Dentro de la cancha, Mónica Puig Marchán es una de las mejores 100 tenistas –próximamente de las mejores 50– del mundo. Afuera, es otra joven normal de 19 años.

“Trato de ser lo más normal posible en mis días libres”, contó Puig ayer a Primera Hora. “Voy a ir a hacerme las uñas, me fui a hacer el pelo hoy (ayer)... todas esas cosas normales que me hacen sentir como una teenager normal. Pero ya me faltan par de meses para ya ser de 20 años, ¡ni me lo imagino!”, añadió entre risas.

Puig no ha tenido la oportunidad de tener una vida normal para una joven de su edad. Pero se disfruta lo que hace como tenista profesional a tiempo completo y sí, tiene sus mejores amigas en quienes confía.

Su más cercana, según cuenta, es la joven Lindsey Raymond, quien actualmente juega tenis universitario en el estado de Illinois.

“Ella (Lindsey) empezó conmigo (jugando tenis) a los 10 años. Ahora está en la universidad. La conozco de los torneos de Florida. También tengo tres amigas bien buenas en el tour: Annika Beck, de Alemania; Bethanie Mattek-Sands, de Estados Unidos, y Lara Arruabarrena, de España. No tengo muchas amigas, pero es un grupo que puedo decir que están ahí por mí”, relató Puig.

“Bethanie está casada, así que en su tiempo libre hace cosas con su esposo. Pero Annika, Lara y Lindsey les gusta salir con más amigas de ellas, la vida normal. Cine, mantecado, hacer cosas así. Es bueno tener esas amigas que están allí apoyándote”.

Y, por ahora, la boricua deja claro que no hay tiempo para intereses amorosos. “Todo en su tiempo”, respondió Puig con firmeza. “Ahora mismo, el tenis me está cogiendo mucho tiempo, todo el mundo me lo ha preguntado. Tengo amigos, pero no me ha llegado ese momento perfecto todavía. Y en el tenis un error te puede costar mucho, así que tengo que mantener el enfoque”, concluyó la número 65 del mundo.