G.I. Joe cumple su misión

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 16 años.
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Si usted pudiese proyectar en una pantalla de cine lo que ocurre dentro de la mente de un niño de nueve años mientras juega tranquilamente en el patio con sus figuras de acción de G.I. Joe, el resultado sería algo bastante similar al filme G.I. Joe: The Rise of Cobra.
La grama sería un bosque, la tierra, un desierto, y los aviones y tanques de plástico se transformarían en poderosos armamentos militares capaces de desafiar las leyes de la física, inmunes a explosiones y lásers mortíferos. La historia en su infinita imaginación no tendría mucho sentido para un adulto, pero al pequeño no le importaría. En su mundo hay buenos y malos bien definidos, y los héroes a prueba de balas siempre ganan todas las batallas.
El filme, que estrenó ayer en Puerto Rico, marca en cierta forma el fin de una temporada veraniega de cine que dejó mucho que desear. Sin embargo, contrario a otro reciente estreno basado en juguetes y series animadas, los cineastas detrás de G.I. Joe son conscientes de la superficialidad de su historia. No complican la trama más de lo necesario ni aspiran a ser más que puro entretenimiento escapista. Esto no quiere decir que la cinta sea buena, pero por lo menos la producción está al tanto de ello.
El argumento es supersencillo, tal y como si fuera extraído de un capítulo del programa de televisión: unos letales misiles, cargados de microscópicas criaturas capaces de devorar rápidamente todo tipo de metales, han caído en las manos de los villanos.
Para detener una posible catástrofe, el equipo G.I Joe -que dejó de ser exclusivamente americano y ahora es internacional- es enviado a recuperar las armas y salvar al mundo.
La mitad del tiempo el guión no tiene sentido. Los héroes descifran los planes de la siniestra organización por osmosis, intervención divina o dando explicaciones tan rebuscadas que es mejor no pensar mucho en ellas con tal de evitar un derrame cerebral. Pero usted no va a ver este tipo de película por su profunda temática y diálogos sofisticados, así que -afortunadamente- la acción la rescata de ser un absoluto desastre.
El director Stephen Sommers (The Mummy, Van Helsing) mantiene un ritmo acelerado que hace que el filme fluya rápidamente, aunque constantemente tropieza por un excesivo e innecesario uso de flashbacks. Las dos principales secuencias de acción -en particular el épico final de 30 minutos- son excelentes y muy atractivas visualmente, esto a pesar de que los efectos especiales computarizados no están a la par con los estándares de calidad a los que estamos acostumbrados.
G.I. Joe : The Rise of Cobra no aparecerá en ninguna lista de lo mejor del 2009, pero tampoco debería incluirse dentro de lo peor. Es el tipo de largometraje que se olvida tan rápido como el tiempo que le tome regresar a su automóvil.