Una caída puede haberle salvado la vida a Christopher “Pitufo” Díaz.

El boxeador puertorriqueño que reside en Orlando, Florida, sufrió un accidente en el baño que provocó una severa inflamación en un brazo. Acudió emergencias médicas para recibir atención anticipando que solo se trataba de una lesión. Sin embargo, no recibió las mejores noticias.

“Tenía una pelea para el pasado agosto por un título regional del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) para clasificarme. Me caí en el baño, se me hinchó el brazo. Me hicieron unas pruebas y encuentran que tenía un coágulo”, relató Díaz, quien peleó por última ocasión el 21 de mayo del año pasado en Orlando.

“Cuando me caigo en la bañera, con el peso del brazo se estiró una arteria y se hinchó el brazo. Me hicieron un sonograma y descrubren que tengo un coágulo. Luego me hacen una prueba de resonancia magnética y localizaron otros tres, incluyendo uno cerca de un pulmón. En total tenía siete”, continuó.

Díaz viajó a Puerto Rico, donde los doctores lo trasladaron a Ponce para una operación.

“Si no fuera por la caída, hubiese muerto porque los coágulos estaban sólidos y una alta presión arterial me hubiese subido las pulsaciones. Sentí miedo. Pensé que iba a morir. A veces no me querían decir la cosas y sentí una ansiedad terrible. Temí por mi vida porque nunca me habían operado”, recordó.

En Estados Unidos, aproximadamente 235,000 personas acuden cada año a una sala de emergencias debido a lesiones sufridas en el baño, según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). De esas, casi el 14% son hospitalizados.

“Fui a Puerto Rico porque los tratamientos médicos son más costo efectivos que en Florida, y estoy bien”, insistió.

Para Díaz, de 28 años, el proceso de recuperación post operación fue complicado, particularmente en el aspecto emocional.

“Tuve unos efectos secundarios por los medicamentos. Me sentía triste, solo, tantas emociones que me sentaba a meditar y pedir que me dieran una llave para salir. Fue cuando comencé a hacer Uber. Decidí hacer contenido en las redes haciendo reír a la gente o bailar. También conseguí un trabajo en una compañía de aviones privados en Orlando y las cosas han prosperado en seis meses de una manera que no me lo explico”, dijo.

A pesar de la angustias y los riesgos, Díaz no estaba preparado para renunciar a su aspiraciones en el boxeo rentado.

“Estaba en un momento donde mi carrera estaba tomando un segundo aire. Ballys Sports me tenía unas bolsa de dinero ridículas para un 126 libras. Era bastante dinero, pero se cayeron los planes. Los médicos me advirtieron que no debía recibir algún tipo de impacto porque me podía marear por los anticoagulantes”, explicó el ganador de su más reciente combate, vía decisión técnica.

Díaz, no obstante, regresó al gimnasio y tiene en agenda pelear el 12 de mayo en el Caribe Royale Orlando.

“El descanso me vino bien. Tengo 28 años y todavía me queda. La idea es hacer una pelea suave para caer en tiempo, estar bien de salud y luego veremos”, indicó. “No siento miedo porque me cuido, acudo a mis exámenes y estoy bien”.

Díaz, asimismo, admitió que su decisión de continuar en el boxeo no contó con el apoyo inicial de su familia.

“Mi mamá y mi abuela insistieron que para ellas soy un campeón, que no hay necesidad de seguir, pero que si quiero hacerlo que lo haga. Estoy lidiando con todo eso. Hasta mis hijas dicen que no, pero me encuentro bien, el tiempo me ayudó a reflexionar y lo importane es que estoy joven. Tengo mucho que ofrecer en el boxeo”, concluyó.