Bayamón. El gimnasio Monterrey Boxing Club siempre ha contado con una matrícula numerosa de jóvenes que buscan mejorar su condición física y pulir sus destrezas boxísticas mientras sueñan con un futuro glorioso en el deporte de las narices chatas.

Ahora que las paredes de la instalación deportiva, ubicada en las inmediaciones del residencial Villas de Monterrey, han sido adornadas con los rostros de los excampeones mundiales Miguel Cotto, Félix “Tito” Trinidad, Héctor “El Macho” Camacho y Wilfredo “El Radar” Benítez, los chicos sienten que tienen un incentivo adicional para llegar por las tardes a sudar la gota gorda en sus entrenamientos.

Así lo atestiguó Primera Hora durante una visita al gimnasio en una tarde calurosa de abril. En ese momento un puñado de chicos de entre 12 a 16 años entrenaba con ahínco bajo la tutela del entrenador y gestor del proyecto deportivo, Emilio Lozada. El grupo no era muy grande y todos utilizaban mascarilla para protegerse contra el coronavirus.

Uno de ellos era Brayan Pérez, vecino de Villas de Monterrey, quien compartió que -tras jugar baloncesto y béisbol- decidió darle una oportunidad al boxeo.

“Me gusta entrenar aquí porque no se ve como en otros lugares, que está todo separado. Aquí todo el mundo es familia, todos saludan y se ríen contigo. Es como entrenar entre amigos”, apuntó el joven de 16 años.

Pérez, quien solo lleva tres meses acudiendo al gimnasio, calificó de “súper hermosos” los murales de los cuatro excampeones mundiales.

“Son unos ídolos. Todos deben conocerlos. Alguna vez debieron haber visto una pelea de alguno de ellos. Son súper hermosos”, declaró.

Cuando veo esos dos boxeadores en la pared, me siento inspirado a ser como ellos. Siento que cuando estoy en el ring, estoy frente a miles de personas. Es un efecto bien especial

-Ian S. Velázquez

Ian S. Velázquez coincidió con su compañero de entrenamiento en que el ambiente en el gimnasio es muy familiar, lo que lo hace sentir a gusto. El atleta de 16 años y quien lleva cinco meses entrenando añadió que siente que ha aprendido mucho durante el tiempo que lleva.

En cuanto a los murales, manifestó que cuando guantea ante los rostros de Macho Camacho y del Radar Benítez, se siente inspirado.

“Cuando veo esos dos boxeadores en la pared, me siento inspirado a ser como ellos. Siento que cuando estoy en el ring, estoy frente a miles de personas. Es un efecto bien especial”, reveló con una tímida sonrisa.

El padre de Ian, Luis A. Velázquez, reconoció que en un principio no le agradó la idea de que su hijo practicara boxeo por su naturaleza violenta. Sin embargo, hizo a un lado los prejuicios que sentía y le permitió ir al pabellón de boxeo. Para su asombro, el chico ha mejorado su conducta y se ha comprometido a cumplir con las reglas que se le impusieron para poder seguir entrenando.

Ian Sebastián Velázquez entrena junto a su padre Luis Alberto en el gimnasio Monterrey Boxing Club.
Ian Sebastián Velázquez entrena junto a su padre Luis Alberto en el gimnasio Monterrey Boxing Club. (VANESSA SERRA DIAZ)

El hombre, que igualmente acude al gimnasio para mantener su colesterol bajo control, también ha caído rendido ante el encanto del remozado edificio.

“El aspecto físico siempre es inspiracional. El esfuerzo de Emilio para mantener el gimnasio bonito, impulsa a uno a hacer un mayor esfuerzo y a no permitir que una condición no nos permita lograr algo”, dijo.

Todos quieren ser boxeadores

Si hay alguien que puede dar fe del cambio que la creación del pintor Don Rimx ha obrado en los jóvenes atletas, es Lozada. El entrenador fue el gestor del proyecto junto con el reconocido artista puertorriqueño.

Lozada, quien también es natural del residencial y fundó el club hace 13 años, quería un mural con caras de excampeones, “algo no muy elaborado”. Para su sorpresa, Edwin Sepúlveda, nombre de pila de Don Rimx, transformó su idea en las impresionantes imágenes de Cotto, Trinidad, Camacho y Benítez que hoy adornan las paredes del edificio de un piso y que han atraído la atención de los vecinos de Monterrey y de muchos fanáticos del boxeo que han llegado hasta la instalación para tomarse fotos.

“Claroooo”, dijo Lozada con énfasis cuando se le preguntó si había notado un cambio en los chicos ahora que el gimnasio estaba remozado. “Ahora todos quieren ser boxeadores. Ahora todos quieren estar aquí, y a mí me encanta que estén aquí. Ahora el problema que tengo es con la nueva orden ejecutiva, así que tienen que hacer fila. Antes les gustaba, pero ahora veo muchas caras nuevas y recibo muchas llamadas que quieren venir a entrenar”, añadió con orgullo el técnico.

Este es el mural que engalana la entrada del Monterrey Boxing Club.
Este es el mural que engalana la entrada del Monterrey Boxing Club. (VANESSA SERRA DIAZ)

Lozada compartió que los muchachos no verbalizan su gusto por los murales, pero ha visto como se paran en cada esquina a tomarse fotos para compartirlas en sus redes sociales. Igualmente, apuntó que los vecinos del residencial se sienten muy orgullosos de la resonancia que ha tenido el proyecto.

“La comunidad dice ‘Esto es de nosotros, este es el cantito que ha salido bueno’. Sienten ese orgullo de que aquí tenemos las herramientas para echar pa’ lante y demostrarle al mundo que aquí hay gente buena. Ese buen ‘feedback’ (retroalimentación) del barrio está brutal”, apostilló.