La historia olímpica de Puerto Rico cumple hoy 60 años.

Fue un 29 de julio cuando la primera delegación olímpica puertorriqueña desfiló en los Juegos Olímpicos de Londres en 1948.

El estadio Wembley se estremecía con la euforia de sobre 85,000 espectadores. Emocionados por el regreso de los Juegos Olímpicos -tras dos cancelaciones a causa de la Segunda Guerra Mundial-, aclamaban a las delegaciones cuando entraban a la ceremonia de inauguración.

Una de esas delegaciones fue un grupo de 12 valientes boricuas que se lanzaron a la aventura sin estar seguros de lo que iba a pasar.

El pertiguista José “Fofó” Vicente fue el abanderado que encabezó al grupo de pioneros, integrado por los atletas José Barbosa Muñiz, Clotilde Colón, Juan Evangelista Venegas, Benjamín Casado, Israel Quitcón, Miguel Barasoda, George Johnson y Julio Sabater. El grupo lo completaron Eugenio Guerra (entrenador), Julio Enrique Monagas (jefe de la delegación) y Andrés Álvarez (asistente).

Vicente, de 86 años, y José Barbosa Muñiz, de 79 años, ambos pertiguistas y compadres, se sienten afortunados de haber vivido aquel momento histórico. Junto a Colón, son los únicos que sobreviven de aquella delegación histórica.

“Sentíamos la obligación de hacer un buen papel en Londres. Estabas representando a tu país. Era una obligación, junto con un temor a quedar mal. Era una responsabilidad sumamente grande”, expresó Vicente, quien para aquel momento ya había sido campeón de pértiga en los Juegos Centroamericanos y del Caribe.

Una historia compleja

El camino para llegar a Londres no fue fácil para la primera delegación boricua. Monagas, entonces administrador de la Comisión de Parques y Recreo, había logrado que el Comité Olímpico Internacional invitara a Puerto Rico a los Juegos de 1948 en Londres.

“Hasta última hora había duda de si íbamos a ir. Eso costaba $25,000. Y el gobernador (Jesús T. Piñero) se había negado. Decía que era mucho dinero para un país en una situación económica… creo que el presupuesto de Puerto Rico era de $30 millones”, recuerda Vicente. “(El periodista Rafael) Pont Flores escribió una columna en la que hablaba de la importancia de asistir y que si (Piñero) no daba el dinero iban a hacer una colecta. Finalmente el Gobernador firmó y así se pudo ir”, dijo Vicente.

Fue entonces que los atletas seleccionados emprendieron el viaje con una mezcla de emoción y nerviosismo.

“Lo que más nos preocupaba era hacer allá las marcas que habíamos hecho en Puerto Rico. Era nuestra responsabilidad”, destacó Barbosa Muñiz. “Ésa era la responsabilidad más grande que teníamos, porque la camiseta de Puerto Rico pesa. Es pesada, porque uno quiere representar a Puerto Rico bien. Y gracias a Dios lo pudimos hacer”.

Controversia por la bandera

Un dato que no se puede pasar por alto es que nuestra primera delegación olímpica no desfiló con la bandera de Puerto Rico.

Barbosa Muñiz señaló que en competencias regionales, Puerto Rico asistía con la bandera de los Estados Unidos. Esto era así ya que en 1948 la monoestrellada no era una insignia oficial, pues todavía no se había creado la Constitución del Estado Libre Asociado.

“Pero cuando vamos a Londres, allí estaba el equipo americano”, apuntó el ex atleta, al señalar que dos equipos no podían tener una misma bandera.

Es por lo anterior que la delegación se llevó desde la Isla una bandera que consistía en un paño blanco con el escudo de Puerto Rico.

Vicente fue el llamado a dirigir el primer desfile de boricuas. Entre risas, comentó que hoy día los abanderados son seleccionados con mayor cuidado que en aquel entonces.

“En el caso mío, sencillamente, cuando íbamos a marchar, Monagas dijo: ‘Fofó, como tú eras soldado y sabes marchar, lleva la bandera’. Así que ese fue el único honor que había envuelto”, añadió entre carcajadas.

De acuerdo con las memorias de Eugenio Guerra -que pronto serán publicadas-, “cuando llegamos al punto de partida de la delegación de Puerto Rico para el largo desfile dentro del estadio, dos cadetes nos entregaron la bandera monoestrellada”. Añade que fue Monagas quien la cambió por la insignia que habían llevado para la ocasión. También la sustituyeron por la monoestrellada que se había izado en la Villa Olímpica de Londres.

Donde no fue reemplazada, según Guerra, fue en la ceremonia de premiación del boxeador Juan Evangelista Venegas, cuando ganó la medalla de bronce. Venegas fue el primer medallista olímpico puertorriqueño.

Vicente y Barbosa también tuvieron actuaciones destacadas al quedar entre los mejores diez pertiguistas del mundo.

Hoy vuelven a mirar aquel momento y piensan en lo mucho que han cambiado las cosas. Los recursos eran escasos, casi no tenían equipo y tenían que hacer de tripas corazones para entrenar y competir. Pero, no resienten nada. Por el contrario.

“Nosotros no le llamábamos sacrificio”, afirmó Barbosa Muñiz. “Para nosotros era un placer”.