“Game of Thrones” sacia un gran deseo del público
En apenas el segundo episodio de su cuarta temporada, la serie de HBO ya está dando de qué hablar.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 11 años.
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Dicen que una boda Dothraki sin al menos tres muertes es vista como un evento aburrido, tradición foránea que al otro lado del mundo, en el continente de Westeros, se tomaron muy a pecho y eclipsaron exponencialmente con el Red Wedding, donde murieron miles de personas. Aunque en la celebración nupcial que se vio anoche en el nuevo y memorable capítulo de “Game of Thrones” tan solo hubo una muerte, fue una que ciertamente valió por tres, sino más.
Antes de proseguir, si aún no han visto el susodicho episodio -titulado “The Lion and the Rose”-, no deberían leer después de esta línea. Vayan, véanlo, gócenselo y entonces regresen a esta página.
Es en serio, no sigan leyendo.
Quedan advertidos.
En lo que sirve como la más reciente prueba de que George R. R. Martin –autor de la saga literaria A Song of Ice and Fire, en la que se basa la serie- sería el peor coordinador de bodas en la historia, la unión matrimonial entre las casas Tyrell y Lannister duró apenas unas horas cuando el rey “Joffrey” murió envenenado tras contraer nupcias con “Margaery”. El pobre no tuvo break ni de perder la virginidad. Fue así como la hija menor de los Tyrell quedó viuda por segunda ocasión tras el asesinato de su primer marido, “Renly Baratheon”, vía la daga del “Bebé de las sombras del infierno” que memorablemente dio a luz la hechicera “Melisandre” (¿quién dijo que este programa no estaba brutal?) en la segunda temporada. Si algo quedó rotundamente claro anoche en “Game of Thrones” es que, primero, casarse en Westeros es un deporte de alto riesgo, y, segundo, que hacerlo con “Margaery” aumenta considerablemente las probabilidades de morir.
Con este impactante episodio, las mentes creativas detrás de la adaptación televisiva, David Benioff y D.B. Weiss, tomaron desprevenidos a los televidentes que no anticipaban una muerte de semejante prominencia tan temprano en esta temporada. No que no la recibieran con beneplácito, claro está, ya que dudo que exista alguien que no estuviese deseando un desenlace similar para el despiadado, cruel y patético “Joffrey” desde que ordenó la decapitación de “Ned Stark”, o mutiló a dos prostitutas en su recámara, o torturó a “Sansa Stark” con la cabeza desmembrada de su padre”, u ordenó que la arrancasen la lengua a un bardo, o… bueno, ustedes entienden. El fruto del incesto entre “Cersei” y “Jaime Lannister” ciertamente nos dio múltiples razones para odiarlo, y ayer finalmente los fanáticos recibieron un poco de satisfacción a la sed de venganza que guardaban desde hace un año tras el Red Wedding.
La pregunta ahora es, “¿quién lo envenenó?”. La respuesta quizá llegará en los próximos episodios, pero por ahora todos los dedos –incluyendo el de “Joffrey”, como último gesto en vida- apuntan a su tío, “Tyrion”. El enano fue quien vertió el vino que estaba en la copa del rey con la que presuntamente fue envenenado en el suceso que los lectores de los libros conocen extraoficialmente como el Purple Wedding (La boda púrpura), porque de ese color quedó el rostro de “Joffrey” al asfixiarse y mientras se desangraba por todos los orificios. Repito, ¿quién dijo que este programa no estaba brutal?
El capítulo fue escrito por el propio Martin, quien seguramente se saboreó el poder adaptar sus propias palabras para la televisión e incluso añadir material que no apareció originalmente en los libros, como las conversaciones que se dieron durante la recepción entre “Tywin Lannister” y “Lady Oleanna”, “Brienne of Tarth” y “Cersei 'A Mi Hermano Solo Me lo Tiro Yo' Lannister” –la segunda confrontando a la primera acerca de sus sentimientos por “Jaime”- y nuestro nuevo personaje favorito, “Oberyn Martell”, con “Tywin” y “Cersei”, a la que el príncipe de Dorne le restregó en la cara el hecho de que estaba vieja y ya no era la reina de los Siete Reinos. Luego de tres temporadas en la que ha sido mayormente tratada con paños tibios, Martin se encargó de exponer a “Cersei” como la vil mujer que es en sus novelas: una desquiciada madre que pierde lo poco que le queda de cordura tras la muerte de su primogénito. Ya era hora.
