Protagonistas: Angelina Jolie, John Malkovich

Director: Clint Eastwood

No debe existir angustia más grande que la de un hijo desaparecido. Ahora imagine que, tras varios meses de sufrimiento y esperanzas, recibe la noticia de que su pequeño ha sido encontrado y le será devuelto. Pero cuando usted va a recogerlo, descubre algo: ése no es su hijo. Peor aún, resulta que la policía le quiera pintar como loca cuando usted se pone a rogar que continúen investigando el caso.

Por insólito que parezca, lo anterior es un caso de la vida real. “Christine Collins” era una telefonista que en 1928 reportó a “Walter”, su hijo de nueve años, como desaparecido. Cinco meses después la policía de Los Ángeles –que parece que nunca ha gozado de buena imagen– le dice que vaya a la estación del tren a recoger su hijo. Pero allí se encuentra a un niño diferente, que inclusive, mide tres pulgadas menos.

Aquí está lo absurdo del asunto y un ejemplo perfecto de la presión de grupo: la celebración de los medios por el encuentro es tan grande y eufórica, que “Christine” no se atreve a decir nada frente a los reporteros y se lleva al niño a su casa. Entonces reporta la aparente confusión y ahí la policía la declara como mala madre, incompetente y con problemas mentales.

Resulta que el cuerpo de la policía, ante presiones por su ineficiente labor y la rampante corrupción, montó la farsa para pintarse un momento heroico, pues eran varios los niños desaparecidos. Así que los reclamos de la madre eran inútiles, aunque la dentadura demostrara que ése no era su niño y que tanto maestros como ex compañeros de escuela no pudieran reconocerlo.

Angelina Jolie interpreta el papel de “Christine”, mientras John Malkovich tiene una destacada participación como un reverendo que usa el poder de la radio para alertar sobre los males de la policía. Clint Eastwood ocupa los oficios de dirección detrás de las cámaras.

Por último, la explicación sobre el título. Según el folclor europeo, un changeling es el hijo de un duende o troll que se deja en la cuna de un bebé como reemplazo mientras que las criaturas del bosque se roban el verdadero bebé humano. Aunque no sea exactamente igual, resulta triste que a veces la realidad se asemeje a los mitos de horror.