Si fuera un glaciar, la vallista Jasmine Camacho Quinn es solo la parte visible sobre el agua. Tal como sucede con ese fenómeno de la naturaleza, debajo de la superficie, oculto, pero igual de importante existe un fundamento más grande que el que sobresale sobre el agua. En su caso es el núcleo familiar lo que pone a flote a la campeona olímpica.

Camacho Quinn, quien la semana pasada vino a Puerto Rico a celebrar su medalla de oro en las Olimpiadas Tokio 2020, estuvo siempre acompañada durante esa visita de su familia. El cuadro es un símbolo inequívoco de que la atleta no llegó sola al olimpo, sino acompañada de la familia que la alentó a representar sus raíces boricuas y que la abrazo en los momentos difíciles.

“Gracias, gracias, gracias por estar ahí“, dijo la atleta hacia su familia en una de las actividades de recibimiento.

Camacho Quinn es la única ‘nena’ en la casa de James Quinn y María Milagros Camacho. La pareja tiene que otros tres retoños: Robert, James, Jr. y Miguel. Jasmine fue llevada a las pistas desde muy pequeña por sus padres, quienes también fueron corredores de pista. La llevaron por clubes hasta hacerla campeona a nivel escolar en el Carolina del Sur y eventualmente dos veces titular de la NCAA con la Universidad de Kentucky.

Ambos padres se pueden dar hoy golpes en el pecho de que tiene una hija campeona olímpica y dueña de un récord olímpico, además de que tiene a su hijo Robert que juega en el football NFL con los Bears de Chicago. Muy pocos padres tienen dos hijos en el más alto nivel de sus deportes.

James padre afirmó que se puede dar golpes en el pecho porque es un logró que sería de orgullo para cualquier núcleo familiar. Pero dijo que, sobre todo, el logro le pertenece a María Milagros y a la familia que se mantuvo unida por el bien de los hijos.

“Para muchos padres sería un orgullo, pero estoy seguro de que, para mí, no hubiese sido posible si no la tuviera a ella (María Milagros). Una vez tuve una conversación de hombre con mi hijo y le dije ‘Robert, si no hubiera conocido a tu mamá no estuvieras en la liga (NFL)’. Y él me contestó ‘definitivamente’“, reveló James.

“Luego de que dio a luz, hicimos lo que tuviéramos que hacer para sacarlos adelante. Sin ella, sin habernos mantenido, hubiese sido imposible. Como padre, pasamos por momentos difíciles, pero nos mantuvimos e hicimos lo que fuera necesario”, agregó.

Quinn entrenó a Jasmine, así como a Miguel. Fue asistente del equipo de pista y campo de la escuela superior Fort Dorchester luego de haber sido velocista y vallista en la Charleston Southern University, en donde fue exaltado a su Salón de la Fama en el 1996. Quinn posee la marca de 110 metros con vallas de la institución con un registro de 13.53 segundos.

“Era bueno, pero no tan bueno como mi hija”, asegura Quinn acompañado de risas.

María Milagros también tiene su historia Charleston Southern University. Posee aún el cuarto mejor tiempo registrado por una atleta de dicha institución en los 400 metros lisos con 55.47 segundos, y el tercer mayor salto largo con 19 y 3/4 de pies.

Jasmine Camacho-Quinn triunfa en los 100 metros con vallas y logra para Puerto Rico la primera medalla de oro en los Juegos Olímpicos Tokio 2020.

Con esa base criaron a sus cuatro hijos, aunque el mayor, James, de 33 años, decidió por no hacer deportes.

“Pero tenía habilidad. Y ahora no puede creer que tiene una hermana medallista de oro en la casa”, dijo Quinn.

El footbolista, Robert, también es egresado de la escuela Fort Dorchester y recibió una beca para jugar en North Carolina University. Fue una selección de primer ronda en el sorteo de jugadores de 2011. Ha jugado para cuatro equipos y ha sido seleccionados dos veces para el Juego de Estrellas.

La atleta le dio a Puerto Rico una segunda presea dorada.

Y Miguel, el más cercano en edad a Jasmine, también corrió en pista y jugó football.

“Corrió 10.5 (100 metros) en escuela superior y 21.60 (200 metros). Lo vi una vez correr en California el 4 x 400 --que no quiso correr para mí-- e hizo 48.00. Eso me impresionó. Ahora está diciendo que quiere regresar a la pista. Le tuve que decir ‘tu tiempo pasó. Ahora tienes que trabajar’”, dijo Quinn.

Así que con esa tradición deportista y núcleo familiar, Jasmine Camacho Quinn se elevó en el olimpo para el orgullo de su familia, lo que es un ejemplo para todos aquellos que quiera tener una idea de cómo se puede construir a una campeona olímpica.

“Aquí estamos apoyándola a ella nuevamente. Todos sus hermanos apoyándola. Estamos muy orgullosos de ella”, dijo María.