxeo”.

Tito hizo lo necesario

Así coincidió Miguel Cotto, quien para entonces había sido el abanderado de la delegación boricua en  los Juegos Panamericanos Winnipeg 1999. 

“Trinidad hizo lo que tuvo que hacer para ganar y De la Hoya también lo necesario para que fuera una gran pelea. Fue la Pelea del Milenio por algo. Quizás la gente esperaba más, pero un boxeador siempre sube al ring para dar lo máximo, para obtener la victoria, y no dudo que ambos lo hicieron esa noche”, señaló Cotto.

De la Hoya dominó la acción durante la primera parte del combate. Aprovechó su ventaja en velocidad de manos para neutralizar el poder de Trinidad. Mantuvo una distancia segura dando círculos para minimizar los intercambios,  donde el boricua podía hacer severo daño.

A partir del noveno , De la Hoya optó por evadir la pelea bajo las instrucciones del entrenador Robert Alcázar. Trinidad, por su parte, presionó y conectó contundentes golpes que lo propulsaron hacia el apretado triunfo.  

“Siempre he sostenido que  ganó De la Hoya. Deben verla del asalto 12 al uno, o sea al revés y tendrán un resultado distinto”, advirtió Valcárcel. 

Bob Arum, promotor de De la Hoya en aquel entonces, señaló que el duelo careció de la emoción que prometía. 

“Ciertamente, en términos de una atracción, fue un evento grande, pero como pelea no. No fue emocionante. Pienso que Oscar ganó los primeros asaltos y Trinidad los últimos tres, pero en mí estimación Oscar ganó”, recordó Arum.

Mientras el resultado cayó como un balde de agua fría sobre De la Hoya, Trinidad y, a su vez, Puerto Rico, instantáneamente estallaron en celebración. Miles de personas se apoderaron de las principales vías cuando  regresó de la isla procedente de Las Vegas. Fue una fiesta de pueblo como pocas antes vistas.

“A Tito le gustaba ser recibido con caravanas, ese jolgorio y la algarabía que creaba. Tito se lo disfrutaba al máximo”, señaló Cotto.

Frustrada secuela

La idea de un segundo enfrentamiento emergió casi enseguida. Después de todo, el evento generó 1.4 millones en ventas de pay per views, reportando ingresos de sobre $71 millones. Hacer una revancha parecía el paso lógico. Sin embargo, las conversaciones no progresaron. 

“Trinidad no  podía aguantar el peso wélter  y las negociaciones con Don King fueron imposibles. King quería intercambiar los nombres en los contratos con las cifras de dinero. Le dije que estaba loco ya que  los mexicanos  cargaban el mercado”, recordó Arum.

Para entonces, la modalidad de acordar mega combates en pesos intermedios no era una práctica común y Trinidad, en su lugar, ascendió a las 154 libras para retar a David Reid por el cetro de la Asociación   Mundial de Boxeo. 

En 1999, De la Hoya recibió un pago garantizado de $21 millones y Trinidad $8.5 millones. Además, a De la Hoya le correspondieron otros $7 millones y a Trinidad $4 millones por concepto de las ventas.