Boston. Rosie Ruiz, cuya victoria en el maratón de Boston de 1980 fue anulada tras descubrirse que la corredora cortó camino y se convirtió en símbolo de trampa deportiva, falleció el mes pasado a los 66 años.

Ruiz, también conocida como Rosie Vivas, murió de cáncer en Florida el 8 de julio, de acuerdo con un obituario en que no se hace mención sobre el infame incidente del maratón. La revista Running fue la primera en hacer la conexión esta semana, un final adecuado para uno de los más extraños capítulos en la historia de esa carrera.

“Es una parte colorida de la historia del maratón de Boston, sin duda”, dijo Bill Rodgers, quien triunfó en la rama masculina ese mismo año y sospechó de inmediato de la mujer sentada a su lado en el podio de premiación.

Nacida en La Habana, Cuba, Ruiz llegó a Estados Unidos a los ocho años y se estableció con familiares que residían en Miami.

Una desconocida en el ámbito deportivo que no lucía ni actuaba como alguien que recién había corrido 42.16 kilómetros (26.2 millas), Ruiz terminó en el primer lugar en la rama femenina en Boston en 1980 en un tiempo entonces récord de 2 horas, 31 minutos y 56 segundos. Pese a que recibió la medalla y la tradicional corona de olivo, sus rivales se preguntaban cómo una mujer de la que nunca habían oído hablar -ni habían visto a lo largo de la competencia- pudo ganar la carrera.

“Sabíamos que se había colado. Nosotros, que sabíamos qué era un maratón, lo dedujimos”, afirmó Rodgers a The Associated Press. “No había sudado lo suficiente; corrió con una camiseta pesada; no sabía nada sobre correr”.

“Yo me encontraba con ella al día siguiente en televisión y ella lloraba inconsolablemente”, detalló Rodgers, que agregó que él pensó que Ruiz quería confesar. “Si ella simplemente hubiera dicho, ‘lo siento. Cometí un error’. Los corredores -todos nos retiramos de carreras- lo habríamos comprendido”.

En una época previa a los chips de rastreo y puestos de control electrónico, los organizadores de la carrera se apoyaron en observadores para apuntar los números que portaban los corredores a su paso. Sin embargo, ellos se enfocaban principalmente en la carrera de los hombres.

Ruiz no aparecía en esas listas, ni en las cintas de vídeo ni en ninguna de las cerca de 10,000 fotografías tomadas a lo largo de los primeros 40.23 kilómetros (25 millas) de la carrera.

Cuestionada por la Asociación de Atletismo de Boston sobre sus métodos de entrenamiento y su ritmo de carrera, ella no tuvo respuestas y parecía no comprender términos que serían comunes para los maratonistas de élite. Tampoco pudo reconocer escenarios por los que habría pasado en el trayecto. Dos estudiantes de Harvard se presentaron para decir que la vieron integrarse a la carrera cerca de Kenmore Square, aproximadamente a 1.6 kilómetros (una milla) de la meta.

Inclusive, la propia Rosie provocó la suspicacia de los expertos tras una entrevista a un canal de televisión a los pocos momentos de terminar la carrera, en la que le preguntaron sobre su mejor tiempo antes de esa carrera y contestó que dos horas con 56 minutos y 33 segundos en el maratón de Nueva York, una mejora considerable en solo seis meses. Asombrada, la periodista le preguntó si había hecho rutinas para mejorar su velocidad y ella respondió que no sabía qué era eso, y sobre quién la había asesorado, dijo que ella se asesoraba sola.

A Ruiz le fue retirado el título ocho días después de la carrera. La canadiense Jacqueline Gareau fue declarada la ganadora correcta y fue trasladada de regreso a Boston al mes siguiente para ser premiada. Posteriormente, los oficiales del maratón de Nueva York descualificaron a Ruiz de modo retroactivo de esa carrera.