De rodillas sobre el tapiz del ExCel Center en Londres, Jaime Espinal levantó sus dos brazos en señal de triunfo, agradecido por esa ayuda celestial que le dio la mano ese 11 de agosto de 2012.

Fue una imagen que quedó inmortalizada en la historia del deporte puertorriqueño. Espinal acababa de derrotar al bielorruso Soslan Gattsiev para pasar al combate por la medalla de oro en la categoría de 84 kilos de la lucha olímpica, estilo libre, en las Olimpiadas de Londres.

Su victoria le aseguró la medalla de plata que eventualmente recibió en el podio de manos del puertorriqueño Richard Carrión. Era la segunda medalla de plata olímpica en la historia de Puerto Rico, y una gesta que sacudió a toda la Isla. Ese 11 de agosto, Jaime Espinal se presentó ante el pueblo puertorriqueño.

Mañana, domingo, se cumple un año de ese histórico día. La vida de Espinal dio un giro de 180 grados. De un total desconocido fuera de los círculos de la lucha, Espinal pasó a adornar portadas de periódicos y revistas. Se convirtió, de un día al otro, en toda una figura pública y un querendón del pueblo puertorriqueño.

“La experiencia superó todas mis expectativas, pero multiplicado como por diez. Pensé que una medalla olímpica era una medalla para mí, para mi entrenador… Como máximo, una medalla para el Comité Olímpico. No pensé que iba a ser una medalla reconocida por un pueblo entero”, compartió Espinal en entrevista con Primera Hora a un año de su medalla.

Aquel sábado londinense era el último día de competencia para Puerto Rico en los Juegos. El turno le correspondía a Franklin Gómez (60 kilos) y a Espinal. Gómez, por su condición de subcampeón mundial, era favorito de muchos para subir al podio olímpico. La expectativa antes de Londres eran dos medallas: una de Javier Culson y otra de Gómez. Pero Gómez llegó a la competencia afectado por una monga, y el libreto cambió drásticamente.

“La carga estaba sobre Franklin, porque todo el mundo esperaba medalla de él. Cuando él pierde ese primer combate, toda esa carga vino donde mí, porque yo todavía no había salido. Era la esperanza en ese momento”, recordó Espinal. “Me fui para mi esquina y le pedí a Dios que me diera sabiduría, paz, que fuera Él quien guiara mis pasos de ahí en adelante. No era algo que estaba contemplado, no estábamos preparados para eso. Sabíamos que Franklin estaba enfermo, pero Franklin es grande, es un muchacho de fe también. Pensábamos que, como quiera, Franklin iba a sobrepasar esa situación”, abundó.

“No sabía que iba a ser así”

Espinal ganó tres combates y su única derrota ese día fue en la final contra Sharif Sharifov, de Azerbaiyán, en el combate por la medalla de oro. Lo que siguió, fue una experiencia inolvidable en el podio.

“Lo que pensaba era ‘gracias, Dios’. Nunca pensé que fuera algo tan grande. Pensaba que era algo para mí, mi entrenador, para el Comité Olímpico. Sabía que estaba representando a todo Puerto Rico, a todo Latinoamérica, pero no sabía que iba a ser así, un movimiento, ¡una alegría tan... wow!”, rememoró entre risas.

Sobre los pasados 12 meses, Espinal dijo que no está del todo satisfecho, pues nunca pudo balancear bien su tiempo entre entrenamientos y actividades públicas. Pero luego del Campeonato Mundial de Lucha que se aproxima en diciembre, está claro sobre sus intenciones.

“De las Olimpiadas para acá, he tenido demasiadas bendiciones, más de que las que yo pensé haber tenido. La cantidad de ayuda que estoy recibiendo ahora es una ayuda que exagera lo que uno en verdad necesita, y a veces me siento que en verdad no he dado lo suficiente. Ahora, después del Mundial, me voy a enfocar, aunque sea unos poquitos meses, para poder compartir más con los niños y darle la experiencia”, sentenció.