A los tres años, fue encerrado en un cuarto sin comida ni agua. Para ese mismo tiempo, también fue víctima de un intento de ahorcamiento. Y todo ese mal le vino de unas manos que solo le debían dar amor y ternura.

El invicto karateca Javier Martínez Flores no ha tenido una vida fácil. Desde muy niño fue víctima del constante maltrato por parte de sus padres biológicos, quienes nunca le agradecieron a Dios el regalo de vida de un futuro campeón de un deporte que exige un alto grado de fortaleza física y, sobre todo, emocional.

Javier, o Edxel (su primer nombre), tuvo una infancia que ningún niño merece tener. Su padre nunca le supo dar amor porque vivía con la irracional idea de que solo quería tener hijas. Así, cegado por el vicio de las drogas y el alcohol y sin justificación alguna, intentó acabar con la vida de su retoño en varias ocasiones.

Lo llegó a encerrar en una especie de calabozo todo un fin de semana sin comer. En otra ocasión, intentó envenenarlo, luego lo dejó moribundo al tratar de ahorcarlo.

“Mi pai era bien malo. Era muy estricto; era maltrato. Nunca quiso varones, quería hembras nada más, y quiso matarme a los tres años. Le doy gracias a Dios que yo estoy vivo de milagro”, narró Javier, hoy con 22 años de edad, pero manteniendo muy presente esos tristes sucesos vividos.

“Todavía es difícil. Pero si uno se esfuerza, se puede echar pa’ alante. No guardo rencor. El pasado es pasado y no le doy casco a eso”, dijo Javier, cuyo padre murió asesinado por causas cercanas al vicio y su madre vive en Estados Unidos, también consumida por las drogas.

“No quiero saber nada de ellos. Ahora yo estoy tranquilo, quiero echar pa’lante y estudiar”, expresó Javier, quien tiene otros cinco hermanos biológicos, todos también sobrevivientes del mismo tipo de abuso.


Javier y sus hermanos fueron separados de sus padres por el Departamento de la Familia cuando este tenía cuatro años de edad. Desde ese entonces hasta los 15 años, vivió en múltiples hogares sustitutos. A los 16, por su parte, fue reubicado, también con carácter temporero, en el Hogar Jesucristo Ayúdame, que es dirigido por el maestro e instructor de karate Artie Oyola. Y desde entonces, de la mano del deporte y del amor provisto por Oyola y su esposa Ruby Ramos, todo cambió.

Un nuevo comienzo

Según el testimonio de Oyola, Javier se quedó más tiempo del que debía estar en el Hogar Jesucristo Ayúdame porque en el Departamento de la Familia perdió su expediente y no le dieron el seguimiento debido. Para cuando finalmente apareció, Oyola ya sentía que tenía en sus manos un caso tan especial y decidió hacerse cargo de la custodia del jovencito, a quien le había atraído mucho el karate.

“‘Javi’ es un atleta que me tomó trabajo desarrollar porque motoramente era muy torpe. Ha mejorado su automotor gracias al karate. Tiene mejor coordinación, no rompe las cosas como antes. Es un niño que se ha desarrollado grandemente, y en su pensamiento ha crecido y ha equilibrado la mente de unos atrasos que ha tenido desde que nació”, señaló Oyola.

Oyola abundó que su dedicación a Javier nació de una relación de verdadero amor, al punto de que asumió la custodia sin recibir ninguna compensación económica por parte de Familia.

“Está aquí conmigo (porque) el amor está sobre el dinero. Un tío y el papá lo metían en un calabozo a los tres años y le rompieron el bracito y lo dejaron sin comer dos días hasta un lunes. Ha sufrido mucho”, dijo Oyola, quien maneja la escuela The Best Karate, Inc.

“No pensé que era difícil (quedarse con Javier), porque era un niño educado, callado, humilde, pero tenía miedo que hubiesen secretos dentro de él, que fuera a refutar al tiempo y que me diera una sorpresa. Los traumas a veces los superas, pero a veces los transmites en otras personas. Uno tiene que velarlos”, indicó Oyola, quien tiene dos hijos biológicos, Ruby Cristal y Artie David, de cuatro y dos años.

Sin imaginárselo, Oyola decidió continuar con la educación de un joven que tenía un talento oculto para el karate. ¡Y qué talento! Javier ha representado a Puerto Rico en el exterior muchas veces y se perfila como uno de los representantes de la Isla para los Juegos Centroamericanos y del Caribe (JCAC) Veracruz 2014.

“Pensé en buscarle la salud mental que él necesitaba. Yo puedo acudir a la salud mental en el karate a través de la meditación, bajar el estrés con ejercicios, descargar su coraje y purificar su alma”, explicó Oyola, quien ha guiado a Javier a sobre una docena de triunfos en campeonatos en el exterior.

“El karate te enseña a respetar a las personas, a tener valores, disciplina, a defenderte y ser un hombre que está llevando una conducta imitando a Dios”, dijo Oyola.

“(Javier) ha dominado todas las categorías de manera contundente, desde las menores hasta avanzado. Es el número uno del mundo. Es un buen prospecto para el 2020 (Olimpiadas)”, agregó Oyola al añadir que se espera que el karate sea parte del programa olímpico como deporte de exhibición ese año.

Javier llegó a la familia de Oyola siendo un adolescente, lo que implicaba una gran paciencia y amor por parte de su nueva familia.

“Desde que llegó, no fue fácil. Siempre fue bueno, respetuoso, pero teníamos que tener mano dura con él porque no tenía la base para su edad. Hemos luchado con él con lo que es hasta ahora. Se ha hecho un profesional”, dijo Ramos sobre Javier, quien luego de terminar su cuarto año de escuela superior se graduó de mecánico.

Con metas claras

Javier tiene sus metas bien claras. En respuesta al amor recibido de la familia Oyola Ramos él quiere seguir creciendo en el deporte del karate y la vida en general.

“Cambié un montón (gracias al karate). Me dio más confianza, sabiduría, más humildad y más respeto a los demás. Pienso llegar al 2020”, señaló lleno de confianza Javier, quien compite en la categoría de los 60 kilos y, por sus ejecutorias, fue reconocido el pasado verano en la Cámara de Representantes.

El dominio de Javier en su categoría ha llamado la atención en los Estados Unidos, país que busca que lo represente a nivel internacional, pero Javier está claro en lo que quiere hacer.

“Me gustaría representar a mi país, esta es mi patria”, dijo con orgullo Javier, quien llevará sus quilates al USA Open en el Caesars Palace, en Las Vegas, el próximo mes de abril de 2013.

Y es que esa honra y humildad es lo que más Javier ha cultivado en su casa, su único y verdadero hogar.

“Javi es uno de mis grandes trofeos. Son trofeos que no cogen moho, que tienen mucho amor. Cuando haces las cosas por amor, ves los frutos. Es el trofeo más lindo que he tenido”, dijo Oyola.