Denver. El caso involucra casi todo lo que una víctima de acoso sexual estaría desesperada por evitar.

Docenas de correos electrónicos y muchas solicitudes de entrevistas de seguimiento sobre un episodio traumático. Disputas sobre honorarios jurídicos. Documentos con una jerga legal muy densa, y ninguna respuesta concluyente sobre el desenlace del caso de tres años.

“A fin de cuentas, ellos ni siquiera investigaron”, dijo la deportista de curling sobre su queja de 2020 por acoso sexual en su club de curling de Colorado presentada ante el U.S. Center for SafeSport (Centro de Estados Unidos para el Deporte Seguro).

Establecido hace seis años para obligar a la rendición de cuentas tras los escándalos por abuso sexual en deportes olímpicos que derivaron en el encarcelamiento de Larry Nassar, exmédico del equipo nacional de gimnasia de Estados Unidos, el mandato del Centro SafeSport no sólo abarca las instalaciones de élite que moldean a los mejores deportistas de la nación, sino también clubes de base como en el que que entrenaba la mujer y que forman la columna vertebral del sistema olímpico.

El caso de la mujer, que compartió con The Associated Press a condición de que ella y su instalación deportiva no fueran nombradas para proteger su privacidad, fue uno de los cinco examinados por la AP que expusieron fallas profundas en una agencia desbordada de casos que es criticada por deportistas, líderes olímpicos e investigadores vinculados con Washington.

“Lo que se derivó de todo ello fue la sensación de que SafeSport está lamentablemente mal equipado para su misión”, dijo la réferi de rugby Gray Montrose sobre su propia queja de 2021, de que otro árbitro la manoseó mientras lo llevaba en automóvil a un torneo universitario en Virginia.

El árbitro recibió seis meses de libertad condicional, pero después de que Montrose expresó su preocupación por el regreso de él al deporte, el Centro dio un giro completo y abrió un caso contra ella.

Debido a resultados como este, a menudo los deportistas son reacios a criticar a SafeSport por “miedo a las represalias del propio Centro si tienes una opinión demasiado fuerte”, dijo Steve McNally, director ejecutivo de la Asociación de Taekwondo de Estados Unidos.

Max Cobb, expresidente de la Asociación de Biatlón de Estados Unidos y quien fuera un líder clave en los deportes olímpicos estadounidenses, dijo que los problemas son más profundos.

“Con mucha frecuencia, las investigaciones tardan meses o años en comenzar, y a la larga son demasiado lentas para ser efectivas dentro del marco de tiempo de la vida real en el que se mueven nuestros deportistas y deportes”, agregó Cobb. “Esto crea un largo período de inacción que en muchos casos es peor o casi tan malo como la ofensa inicial”.

Una comisión designada por el Congreso para que investigue al sistema olímpico de Estados Unidos ha recibido numerosas quejas sobre SafeSport. “Una y otra vez escuchamos que la seguridad de los deportistas y el proceso de SafeSport deben ser una prioridad máxima” para las reformas, dijo Han Xiao, un jugador de tenis de mesa retirado que copreside la comisión.

La semana pasada, el Consejo de Deportistas de Fútbol de Estados Unidos envió una carta al Congreso firmada por 100 jugadores de equipos nacionales, incluido todo el equipo estadounidense de la Copa Mundial femenina, en la que les imploran a los legisladores que arreglen SafeSport.

“SafeSport fue creado con intenciones nobles e importantes, pero creemos que tal como se encuentra en la actualidad, SafeSport está fallando en lo que se supone que debía lograr”, se afirma en la misiva.

El Centro con sede en Denver tiene unos 1.000 casos abiertos, una cuarta parte de los cuales llevan más de un año, señaló Dan Hill, portavoz de SafeSport. Con sólo unos 60 investigadores de tiempo completo, recibe alrededor de 150 quejas nuevas cada semana.

De acuerdo con el informe anual del Centro en 2022, menos del 15% de los 12.751 casos que investigó desde marzo de 2017 hasta 2022 concluyeron con una resolución formal. Casi un 38% adicional estaba “cerrado administrativamente”, lo que significa que SafeSport no hizo ningún hallazgo, no impuso sanciones y no hubo un registro público de las acusaciones. La agencia declinó perseguir prácticamente todos los demás, diciendo que caían fuera de su mandato de perseguir la conducta sexual inapropiada en los deportes.

