Cuando la protagonista de Arráncame la vida, “Catalina Guzmán”, busca de adolescente la ayuda de una gitana para que la ayude a “sentir”, su deseo es tanto físico como emocional. Su corazón ha sido robado por el general “Andrés Ascencio”, un hombre bastante  mayor que ella, quien la ha iniciado en todo tipo de placeres carnales y le promete el mundo… sin decirle lo que le pedirá a cambio.

En el corazón de esta película mexicana, basada en la novela homónima de Ángeles Mastretta,  se halla una pequeña historia sobre los encantos y desencantos de una mujer con el amor, la justicia, la vida política y hasta el sexo, a través de varios años de matrimonio.

La producción más costosa de la historia de México -que estrena hoy exclusivamente en los teatros Fine Arts- es un clásico drama de época desarrollado durante las décadas del 30 y 40 en el Estado de Puebla. Bajo la dirección de Roberto Sneider, el filme sumerge al público en los crímenes, abusos y corrupciones gubernamentales, vistas a través de los ojos de “Catalina”.

Precisamente es esa lucha de poderes entre “Catalina” (Ana Claudia Talancón) y su esposo “Andrés” (Daniel Giménez Cacho), basados en personalidades reales de la historia política mexicana, lo que impulsan la intensa trama que a su vez explora el machismo rampante del México de esa época.  

Desde la selección de vestuarios, hasta las localidades y los vehículos, los valores de producción y la dirección artística de “Arráncame la vida” son unos de sus mayores aciertos, consiguiendo exitosamente que los espectadores se trasladen al pasado para presenciar los hechos.

De igual forma, las actuaciones tanto de Talancón (El crimen del Padre Amaro) como Giménez Cacho (La mala educación) son excelentes. Mientras Talancón se esmera en ganarse la empatía del público, Gímenez Cacho interpreta perfectamente a un vil hombrel, pero uno que no es tan fácil de odiar.

A pesar de que Arráncame la vida nunca alcanza sus aspiraciones de ser una épica cinematográfica, no deja de ser una historia muy bien contada y digna de su atención.