Hace un par de meses se hacían apuestas sobre lo que veríamos en la tercera parte de Cobra Kai, la secuela/spin-off de Karate Kid, que este año logró atrapar a una audiencia transversal gracias a su idea de oro: reclutar a Ralph Macchio y Billy Zabka para volver a interpretar a sus icónicos personajes: Daniel LaRusso y Johnny Lawrence, 30 años después, logrando que su antigua rivalidad dialogue con el cotidiano de las nuevas generaciones.

Esa combinación de nostalgia y originalidad se sigue explorando en estos nuevos capítulos, hay más conexiones con la saga ochentera y más cameos (algunos innecesarios, hay que decirlo).

De todas maneras, apreciamos que este tercer ciclo -que estrena mañana, Día de Año Nuevo, en la plataforma de Netflix- profundice en las razones para traer de vuelta al personaje de John Kreese (Martin Kove), el déspota fundador de Cobra Kai, que ahora se instala como un nuevo/viejo villano y desencadena varios conflictos que contribuyen al avance orgánico de esta historia, que no nos conquista por sus interpretaciones exageradas o su argumento lleno de clichés, sino que por ofrecernos entretenimiento puro, y del bueno, a lo largo de un año terrible.