“Tron: Ares” puede tener el lema “No hay vuelta atrás”, pero a Disney no le gusta dejar dinero sobre la mesa. sí que aquí estamos, de regreso con una tercera entrega de una franquicia de culto atrapada entre los mundos humano y digital.

Los fanáticos acérrimos de “Tron” van a necesitar las cosas que los hacen felices: esas motos geniales que dejan muros de luz, los discos brillantes que todos llevan en la espalda y, por supuesto, Jeff Bridges.

El director Joachim Rønning nos ofrece todas esas cosas y mucho, mucho más. Quizás demasiado.

“Tron: Ares” abarca tanto —una persecución en ciclo de luz por el centro de Vancouver, un ataque láser por un vehículo masivo y flotante, una persecución en moto acuática, decenas de carros de policía destrozados y un interminable ir y venir entre la Tierra y no menos de tres redes informáticas— que se vuelve un poco ensordecedor y aturdidor después de dos horas, como una película de Marvel en su etapa tardía. ¿Cómo se puede retroceder y avanzar al mismo tiempo?

Los productores han hecho eso de manera bastante ingeniosa al incorporar puntos de la trama de las dos primeras películas y desarrollar nuevos personajes, y difuminando la división entre los mundos de carne y digitales.

Comenzamos la trama con una batalla financiera entre dos gigantescas empresas tecnológicas: Emcom y Dillinger que se han topado con el mismo techo de inteligencia artificial: Pueden crear lo que quieran en el mundo real usando lo que parecen impresoras 3D con láseres, pero sus creaciones solo duran 29 minutos antes de colapsar en cenizas.

Los líderes de esas empresas (Greta Lee, interpretando a “Eve Kim”, la “hacker” de sombrero blanco de Encom”, y Evan Peters, interpretando al malvado director general “Julian Dillinger”) están en una carrera para encontrar el Código de Permanencia oculto que “Kevin Flynn” (Bridges) creó cuando el mundo funcionaba con disquetes. El destino del planeta depende de quién lo encuentre: si es Encom significaría atención médica para todos y una cura para el cáncer; si es Dillinger, un nuevo ejército de soldados sobrehumanos y, suponemos, fascismo.

Entonces llega Jared Leto, quien es “Ares”, el maestro de control de IA de Dillinger, ejecutando todas las órdenes de su jefe al pie de la letra y a quien a menudo le recuerdan que es prescindible. Él y su aterradora ayudante “Athena” (Jodie Turner-Smith) comienzan de manera robótica, pero hay algo extraño en su programación: empieza a tener sentimientos y anhela ser real. (“Tron: Ares” se ha convertido oficialmente en una versión de Pinocho).

Leto hace un gran trabajo como el personaje principal, capaz de entregar algunas buenas líneas mientras ejecuta un paso de estrella de rock en un traje ajustado, haciendo volteretas en cámara lenta para evitar discos de luz mortales o impulsando su ciclo de luz a velocidades vertiginosas. Pero es Lee quien se roba el espectáculo, una heroína de acción muy humana para 2025.

El guion —de Jesse Wigutow, con una historia de David DiGilio y Wigutow— añade extraños toques de humor, pero no lo suficiente y a veces justo al lado de una figura clave desangrándose. Hay referencias a “El Mago de Oz” y “Frankenstein”, y los escritores hacen que el soldado que interpreta Leto sea un fan serio de la música “synth pop” de los 80, especialmente Depeche Mode, lo cual es un guiño a la música que sonaba en la época del original de 1982.

Si hablamos de música, tenemos que hablar de Nine Inch Nails, quienes han asumido las tareas de la banda sonora. Trent Reznor y Atticus Ross son un ajuste perfecto, superponiendo sonidos amenazantes y mecánicos sobre gruesas barras de sintetizador. (Incluso tienen cameos en pantalla como pilotos de combate).

Toda esta lucha y sintetizadores alcanza su punto máximo cuando aparece “Kevin Flynn”. Bridges es la recompensa, la constancia en una franquicia que desesperadamente necesita su encanto genial. “Fascinante”, dice con una sonrisa al conocer a “Ares”... de repente, volver atrás vale la pena.

“Tron: Ares”, de Walt Disney Studios, estrena hoy en las salas de cine de Puerto Rico. Está clasificada PG-13 (que advierte a los padres que podría ser inapropiada para menores de 13 años) por escenas de violencia con armas y temáticas de adultos.