Aún activo a los 65 años, el jinete Gilberto Laíz dice que sin los caballos no puede vivir
Con una carrera que ya suma los 46 años en Estados Unidos, el nativo de Río Piedras sigue montando en circuitos en Norteamérica y poniendo el nombre de Puerto Rico y de sus jinetes en alto.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 5 años.
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Nota del Editor: Segundo de una serie de historias sobre la gran cantidad de jinetes boricuas que laboran y dan buen nombre a Puerto Rico en hipódromos fuera de la Isla.
Una colecta entre amigos llevó hace 46 años al jinete Gilberto Laíz, entonces un teenager, a probar suerte en los hipódromos de Estados Unidos. A los 65 años, Laíz no ha regresado a Puerto Rico y tampoco ha dejado de montar.
Laíz, natural del residencial Manuel A. Pérez en Río Piedras, ganador por primera vez en el Viejo Comandante a bordo de la Ricachona, es uno de los cientos de jinetes boricuas que están montando en Estados Unidos.
“Somos muchos, y son muchos a los que le he dado la mano”, cuenta Laíz.
Con 65 años y más de 30 temporadas en hipódromos del norte y sur de Estados Unidos, Laíz se mudó a Nueva York cuando la colonia de jinetes boricua en hipismos en Norteámerica no llegaban a 50. Hoy en día el número podría estar cerca de los 200, y cuidado si hay más.
“He visto venir mucho jinete y he visto irse a muchos también”, observa Laíz, destacando que para su tiempo de juventud los jinetes boricuas no querían montar en Estados Unidos por no enfrentar el idioma. Aconsejado por el fenecido promotor y dueño de caballos y exlanzador de las Grandes Ligas, José ‘Pantalones’ Santiago, Laíz dijo que agarró la colecta de los amigos y emprendió el viaje.
“Pantalones fue quien me envió para allá porque decía que montaba bien y que trabajaba mucho. Me busqué una persona que me tradujera en el paddock (el área de espera donde aguardan los ejemplares junto a sus jockeys y entrenadores antes de salir a correr) las instrucciones de los entrenadores, y le pagaba un poquito. Había que pagar un poco para hacer unos chavitos”, dijo.
Yo entro al sauna a molestar a los muchachos con un hamburger en la mano. Yo no tengo que rebajar
-Gilberto Laíz
Ciertamente estaba presente la barrera del idioma, pero también estaba el calor boricua para echar hacia adelante, aseguró Laíz.
“Cuando llegué allá, que fue en Maryland, me quedé con Carlos Hiram Márquez y sus hermanos Raúl y Rafael, y ahí empecé a montar hasta el día de hoy”, recordó Laíz al mencionar a la reconocida familia hípica que tiene representantes activos en Camarero con Carlos Hiram Márquez, hijo.

El mismo calor boricua que bautizó a Laíz es el mismo que beneficio al carolinense y miembro del Salón de la Fama, John Velázquez, quien llegó a Estados Unidos en el 1990, recomendado por el agente Tico García, y quien fue adoptado por la familia de la leyenda boricua y del hipismo de Estados Unidos, Ángel ‘Junior’ Cordero.
Este año, el veterano jinete ha tenido tres montas solamente. No lo han dejado montar más por la pandemia del coronavirus. El hipódromo Gulfstream le ha prohibido la entrada porque por su edad está en el rango de alto riesgo para poder enfrentar el coronavirus. Laíz no tiene complejos.
“Yo lo entiendo. La pandemia está mala. Yo no quiero ir para Miami”, dijo.
Laíz está cerca de llegar a los 1,000 triunfos de por vida. La base de datos de Equibase no está completa para poder ofrecer su estadística oficial. Esa tampoco considera la actividad de Laíz en Camarero, en donde el jinete dijo que montó mucho los caballos del recordado Javier ‘Babi’ Maymó.
Laíz dijo que no se siente de 65 años y que está completamente capacitado para hacer su trabajo ante jintes jóvenes o veteranos como José Ferrer, otro reconocido boricua que también está montando a los 54 años.
“Yo entro al sauna a molestar a los muchachos con un hamburger en la mano. Yo no tengo que rebajar”, dijo el jinete de 5′2 de estatura y 105 libras.
“La gente me dice: ‘tú no te pones viejo’. Yo me siento de 40 años. Me despierto a las cuatro de la mañana a trabajar caballos y me dan las seis de la tarde y todavía estoy trabajando caballos”, agregó.
Laíz ha hecho como muchos jinetes boricuas que se han establecido en Estados Unidos. Tiene una finca en Ocala, Florida, en donde trabaja caballos para clientes suyos que luego van a correr en el hipódromo. Ese trabajo lo mantiene vivo.
“A las cinco de la mañana ya yo estoy montando potros. Y monto mis propios caballos. Esa es mi vida. Sin los caballos yo no puedo vivir”, dijo.