Cuando Elizabeth Torres Rodríguez tenía ocho años, acostumbraba a asomarse por la verja del club de boxeo que instaló su padre Humberto en los altos del negocio familiar, ubicado en el barrio Coquí en Salinas.

Al pie de las escaleras del Cacique Boxing Club, se sentaba a observar por horas cómo su papá entrenaba jóvenes de la comunidad. Una mañana, la jovencita se armó de valor y le pidió a su padre que la entrenara.

Al principio, los progenitores de Elizabeth pensaron que la fascinación de su hija por el boxeo iba a ser pasajera. Ambos se preocuparon por los golpes que podría recibir su niña durante los futuros combates. Sin embargo, a pesar de sus reservas, decidieron apoyarla.

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“Yo era bien tímida. Al principio los varones me observaban practicar y yo empezaba a llorar porque no me gustaba que me miraran. Después, pasó el tiempo y dejé a un lado la timidez”, comentó la atleta.

Hoy, a sus 16 años, la boxeadora se mantiene activa en la división de las 101 libras. Durante el transcurso de los años, ha participado en 48 peleas y solo ha perdido en cuatro ocasiones.

Su madre Jackeline Rodríguez, no titubeó en afirmar que la tercera de sus cuatro hijos, se encontró a sí misma en el boxeo.  Según Rodríguez, Elizabeth siempre fue una adolecente sumamente tímida. Sin embargo, aseguró que dentro del cuadrilátero, su hija se transforma en otra persona.

Rodríguez confesó que a pesar de su aprobación, se le hace muy difícil verla combatir y por esta razón decidió hace mucho tiempo no asistir a las peleas.

“Hace dos años, Elizabeth participó en el torneo Franklin Narváez de Caguas y llegó a casa con la nariz rota.  Yo me puse bien nerviosa porque al día siguiente tenía que pelear. Fue, peleó y ganó”, comentó la madre sonriendo.

Sin embargo, a lo largo de los años, no todo ha sido positivo. La joven confesó que en sus inicios, tuvo que aprender a lidiar con los comentarios que la gente le hacía. Según la joven, la mayoría de los acercamientos eran para alentarla a abandonar el boxeo, ya que para ellos era un deporte exclusivamente para varones.

La chica señaló que los comentarios solo han provocado que siga esforzándose para lograr su sitial en el deporte. Afirmó que dentro del cuadrilátero, se desahoga y puede ser quien  verdaderamente es.

Para su padre y entrenador, el crecimiento de su hija ha sido motivo de orgullo y se ha convertido en una experiencia enriquecedora para ambos.

“Puedo decir que Elizabeth es una de las mejores boxeadoras de Puerto Rico. Cada vez que sube al ring, mi corazón sube con ella”, concluyó.

Cuatro chicas nos cuentan sus experiencias en el cuadrilátero y fuera de él y de cómo han tenido que luchar para ganar un lugar dentro del boxeo.