Los momentos de celebración, en muchas ocasiones, también sirven de reflexión.

Cuando se obtienen resultados deseados, normalmente son el fruto de duros sacrificios y decisiones difíciles que resultaron ser bien tomadas.

Ese era el caso de la tenista Mónica Puig Marchán en el día de ayer, cuando fue recibida con bombos y platillos por el Comité Olímpico de Puerto Rico (Copur) tras su destacada actuación en el torneo de Wimbledon, donde alcanzó los octavos de final.

Puig apenas tiene 19 años, pero la joven ya se ha expuesto a duras situaciones y complicadas decisiones. Afortunadamente, al momento, el libreto que está escribiendo es el de una bonita historia.

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“Con todo lo que he cumplido, uno mira para atrás todo el trabajo, todas las lágrimas… De verdad valen la pena cuando llega un momento así, estoy bien contenta”, dijo ayer Puig en conversación con Primera Hora. Actualmente, Puig es número 65 en el escalafón mundial, pero se espera que entre a las mejores 50 del planeta cuando la Asociación de Tenis de Mujeres (WTA, por sus siglas en inglés) publique el lunes su nuevo ranking.

Una decisión importante

El tenis es parte de la vida de Puig desde temprana edad y, desde los torneos juveniles, comenzó a despuntar, al nivel de llegar a ser la segunda mejor clasificada en el planeta en la categoría júnior de la Federación Internacional de Tenis.

En junio de 2011, luego de una exitosa etapa como júnior, Puig optó por entrar de lleno en el circuito profesional. Pero en ese momento también había otro posible rumbo.

“Tenía muchas ofertas de varias universidades como Stanford y Florida. Tenía muchas opciones. Pero viendo todo lo que había cumplido a tan pronta edad, yo creía que ya podía dar el próximo paso, ser una profesional, y de verdad fue la mejor (decisión) que hice en mi carrera”, reveló Puig, quien no descarta que irá a la universidad más adelante en su vida a proseguir estudios conducentes a una carrera como periodista deportiva.

El camino por el cual anda ahora, en tanto, emula el de las mejores tenistas de la actualidad. Por ejemplo, figuras de la talla de Serena Williams y Maria Sharapova comenzaron desde temprana edad en torneos profesionales, ambas a los 14 años, sin pasar por la universidad.

Hoy día, las reglas de elegibilidad establecen que una tenista debe tener 18 años o más para participar en una temporada completa de la WTA.

La decisión de que Puig entrara en torneos profesionales estuvo bien pensada por sus padres, José Puig y Astrid Marchán.

“Ella tenía que probarnos que era buena como júnior porque estas ofertas (universitarias) no se pueden tirar al desperdicio. Es su carrera, es su futuro. Al ella estar dos en el mundo (como júnior) y ser finalista en dos grand slams, eso abrió las puertas para nosotros, como padres, decirle: ‘Está bien, esta va a ser tu carrera”, relató Astrid.

El sacrificio económico

Otro reto para la familia Puig Marchán fue costear los gastos que conlleva ser una tenista profesional. En lo que va de año, Puig ha participado en 16 torneos en diversos rincones del planeta como Australia, Francia, Inglaterra, California y Portugal, entre otros. Y en el profesionalismo, es el tenista quien asume los gastos de viaje, por lo que los Puig Marchán han llevado esa carga.

Astrid estimó entre $150,000 y $200,000 la cantidad de dinero anual que se requiere para mantener jugando a Mónica a tiempo completo.

“En el carácter profesional, hay que hacer mucho sacrificio, muchos ajustes”, explicó José, un ingeniero eléctrico.

“Aunque se viaja a lugares que suenan exóticos, se quedan en hoteles de poco nivel, se economizan costos, se comparten comidas, se viaja de las maneras más económicas posibles. Luce glamuroso, pero se hacen muchos sacrificios”, destacó el orgulloso padre.

Tanto José como Astrid destacaron la vital aportación económica que brindan tanto el Copur como el Departamento de Recreación y Deportes (DRD). La presidenta del Copur, Sara Rosario, informó que su institución tiene presupuestado este año $30,000 para Puig, mientras que el DRD paga una cantidad mayor, alrededor de $40,000.

Además, con los resultados en la cancha, Mónica ya suma en el 2013 ganancias de $139,428 –sin incluir Wimbledon–, según la página de la WTA. No obstante, mucho de ese dinero es invertido en los viajes.

“Esperemos que algún día se le pueda pagar mejor a su entrenador (Alain de Vos). Son sacrificios no tanto de ella y nosotros, pero también de su entrenador. Es un trabajo de equipo y ella cree mucho en ella, somos pacientes”, finalizó Astrid.