En la segunda secuencia de “El eternauta” es de noche en Buenos Aires. Aparentemente, todo está normal. “Juan Salvo” juega a las cartas con sus amigos. Afuera, una nieve silenciosa comienza a caer. No aben que ese fenómeno cambiará sus vidas para siempre.

Así marca el suspenso la ambiciosa serie de Netflix, creada por el productor de televisión Bruno Stagnaro, único en llevar el legendario cómic argentino de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López a una adaptación escalofriante.

Stagnaro comenzó con el proyecto en 2022 y para asegurar un digno legado de “El eternauta” sumó al equipo de escritores a Martín M. Oesterheld, nieto del creador de la historieta. Vale recordar que el paquín, escrito en 1957 y dibujado por Solano López, es una joya para Argentina como “El Chavo” para México.

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Stagnaro se enfrentó al desafío de contar una historia de supervivencia épica en una Buenos Aires nevada y apocalíptica. “El eternauta” tiene una temporada de seis episodios y sorprende con nada menos que 60 locaciones, entre 25 espacios auténticos y 35 escenarios digitales, en los que se recrea el universo de Oesterheld, donde cabe el trabajo de producción de Leticia Cristi y Matías Mosteirin, quienes ya habían trabajado junto al protagonista, Ricardo Darín, en “Relatos salvajes” y “La odisea de los giles”.

Al principio, el impacto visual recuerda al cine de catástrofes heladas, como “The Day After Tomorrow” de Roland Emmerich, porque los escenarios de esta serie son así de realistas. Es una época alternativa donde la tecnología moderna colapsa y solo lo antiguo resiste: “lo viejo, funciona”, es la filosofía. Darín como “Juan Salvo”, es el eternauta que deconoce su destino, un hombre experimentando una nevada repentina junto a sus mejores amigos y algunos seres no deseados. Los copos de nieve inofensivos pronto terminan con las vidas de los argentinos y nadie da razón ni contingencia. Hay cadáveres en la calle. Ciudadanos encerrados. Incertidumbre. Silencio.

Desde su primer episodio, la serie establece la tensión fiel al espíritu del cómic original. Eso sí, no se debe esperar una reproducción exacta. Bruno Stagnaro sabía el máximo compromiso con los fans del cómic. Por eso hay respeto en el ritmo y ciertas viñetas con los personajes del cómic. Sin embargo, las licencias narrativas son propias de la actualización del 2025.

En esta versión, “Elena”, esposa de “Juan”, le escribe mensajes al WhatsApp que él nunca verá cuando empiece a caer la nieve y ocurra el apagón digital. Hay una desconexión en la pareja, más tangible luego en su trato distante. Pero la misión central de “Salvo” sigue siendo reunir a su familia, atravesando una ciudad tomada por la muerte y la incertidumbre. Sobrevive quien puede y la confianza se convierte en un lujo.

La relación entre “Juan” y su esposa “Elena” cobra fuerza emocional. El amor y la preocupación persisten en una circunstancia caótica entre ellos. La búsqueda de su hija “Clara” se convierte en el motor de su lucha.

En el cuarto episodio, el enemigo se revela: no es un país, sino un grupo de extrañas criaturas. Para quienes no conocen el cómic, el misterio es tan atrapante como perturbador.

Algunos han comparado “El eternauta” con las ficciones postapocalípticas recientes, como “The Last of Us”, pero la serie se distingue por su argentinidad vibrante, una identidad que se cuela en cada diálogo, en cada decisión. Los personajes son aguerridos, tercos, pasionales, graciosos. Y no faltan las críticas sutiles: ya en los primeros episodios surge la sospecha de que Estados Unidos podría estar detrás del desastre, aunque la verdadera amenaza es aún más inquietante.

Ricardo Darín es un magnífico “Juan Salvo”. El actor de la nominada al Oscar “Argentina, 1985” había rechazado adaptaciones anteriores de “El eternauta”, pero encontró en la propuesta de Stagnaro la clave para encarnar a este héroe común. A diferencia del cómic, “Salvo” es un excombatiente de la Guerra de las Malvinas, lo que suma dolor a su tragedia.

A diferencia de la historia original, donde la esposa de “Juan Salvo” era casi silenciosa, aquí es una mujer de acción: médica, pragmática, decidida a salvar a su hija a toda costa, aunque tenga que saltar de un segundo piso para huir de una turba que busca tomar justicia por sus propias manos.

En esta versión, “Elena” es la brújula emocional de “Juan” y también su ancla a la realidad. De igual modo, familias paralelas contrastan con la principal. “Ana”, la esposa del mejor amigo “Alfredo Favalli”, es una mujer que desciende la tormenta mental de su esposo, haciendo que entre en razón cuando la desesperación apremia.

Al ser una historia plagada de amenazas físicas y psicológicas, la figura de estos personajes femeninos resalta como un símbolo de compasión activa y acción combativa. La serie les da espacio para decidir, actuar y sostener a los demás, cuando salvar una vida en medio de la nevada tóxica es el dilema. Ellas son un cambio muy necesario en la adaptación del cómic.

Una adapatación pertinente

Al ver “El eternauta” es imposible no sentir una punzada de envidia. Argentina tiene en este cómic un hito cultural comparable a lo que sería para otros países una epopeya literaria de primer orden. Uno imagina cómo sería ver las calles de su propia zona bajo esa nevada mortal. El sentimiento es universal a través del sitio de la serie, que tiene ecos de “Snowpiercer” en la atmósfera congelada y de “The Walking Dead” en el instinto de supervivencia, pero la identidad porteña le da un sabor único.

Las locaciones de los diseñadores de producción Eugenia D’Alessio, Mariano Cukar y Marcelo Martínez se vertieron de más de 590 toneladas de sal y celulosa para construir el mundo tangible y hostil de “El eternauta”. Pero, además del asombroso diseño, se consigue fundir la esencia del cómic con una actualización pertinente para el siglo XXI.

Netflix apostó fuerte por esta serie desde 2022, sabiendo que una película no bastaría para hacer justicia al legado de Oesterheld y Solano. No esperes una adaptación calcada del original, pero sí una que camina con fuerza hacia su segunda temporada.