“Hemos logrado mucho, pero también recibimos quejas y también recibimos retroalimentación”, dijo a la AP la directora general de SafeSport, Ju’Riese Colón. “Tenemos mucho trabajo por hacer, pero dadas las circunstancias, creo que la organización lo está haciendo bastante bien”.

A raíz del caso de abusos de Nassar, el Congreso celebró audiencias y autorizó estudios que condujeron a la legislación que creó SafeSport. La idea era formar una agencia administrada de manera independiente, muy parecida a la exitosa Agencia Antidopaje de Estados Unidos, para decidir los casos sin interferencia de las entidades que supervisa.

Pero si bien el gobierno proporciona más de la mitad del presupuesto de 28,5 millones de dólares de la agencia antidopaje, en 2022 le dio sólo 2,3 millones de dólares a SafeSport, poniendo la responsabilidad sobre el uso del resto de su presupuesto de 23 millones de dólares en las organizaciones que regula: el Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos y las más de 50 organizaciones deportivas individuales que supervisa.

Colón dijo que el presupuesto actual se creó cuando el Centro recibía sólo 2.700 quejas anualmente, no las 8.000 al año que recibe ahora. “Si tuviera que mirar hacia el futuro sobre lo que realmente necesitamos, necesitamos al menos el doble de lo que tenemos hoy”, agregó.

Los críticos dicen que no hay manera de que SafeSport sea efectivo si la mayor parte de su financiación proviene de aquellos a quienes vigila.

“Ir a SafeSport es como si tu diócesis local dijera: ‘Oye, ¿tienes un problema con un sacerdote local? Llámanos’”, dijo el abogado Jon Little, quien representó a la Asociación de Bádminton de Estados Unidos en un caso que duró mucho y que involucró a una deportista adolescente que, en 2012, acusó a un entrenador de obligarla a tener relaciones sexuales.

“No hay forma de que la manera en que está configurado fuera a funcionar jamás”, añadió Little.

En un día cualquiera, es igual de probable que SafeSport reciba llamadas de un miembro de un club de entrenamiento deportivo local, de los padres de un niño que toma clases de taekwondo o de un gimnasta olímpico u otro competidor de élite.

Entre las conclusiones extraídas por la exfiscal general de Estados Unidos Sally Yates, en un informe sobre comportamiento abusivo y conducta sexual inapropiada en el fútbol profesional del país, estaba que SafeSport —que cubre a casi 11 millones de deportistas— se encontraba sobrepasado.

“No tiene los recursos necesarios para atender con prontitud el volumen de quejas que recibe”, escribió Yates en su informe de 2022.

Colón defendió el mandato amplio de SafeSport.

“Si el Centro se enfocara sólo en los deportistas de élite, eso dejaría a alrededor de 10 millones de personas en una posición en la que carecerían de ningún recurso”, dijo sobre la enorme cantidad de deportistas de base.

Los cinco casos que la AP examinó ilustran cómo el sistema del Centro ha derivado en una sobrecarga de trabajo para un personal que a menudo brindó información contradictoria, confusa e incompleta a los denunciantes, y que a veces ni siquiera se alineaba con las propias reglas del Centro para manejar las investigaciones.

El caso de la deportista de curling involucró acusaciones de que un trabajador del club la había acosado en 2017 y 2018, incluido el enviarle fotos y videos pornográficos a su teléfono celular. La mujer también expresó su preocupación de que otros estuvieran siendo acosados.

SafeSport envió al hombre una “carta de amonestación” y, aunque él dejó de trabajar en el club, siguió acudiendo en calidad de voluntario. La mujer se acercó de nuevo a SafeSport y la instaron a contactar a los líderes de la Asociación de Curling de Estados Unidos, el Comité Olímpico y al propio SafeSport.

“Sé que su experiencia no ha sido ideal”, escribió Colón en respuesta al correo electrónico de la mujer. “Tenga presente que continuamos mejorando nuestro proceso y las comunicaciones con todos los involucrados”.

La mujer también llevó su caso ante Nicole Deal, directora de seguridad de deportistas del Comité Olímpico, quien presentó su propia queja contra el club de curling por no reportar las acusaciones de acoso a SafeSport.

