La diferencia entre vestimenta y vestuario se hizo evidente en la alfombra roja de la gala final de la quinta edición de “Objetivo fama” (Univisión), en la noche del domingo.

La entrada del Centro de Bellas Artes de Guaynabo vio materializarse el contraste entre la elegancia característica de este tipo de eventos y la exageración que produce el hambre de llamar la atención mediática.

Dentro del primer grupo deslumbró la ganadora de la competencia de talento, Cristina Eustace, quien lució un diseño de la boricua Sonia Santiago. La figura de la cantante mexicana, que carece de curvas sobresalientes, se vio favorecida por el adecuado vestido.

La otra estrella del tapete carmín fue Ingrid Marie Rivera, actual Miss Puerto Rico Universe, cuyo buen gusto –o más probablemente el de su mentora, Magali Febles– dejó en evidencia la desproporción carnavalesca de la otra reina de la noche, Melissa Marty.

La nueva Nuestra Belleza Latina 2008 pareció pedirle prestado el atuendo a una de las hermanas de “The Little Mermaid”. O, quizás, su diversificada combinación de colores la asemejaba mejor a la bachatera puertorriqueña Samaris, si se suma a su porte esa corona que casi parece una palangana.

Y es que “La Sirenita” encontró su mejor representación simbólica en Marissa del Portillo, de la cadena Telefutura y animadora del evento.

Esta despampanante belleza azteca quedó opacada por las sobresalientes mangas del traje. Éste era demasiado voluptuoso, y para voluptuosa, ella, como se diría en Puerto Rico.

Otro vestuario sobresaliente fue el de Blanca Rosa Alfonso, concursante de esta quinta temporada del reality show. Su corto modelo de Ángel Guzmán falló en resaltar el punto más débil de esta cubana de diáfano rostro: su contorsión cuadrada.

La competencia se la hizo la jurado Jimena, quien parecía una niña al quedar “enterrada” por su vestido de puntos soplado en la parte inferior. Se veía muy bajita; si la ropa hubiera sido fucsia, se hubiera confundido con una nueva sobrinita de “Titi Lady Mágica” (Lady Guzmán), aunque el plumaje negro colocado en su cabeza la hubiera descalificado de entrar a “Chiqui Chef” (WAPA).

Charytín también se guilló de folclórica con su traje negro, apropiado para alguien de 20 años menos de edad. Pero ella es la estrambótica “Chary” y su simpatía hace que cualquier invento extraño se le perdone, por lo cual todo se le puede permitir. Una indulgencia así se le niega, por ejemplo, a la esposa de Jorge de Castro Font, Lisandra Delgado Alicea.

En cambio, la cantante puertorriqueña Lunna, madrina de los concursantes, dio cátedra de buen gusto con su elegancia. Sin embargo, su busto parecía brotar de sus axilas y amenazar con consumir su cuello. Estaba prensá por ahí pa’dentro.

De los varones todos estuvieron bastante bien. Algunos arreglos barrocos fueron los del participante dominicano Rony Mercedes y el mexicano Luis Javier Chávez; el primero por su singular cabello y el segundo por su vestuario violeta fosforescente.