Lima, Perú.- A donde quiera que Bladimir Díaz llevaba a sus dos niñas a competir durante los pasados años, siempre ha cargado con responsabilidad los dos sacos: uno para victorias y otro para las derrotas.

Mientras Adriana cosechaba triunfos y se ganaba mucha atención, Melanie, siendo hermana mayor, se quedaba a su sombra, muchas veces sin nada.

Todo eso cambió en la noche del martes, 6 de agosto del 2019, en los Juegos Panamericanos en Lima, Perú. Ese día Melanie dio un paso en grande en su carrera, al asegurarse una medalla de bronce en la modalidad individual, más ganar el oro en dobles femenino junto a Adriana.

Padre al fin, que quiere siempre lo mejor para todos sus hijos, Bladimir ya se siente liberado del saco de las derrotas.

“Ya me puedo morir feliz. Ya me siento realizado”, dijo el también entrenador nacional femenino.

Bladimir reveló que la vida personal de Melanie ha sido difícil, siempre detrás de la sombra de su hermana menor por el éxito que ésta ha tenido desde pequeña.

“No es fácil estar bajo la sombra de un hermano menor. Pero ella lo ha tomado con un amor incondicional con su hermanita. Eso ha sido bien bonito”, dijo.

Por mucho tiempo, agregó Bladimir, Melanie entrenó tanto como su talentosa hermana. Entrenó física y mentalmente hasta el cansancio. Jugó y viajó tanto como su hermana.

Pero no veía los resultados personales, y en un momento de su carrera, quiso dejar el tenis de mesa, reveló Bladimir.

“Melanie ha sufrido mucho. Ha batallado mucho. Ahora lo puedo decir: ha estado batallando con las lágrimas, con la frustración, y el que ella haya alcanzado eso es enorme”, confesó Bladimir.

“Ella me lo llegó a decir en algún momento. Me dijo ‘Papi, yo creo que ya yo…’, y yo le dije ‘jamás en la vida, vamos a seguir’”.

Además de empujarla a no quitarse, también le dio herramientas para enfrentar el reto.

“Tú necesitas creer en ti porque yo creo en ti. Vamos a seguir intentándolo”, le dijo.

Y dicho y hecho.

Bladimir, el entrenador, dijo que con perseverancia Melanie pudo finalmente unir el eslabón que le faltaba en su juego: la confianza personal, con los que tenía: la dedicación y talento.

“Había un desbalance. Trabajábamos mucho en la parte física, en la parte técnica. Pero mentalmente no teníamos la seguridad. Siempre jugaba bien, pero los puntos finales no los cerraba. Ese mito se rompió. Ya Melanie ha dado de qué hablar aquí y a va seguir dando de qué hablar”, dijo.

El fundador del Club Águilas de la Montaña en Utuado, junto a su hermano Eladio Afanador, aclaró que no se debe confundir su declaración figurativa de que “ya se pueda morir” con que éste sea su final como entrenador, y naturalmente como padre o con las metas que pueden alcanzar sus hijas.

“Eso no quiere decir que nos vamos a detener. Vamos a seguir trabajando. Pero, de verdad, que me faltaba Melanie”, dijo.