Daniel Lugo y Raúl Carbonell unidos de nuevo gracias al cine -VÍDEO
No coincidían en un set desde el filme La gran fiesta.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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Los actores Daniel Lugo y Raúl Carbonell estaban conversando en la barra del restaurante Anamú, en la calle San Sebastián, en el Viejo San Juan, donde un grupo de profesionales filmaba la película Las vacas con gafas, del guionista y director Álex Santiago.
Desde el rodaje de la emblemática película La gran fiesta, de Marcos Zurinaga, Lugo y Carbonell no compartían en un espacio con cámaras, micrófonos y todo el equipo necesario para la realización de un proyecto cinematográfico.
El pasado viernes, séptimo día de filmación, los intérpretes compartieron en el set como si ese hubiese sido su sitio de trabajo en los últimos años. La comodidad de estar al lado de un amigo y un profesional les permitió lucirse sin problemas.
“A Raúl lo vi crecer y convertirse en un gran actor. La experiencia de La gran fiesta, que hace del animador, que está genial, la disfrutamos mucho, porque detrás de cámara los actores somos una familia”, expresó Lugo, quien en Las vacas con gafas interpreta al protagonista, “Marso”, un pintor que padece de una enfermedad que le afectará su visión.
“Cuando conoces y es un profesional de la calidad de Daniel, es jugar, divertirse y pasarla bien”, agregó Carbonell, quien le dará vida a un artista con aires de intelectual muy amigo de “Marso”.
En el espacio del rodaje todo apunta a que se está jugando con libertad por la forma en que el director les dice a los actores que le impriman algo suyo al personaje, no obstante, Santiago advirtió lo contrario. “La regla del juego es que hay algo que nos pide el guion que está establecido, planificado. Cuando lo tenemos, ahora vamos a tripear. Todo el mundo siempre tiene una mejor idea que el plan, pero hay que hacer el plan. Hay que planificarlo todo, para después botarlo. El guion es una autopista por la que vas derecho, pero nos gusta salir al campo y, cuando nos perdemos, volvemos a la autopista”, explicó quien prefiere describirse como un “torero”, que agita a los actores con una tela roja (la historia), sobre la manera en que seguramente se podría garantizar naturalidad en las interpretaciones.
En este reencuentro, Lugo y Carbonell reflexionaron sobre el rumbo del cine nacional. Los artistas están convencidos de que hay que fortalecer los guiones. “La Corporación de Cine debería hacer hincapié en el aspecto de los guiones y luego darle un espaldarazo a directores que hayan demostrado con su primer proyecto que tienen algo en la bola, como dirían en el béisbol. Ahora, lo que no podemos es tratar de imitar lo que se hace en otros sitios o reguindarnos de supuestas fórmulas infalibles porque no existen”, puntualizó Lugo al elogiar el “trabajo excepcional” de sus colegas en la película Broche de oro, del director Raúl Marchand.
“Broche de oro es una película realmente nuestra que uno le siente el sabor boricua, pero bien hecha con una buena trama. Un trabajo insuperable de los compañeros actores”, agregó.
Carbonell aplaudió las iniciativas para traer películas extranjeras como parte de los esfuerzos de potenciar a Puerto Rico como destino fílmico, pero, sugirió la creación de una escuela para guionistas.
Santiago, por su parte, es de los que cree que la verdadera escuela de cine no tiene forma de salón con pupitres. “Después de que salen de una escuela de comunicación o de cine, tienen que ir a una escuela a desaprender. La academia no funciona, no sirve, porque la gente que está enseñándolo no está haciéndolo en la calle y esto es tan distinto”, dijo el director al mencionar que, en vez de apostar por una industria de cine nacional, se debería aspirar a hacer un “cine artesanal”.

