La Batalla de los Pequeños Gigantes ocurrió el 21 de agosto de 1981.

Cuatro décadas después, la pelea entre el mexicano Salvador Sánchez y el puertorriqueño Wilfredo “Bazooka” Gómez todavía es tema de conversación.

Gómez tenía un impecable récord de 32 victorias sin derrotas y todos sus combates los ganó por nocaut. Era el campeón súper gallo (122 libras), pero subió de peso para retar al menos conocido Sánchez, quien estaría arriesgando la faja pluma (126 libras) del Consejo Mundial de Boxeo.

El escenario fue el Caesers Palace en Las Vegas, Nevada, y Gómez era el favorito para prevalecer. Hasta predijo que sus intenciones eran ganar por la vía rápida, tal como tenía al público acostumbrado. Sin embargo, Sánchez tenía otros planes.

El mexicano derribó a Gómez cuando a penas habían transcurrido 40 segundos del primer asalto. El puertorriqueño se levantó de la lona, pero fue castigado una y otra vez por Sánchez. Gómez tardó dos asaltos en recuperar las piernas y tuvo buenos momentos durante los siguientes tres episodios.

No obstante, el ojo derecho de Gómez estaba inflamado y empeoraba a medida que pasaban los minutos de pelea. Sánchez estaba en control. El octavo fue el inicio del final para Gómez. Sánchez conectó una recta de derecha que sacudió a Gómez contra las sogas.

Un indefenso Gómez recibió una combinación que lo llevó a la lona nuevamente. Aunque el boricua se levantó, el referí Carlos Padilla optó por detener el combate.

Esa noche, Sánchez se convirtió en una leyenda del boxeo mexicano, mientras que Puerto Rico sufrió por la caída de un ídolo, alguien que parecía invencible.

El momento glorioso de Sánchez fue breve. Casi un año después de vencer a Gómez, el mexicano falleció en un accidente de auto. Tenía 23 años.