La bicicleta ha sido, por siglos, un instrumento de transportación y para ejercitarse que prácticamente todas las personas en el mundo han utilizado en algún punto de sus vidas. El veterano voleibolista Joel Rivera es una de las personas que disfruta de montarse en su bicicleta, pero el 3 de marzo fue un día en el que Rivera sintió, de primera mano, el daño que puede causar una caída.

Fue ese lunes el día que Rivera, hermano del también voleibolista Víctor “Vitito” Rivera, salió de su residencia en Miramar rumbo al Viejo San Juan para entrenar en el gimnasio de la Casa Olímpica, sede del Comité Olímpico de Puerto Rico (Copur).

El atleta naranjiteño, sin embargo, no llegó a su destino pues sufrió una aparatosa caída mientras transitaba por la Avenida Ponce de León, cerca de la Capilla Nuestra Señora de Lourdes, que le causó serias fracturas en el lado izquierdo de la clavícula y su cráneo. Y como si fuera poco, su pulmón izquierdo también colapsó.

“Me monté en una bicicleta nueva que tiene un sistema de amortiguación (shock absorbers), pero la amortiguación es leve. Estimo que estaba bajando como a 40 o 45 millas por hora, y cuando el shock absorber se hundió, perdí el control y salí disparado (hacia el frente)”, explicó Rivera a Primera Hora.

El impacto con el pavimento no solo le causó las múltiples fracturas, sino que lo dejó inconsciente por cerca de media hora. Además, el hueso de la clavícula, al enterrarse, le causó daño en el músculo esternocleidomastoideo que conecta con el músculo trapecio, al igual que le afectó un poco su hombro izquierdo.

Inclusive, en un momento dado se pensó que Rivera pudo haber sido atropellado, y dado el fuerte impacto, Rivera pasó un tiempo sin poder recordar lo que en realidad ocurrió.

“El impacto en la cabeza fue tan grande que no recordaba lo que en realidad pasó. Cuando finalmente me levanté, estaba amarrado a una cama en el Centro Médico sin saber lo que estaba ocurriendo. Ahí fue cuando entonces me dijeron lo que estaba pasando y, con el tiempo, recordé que no fue que me atropellaron, sino que perdí el control de la bicicleta y me caí”, indicó Rivera.

Rivera dijo que de no ser porque la madre de un niño de la cercana Academia del Perpetuo Socorro lo encontró, sabe Dios cuánto tiempo hubiese estado en el pavimento.

“Eso ocurrió como a las 12:00 del mediodía, y cuando me encontraron estaba inconsciente. En ese momento, los padres de la esposa de (el ex colocador nacional) Ángel Aja lo llamaron y le dijeron ‘aquí se cayó un voleibolista que, creo, lo conozco’ y Ángel llegó y se quedó con mi bulto y la bicicleta. Si no llega a ser por él también, sabe Dios lo que hubiese ocurrido”, señaló Rivera.

Rápida recuperación

Dadas las múltiples fracturas y el trauma general que sufrió a consecuencia de la caída, se podría pensar que Rivera debe estar postrado en una cama en plena recuperación. Pero ése no es el caso, pues a casi tres semanas de que le colocaran siete tornillos para reparar la fractura de clavícula, Rivera ya estaba en la playa jugando paletas y surfeando.

“La mejoría ha sido extrema y me siento bien. Inclusive fui a surfear y el doctor me dijo ‘¡¿qué tú estás haciendo?! Si saliste de una operación de clavícula’, pero le contesté que no podía estar más tiempo en mi casa. Me siento súperbien y poco a poco estoy mejorando; no te puedo decir que ya estoy al 100 por ciento por la placa que me pusieron en la clavícula y las lesiones en los músculos adyacentes, pero estoy mejorando”, subrayó Rivera.

El jugador, además, está activo entrenando y dirigiendo en la escuela de voleibol High Performance Volleyball que fundó su hermano Víctor hace un año atrás y con sede en la Casa de Niños Manuel Fernández Juncos en Miramar.

“Estamos de lleno en Miramar y en la Casa de Niños me han ayudado un montón. Estamos trabajando con niñas de 12 a 15 años y la realidad es que es bien gratificante ve la mejoría en las jugadoras. Definitivamente extraño jugar voleibol  y me encantaría jugar, pero también me fascina dirigir”, recalcó Rivera.