Eso originó múltiples solicitudes de entrevistas por parte de SafeSport. La mujer se negó, diciendo que no volvería a pasar por las agotadoras horas de interrogatorio a las que se sometió tras presentar su primera denuncia. A la mujer nunca se le informó sobre el resultado de la denuncia de Deal, aunque le facturaron casi 4,000 dólares en honorarios jurídicos inesperados.

El manejo de SafeSport de los otros casos que la AP examinó —en rugby, bádminton, snowboard y levantamiento de pesas— estuvo lleno de contradicciones y confusión que derivaron en una falta de confianza en el Centro por parte de los deportistas que alegan haber recibido abusos.

— Este año, el ex director general interino de SafeSport, Regis Becker, fue suspendido temporalmente, y la directora de una competencia de levantamiento de pesas fue reprendida por el manejo que hicieron ambos de una denuncia de conducta sexual inapropiada. La organizadora de la competencia de Pensilvania —quien compartió detalles con la AP a condición de guardar el anonimato debido a lo delicado del tema— le preguntó a Becker qué hacer con un entrenador que fue visto dando palmadas en el trasero de sus deportistas femeninas en la competencia. Becker dijo a la directora que debería darle una advertencia para que cesara su comportamiento ofensivo.

Más tarde, fotografías que el entrenador publicó en redes sociales de él observando a levantadoras de pesas en posiciones inapropiadas y sugerentes fueron entregadas a SafeSport. El Centro respondió con una reprimenda a la directora de la competencia por no presentar de inmediato una queja ante el mismo. Becker fue suspendido seis meses por “abuso de proceso” y por no reportar la conducta inapropiada.

“Cuando aplicas las reglas de esa manera, así de arbitraria, y no piensas en las situaciones individualmente, se presta a estos desperdicios de recursos y acciones judiciales que ves por parte de SafeSport”, dijo Little, el abogado.

— Un caso de larga duración en el que el entrenador de snowboard Peter Foley fue acusado de agresión y acoso sexual llevó a la Asociación de Esquí y Snowboard a abrir su propia investigación, que condujo al despido de Foley en marzo de 2022. SafeSport, que actuó con lentitud para abrir un caso sobre Foley, se quejó ante el senador Chuck Grassley, un simpatizante, de que la federación de snowboard se había entrometido en su proceso. Una deportista en el caso dijo que no quería involucrar a SafeSport debido al proceso de denuncia “exhaustivo y desafiante”.

— El caso de la Asociación de Bádminton de Estados Unidos involucró intercambios tensos entre Bobby Click, vicepresidente del Centro SafeSport, y Little, que abogó por llevar los casos de abuso sexual a la policía antes de acudir al Centro.

“La conclusión es que nunca deberías llamar a SafeSport, deberías llamar a la policía”, dijo Little. “Después, si la policía dice que está bien, deberías llamar a SafeSport. La razón por la que digo esto es porque es la ley”.

Mientras el Centro trata de captar la magnitud de su enorme misión, lo que está en juego es difícil de pasar por alto.

Una encuesta de 2021 realizada por el grupo activista mundial World Players (Deportistas Mundiales) encontró que el 13% de los 297 deportistas encuestados en todo el mundo habían reportado haber sufrido abuso sexual en los deportes al menos una vez cuando eran niños.

En su propio sitio web, SafeSport hizo referencia a un estudio realizado por el Centro de Investigación de Crímenes contra Niños que dice que una de cada cinco niñas y uno de cada 20 niños en Estados Unidos se convierten en víctimas de abuso sexual.

David Finkelhor, director del centro de investigación, dijo que la mayoría de las organizaciones que atienden a los jóvenes —incluidos grupos religiosos, los Boy y Girl Scouts y organizaciones deportivas— comparten una cosa en común cuando se trata de prevenir el abuso.

“No necesariamente tienen las habilidades que la mayoría necesita que se apliquen”, explicó. “No necesariamente tienen los fondos para apoyar las cosas que deben hacerse. No hay programas ni prácticas que puedan adoptarse de otros lugares que necesariamente se ajusten a su entorno”.

Cobb dio crédito a SafeSport por el trabajo que hace para educar a los deportistas, entrenadores y administradores sobre cómo mantener los deportes seguros.

No obstante, dijo que en última instancia SafeSport necesita un enfoque más colaborativo “que reúna a los deportistas y sus familias” con los líderes deportivos y el Centro para establecer políticas.

“Hemos perdido demasiado tiempo”, agregó Cobb. “Es hora de un reinicio fundamental”.