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Panamá (AP). El mundo del boxeo se quedó con las ganas de ver la refriega más apasionante en mucho tiempo entre Floyd Mayweather, Jr., y Manny Pacquiao, pero de todas formas se deleitó con dos nuevas demostraciones demoledoras del filipino en 2010.
Y no caben dudas de que la estrella de 32 años, flamante legislador en su país, seguirá dando espectáculo. Muchos rivales desean enfrentarse al múltiple campeón, sinónimo de éxito en el negocio del boxeo.
El 2010 despuntó con la expectativa sobre las negociaciones para el choque Mayweather-Pacquiao, que podría ser el más lucrativo en la historia del boxeo, pero el tan esperado duelo quedó en el limbo.
Pacquiao no se quedó con los brazos cruzados y armó dos pleitos que ganó convincentemente: primero, despachó por decisión unánime al ghanés Joshua Clottey a comienzos de año y luego estropeó el regreso de Antonio Margarito al vapulearlo y coronarse como superwelter en noviembre.
El Pacman hizo historia al sumar ocho títulos en categorías distintas, mientras que Mayweather, Jr., añadió una victoria más a su foja perfecta (41-0, con 25 nocauts) al doblegar a Shane Mosley.
Pero Mayweather, de 33, terminó el año en problemas con la justicia por supuestamente agredir y hurtar celulares a su ex novia e hijos, un episodio que puede complicar más la posibilidad de que se cristalice pronto la megapelea.
El 2010 regaló pasajes brillantes, como el espectacular nocaut que le propinó el campeón mediano argentino Sergio Martínez a Paul Williams en el segundo asalto en la revancha celebrada en noviembre, y la gran defensa que hizo el mismo mes el mexicano Juan Manuel Márquez contra el australiano Michael Katsidis, una de las peleas más vibrantes del año.
Márquez se repuso a una caída en el tercer asalto ante un aguerrido rival siete años menor que él y con una andanada de golpes lo noqueó en el noveno.
La victoria de Martínez por la vía rápida ante su otrora verdugo en 2009 probablemente le ayude a concertar finalmente un combate jugoso en el 2011, vital para un púgil de 35 años, ávido en ganar más adeptos en Estados Unidos en las contadas peleas que le quedan.