Raymond Arrieta inicia hoy lo que será su última caminata “Da vida” para el beneficio de los pacientes de cáncer y celebro que haya llegado este momento. Primero, porque ya era tiempo; el esfuerzo físico por los pasados 15 años ha sido excesivo. Fue un compromiso que aceptó voluntariamente sin saber lo que enfrentaría y no claudicó en ningún momento. No cedió ante el dolor físico ni el emocional, mucho menos a los intentos por manchar su esfuerzo sugiriendo que lo hacía por beneficio propio. ¿Quién paga eso? El valor es incalculable.

Segundo, lo celebro también por todo lo logrado. Definitivamente ha sido una ayuda inmensa para los pacientes que reciben tratamiento en el Hospital Oncológico en el Centro Médico.

Lo visité por primera vez hace 15 años, a propósito de la caminata, y la transformación que ha tenido durante estos años es significativa, y eso va desde la accesibilidad a los tratamientos hasta los equipos de nueva tecnología que fueron llegando a medida que avanzaron las caminatas.

Nada de esto me lo contaron. Para entender el valor de esta gesta humanitaria había que caminar. Había que presenciar el agradecimiento de los pacientes, de los sobrevivientes, de los familiares de quienes batallaban con la enfermedad, y también de los que habían perdido esa lucha. La gente lo abraza, lo besa, lo bendice, porque él no deja de pedir esa bendición, y lo miran con una fe infinita de que les ayudará. Es una responsabilidad que llegó a afectar su salud emocional y para lo que buscó la ayuda adecuada.

Me atrevo a afirmar que esta caminata es el trabajo más serio que jamás hará Raymond Arrieta, y es así porque a él también le tocó de cerca el cáncer. El año pasado sus pasos fueron dedicados a su propio papá, don Ramón, quien afortunadamente hoy es un sobreviviente de la enfermedad y otra vez lo acompañará de cerca. Lo tocó también a través del recién fallecido director Pedro Alicea, y de su compañera de animación Dagmar, por quien salió a caminar por primera vez desde Ponce a San Juan.

Hoy regresa a Ponce para comenzar la despedida de un compromiso irrepetible. Seguramente será una de las más emotivas, aunque no dudo que cada una tuvo un valor especial, una memoria que queda con él por el resto de su vida.

Este año lo acompañaré en el último tramo, porque todos y todas también tenemos motivos para apoyar esta iniciativa. Caminaré (mientras trabajo) por la memoria de mi prima Junny y de mis tíos Wilson y Eddie, y por la sanación total de mi tía Sara, de mi amiga/hermana Viviana, de mi amiga Eveliz, y del amigo de mi hijo, Seba. Raymond solo queda decirte ¡GRACIAS!

El animador Raymond Arrieta logró completar esta tarde la edición 14 de la caminata Da Vida, a beneficio del Hospital Oncológico.