Terminator Salvation posee todos los ingredientes de una típica producción veraniega: acción, hazañas sobrehumanas, explosiones, asombrosos efectos especiales, actuaciones promedio y una trama tan profunda como un charco de agua. Que sea de su agrado dependerá, por supuesto, de sus gustos cinematográficos y de cuán identificado esté usted emocionalmente con saga que comenzó el director James Cameron en 1984.

A simple vista, el estreno de hoy no parecería tener mucho en común con los filmes anteriores: su trama se desarrolla tras el profetizado holocausto nuclear y no está anclada a una constante persecución. No obstante, en esencia, el objetivo continúa siendo el mismo: proteger a una persona en específico de ser exterminada por “Skynet”, la súper computadora que aniquiló a la gran mayoría de la población mundial.

En la primera película era “Sarah Connor”, en la segunda, “John Connor”, en la tercera volvió a ser éste junto a su futura esposa, “Katherine Brewster”, y en Terminator Salvation se debe proteger la vida de “Kyle Reese”, el joven adolescente que “John” enviará eventualmente al pasado para que proteja y fecunde a la mujer que se convertirá en su madre. ¿Qué paradoja, no?

Independientemente de la similitud temática que comparte con sus antecesoras, el resto de la trama es bastante diferente. En esta ocasión, la atención del guión recae en “Marcus Wright” (Sam Worthington), un ex convicto ejecutado que, tras donar su cuerpo a la ciencia, ahora se encuentra vivo y en al acecho de quienes experimentaron con su cuerpo. Su destino se cruza con el de “John Connor” (Christian Bale), miembro de la resistencia en contra de las máquinas, que busca destruir una de sus letales bases.

El primer detalle que notará de la historia es que el papel de “Connor” no es el principal. Bale queda relegado a un personaje secundario y quien se roba el show es Worthington con su interpretación del híbrido entre humano y máquina. Sin embargo, ninguno de los dos es desarrollado a cabalidad. La cinta parece estar más interesada en deslumbrarnos con los efectos computarizados que con definir el carácter de los protagonistas, por lo que terminamos con una película que visualmente luce estupenda pero no conecta con los espectadores a nivel emocional.

Afortunadamente, el director McG consigue impresionar con su manejo de las secuencias de acción y con un consistente ritmo narrativo que logra cautivar al público. El cineasta se esmera por ofrecerles a los fanáticos de la serie varios elementos clásicos de los filmes pasados y -en especial-  una enorme sorpresa cerca del final.

¿Es la mejor película de la saga? No. Ese título aún le pertenece a la estupenda Terminator 2: Judgement Day, pero como entretenimiento de verano, esta cuarta entrega resulta aceptable.