Cine chino: Reflejo de la historia del país

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 17 años.
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Es indiscutible que el objetivo primordial del séptimo arte es entretener al público, pero más que una mera forma de disfrutar el ocio, el cine tiene la capacidad de transportarnos a través del tiempo y la distancia, permitiéndonos conocer las culturas, idiosincrasias e historias de países que probablemente nunca visitaremos antes de que concluyan las películas de nuestras respectivas vidas.
Precisamente en esta fina línea entre el arte y el simple entretenimiento escapista es que la industria cinematográfica de China ha mantenido un delicado balance por más de medio siglo, dividiéndose en dos vertientes con sus propios estilos, fortalezas y debilidades: el cinema de Hong Kong y el del resto de la República China.
Aquellos de ustedes que disfrutan del cine extranjero seguramente ya han sido expuestos a la grandeza del cine chino, con filmes como “Crouching Tiger, Hidden Dragon” o “Farewell My Concubine”. Pero, de no pertenecer a este grupo de cinéfilos, no crea que está ajeno a sus encantos.
Durante la última década son muchas las producciones de Hollywood que se han visto influenciadas por la lejana tierra del kung-fu. Tan sólo hay que ver cintas como “The Matrix” para reconocer las acrobacias de las clásicas cintas de artes marciales o las increíbles secuencias de acción -filmadas en cámara lenta- que les rinden tributo a los fulminantes tiroteos de las películas de John Woo, como “Hard Boiled” y “The Killer”.
De igual forma, directores estadounidenses de la talla de Quentin Tarantino y Martin Scorsese también se han visto seducidos por la cinematografía china. “Kill Bill”, de Tarantino, es en gran parte una carta de amor a los filmes de Hong Kong, mientras que “The Departed” -película con la que Scorsese finalmente obtuvo un Oscar en el 2007- es una adaptación de la exitosa trilogía china “Infernal Affairs”.
Pero para comprender este enamoramiento y por qué hoy día nombres como Jet Li o Jackie Chan son tan conocidos en nuestro hemisferio como los de Harrison Ford o Meryl Streep, hay que conocer las circunstancias sociales y políticas que han marcado a China por los últimos cien años.
El cine de la República
A principios del siglo pasado, las primeras películas chinas se concentraron en resaltar la belleza de la famosa ópera de Beijing. El ejemplo más antiguo de esto fue una cinta rodada en China en 1905 de la pieza “La batalla de Dingjunshan” y durante las siguientes dos décadas, la industria fílmica comenzó a fortalecerse alrededor de la ciudad de Shanghái.
La invasión japonesa de China, a finales de la década del 30, en combinación con la llegada del comunismo en 1949, tuvo como consecuencia el cierre de la gran mayoría de los estudios de cine y que muchos de ellos se mudaran a la colonia inglesa de Hong Kong.
Con la eventual Revolución Cultural de Mao Tse Tong, la libertad artística de los cineastas se vio seriamente limitada. El Gobierno vio en el arte cinematográfico una importante herramienta para llevar su mensaje propagandista y a partir de 1951, el Partido Comunista vetó las producciones locales al igual que las de Hollywood y Hong Kong, con miras a la creación de documentales y películas de índole político.
No fue sino hasta el fin de la Revolución Cultural, a principios de los 80, que llegó la nueva generación de cineastas, conocidos como la “Quinta generación”, grupo al cual pertenece Zhang Yimou (“Raise the Red Lantern”, “Hero”) y Chen Kaige (“Farewell my Concubine”), cuyas películas no sólo fueron aclamadas en su propia patria por ser ricas en su historia y cultura, sino alrededor del planeta, consiguiendo varias candidaturas y premios en los festivales más prestigiosos del mundo.
Un mundo aparte en Hong Kong
Lo que durante las décadas de los 80 y 90 se conocía popularmente como el “cine chino”, es específicamente el grupo de las películas filmadas en Hong Kong, ésas en las que la acción desafía las leyes de la física y las voces de los actores rara vez están sincronizadas con el movimiento de sus labios.
En contraste con el resto del país, la ex colonia británica de Hong Kong gozó de libertades tanto políticas como económicas. Sus producciones se concentran mayormente en los géneros favoritos de los espectadores, como la comedia y la acción.
La llegada del comunismo y la Revolución Cultural provocó que muchos cineastas de la república emigraran hacia Hong Kong, fortaleciendo notablemente su industria cinematográfica. Muchos de ellos huyeron debido a la imposición del Gobierno central del mandarín como el idioma oficial, mientras que en Hong Kong la población habla mayormente en cantonés.
Por años, la mayoría de los largometrajes se filmaron sin sonido. El diálogo se grababa aparte por actores que no necesariamente habían participado en las cintas. Era la forma más costo-efectiva de trabajar ya que el proceso facilitaba el doblaje a otros idiomas. En 1963, el Gobierno británico pasó una ley que obligaba que las películas fuesen subtituladas en inglés, característica que las llevó a ser sumamente populares en Occidente.
En la década del 60, del estudio de los hermanos Shaw –influenciado por las sangrientas cintas japonesas de samurái de esta época, como “Zatoichi” y “Lone Wolf and Cub”- surgió un nuevo estilo que revolucionó el medio con las películas de kung-fu, como “The 36th Chamber of Shaolin” y “The One-Armed Swordsman”. Fue precisamente durante esta época que Bruce Lee –una de las estrellas más famosas de China- se dio a conocer con filmes como “Fist of Fury” y “Way of the Dragon”.
Entre 1980 y 1990 las semillas plantadas en los 70 comenzaron a rendir frutos, popularizando el idioma cantonés y causando sensación en otras partes del mundo.
Pero la “fiebre” duró poco: la industria tuvo una caída desastrosa durante los 90, cuando las producciones de Hollywood dominaron la taquilla, debacle de la que tan sólo recientemente se ha podido empezar a recuperar, gracias en parte a los éxitos de Stephen Chow (“Shaolin Soccer”, “Kung Fu Hustle”), la serie de “Infernal Affairs” y los apasionados romances de Wong Kar-Wai, “In the Mood for Love” y “2046”.
El cine chino en el presente
El traslado de la colonia de Gran Bretaña a China fue un arma de doble filo para la industria de Hong Kong ya que, a pesar de tener acceso a mayores recursos, tuvieron que enfrentar la censura que va atada al comunismo. Sin embargo, las producciones chinas han ido incorporando talentos de todas las partes de la nación, como Hong Kong y Taiwán, llevándolas a conseguir sus mayores triunfos.
Fruto de esta fusión fue la aclamada cinta de Ang Lee, “Crouching Tiger, Hidden Dragon”, ganadora del Oscar a la mejor película extranjera y encargada de revitalizar el género fantasioso del wuxia. La fusión de todos estos cineastas, actores y técnicos ha fortalecido la industria local y ha tenido como consecuencias grandes trabajos de la talla de “Hero”, “The House of Flying Daggers” y “The Promise”, entre otros.
¿Cómo será el cine chino de aquí a 100 años? Nadie lo puede saber. La unión de Hong Kong con el resto del territorio está comenzando a borrar la distinción entre el estilo de Hong Kong y el de la China tradicional. Lo que sí está claro es que sus producciones serán reflejo de los cambios que experimente el país, tal y como lo ha hecho a lo largo de la tumultuosa historia de su industria fílmica.