La boda acaparó gran parte de la duración del capítulo (casi la mitad) y -bajo la dirección de Alex Graves- resultó ser una fantástica demostración de cómo ir aumentando la tensión hasta hacerla intolerable. El desdén en las miradas de Jack Gleeson (“Joffrey”) y Peter Dinklage (“Tyrion”) mientras se humillaban mutuamente ante la perplejidad del resto de los invitados fue in crescendo durante los minutos finales y probó ser muestra del incomparable talento del primero para ser un insoportable “HP” y el segundo como un maestro de expresar sus -y nuestros- deseos reprimidos. Habrá quienes extrañarán a Gleeson, y no es para menos. El joven actor tiene un rostro que da gusto odiar.
La primera mitad del episodio se concentró en retomar las narrativas de los otros personajes que no vimos el pasado domingo en la premier. La primera escena arrancó con lo que parecía ser unos jóvenes divirtiéndose mientras corrían por una pradera, y divirtiéndose estaban, pero a raíz de estar cazando a una doncella que acabó muriendo a manos de “Ramsay Snow”, el bastardo de “Bolton”. “Ramsay” es posiblemente el personaje más demente en A Song of Ice and Fire, y eso es mucho decir entre tanta locura. En este segmento nos reencontramos con el torturado “Theon”, ahora conocido como “Reek” (It rhymes with freak), quien ha sido domado por “Ramsay” hasta convertirlo en su súbdito. Tan amaestrado está que no lo degüella cuando tiene la oportunidad.
También visitamos a “Stannis Baratheon”, quien continúa permitiendo que “Melisandre” queme vivos a todos aquellos que no crean en el Dios de la Luz; “Bronn” se convirtió en el maestro de esgrima del manco “Jaime”; “Shae” fue desterrada de “King’s Landing” por “Tyrion”, quien no encontró otra manera de proteger a su amada prostituta; y “Bran Stark” continuó su odisea hacia al norte, más allá del Wall, persiguiendo al quimérico cuervo de los tres ojos.
Este último segmento resultó ser particularmente interesante por la nueva visión que el joven parapléjico recibió al tocar el “Weirwood”, árbol de hojas rojas y con un rostro cavado en su tronco que son sagrados para los seguidores de los viejos dioses, como lo fue “Ned Stark”. El patriarca de los “Stark” figuró en la visión donde aparecieron imágenes del pasado, presente y futuro: “Ned” afilando a su espada “Ice” y preso en el calabozo, un “White Walker” visto a través de hielo, la sombra de un dragón sobrevolando King’s Landing, el Trono de Hierro rodeado de nieve y la voz de un hombre que llamaba a “Bran” para que lo buscara al norte, “debajo del árbol”. ¿Qué significa todo esto? Los lectores de los libros sabemos lo que algunas de estas visiones representan, pero no todas. Martin aún no ha terminado de escribir su obra y debería apresurarse, pues la serie le está pisando los talones cada vez más rápido.
Con el “Purple Wedding”, “Game of Thrones” reescribió anoche las reglas del juego. De los cinco reyes que guerreaban por el Trono de Hierro, ahora solo quedan dos: “Stannis” y “Balon Greyjoy”, y cabe recordar el hechizo que realizó “Melisandre” con las sanguijuelas. Tras los hechos de anoche, el desbalance de poder en Westeros hará que la lucha por la corona sea aún más recia en lo que promete ser la mejor temporada de la serie hasta ahora. Si la muerte de “Joffrey” los tomó por sorpresa, dejen que vean lo que los próximos ocho episodios tienen en agenda para ustedes. Esto es solo el principio.