Transferir al medio cinematográfico la vida del legendario cantautor estadounidense Bob Dylan representa un reto colosal para cualquier director. Varios documentales han girado en torno a su figura, entre estos "No Direction Home" de Martin Scorsese, pero nunca antes un filme se había dado a la tarea de examinar las distintas facetas de este icono musical de una manera tan audaz y ambiciosa como en "I'm Not There".

En el filme dirigido y coescrito por Todd Haynes ("Velvet Goldmine", "Far from Heaven"), el cineasta evita la vía fácil y se aparta completamente del patrón empleado por otras películas basadas en músicos, como "Ray" y "Walk the Line". El director utiliza la pantalla como un lienzo, plasmando en ella matices abstractos inspirados en los mitos y realidades de Dylan. El resultado, aunque muy lejos de ser perfecto, es un largometraje tan enigmático como el propio artista.

Al carecer de una narrativa convencional, la cinta -que estrenó el pasado jueves en los cines de Puerto Rico- significará un dolor de cabeza para aquellos espectadores que no estén muy versados en la biografía del cantautor, particularidad que constituye su primordial debilidad. La trama no ofrece ningún trasfondo de sus orígenes, simplemente entrelaza diferentes momentos de su vida cambiando no sólo de tiempo y espacio, sino también a quienes lo interpretan.

Haynes se arma de un talentoso sexteto de actores –compuesto por Cate Blanchett, Christian Bale, Heath Ledger, Richard Gere, Ben Whishaw y Marcus Carl Franklin- para estudiar ciertas etapas en la carrera del cantante como músico, actor, ídolo, revolucionario, predicador y –sobre todo- leyenda. La técnica, ideal para exponer a una figura tan camaleónica y misteriosa como Dylan, termina siendo su mayor fortaleza.

El elenco realiza una labor formidable. Cada uno de sus integrantes presenta una variación de la personalidad del artista que proyectan autenticidad y reflejan su misticismo. Entre ellas, vale la pena destacar el trabajo de Ledger –en su penúltima actuación- y el joven Franklin, quien lo encarna como un carismático niño negro.

Sin duda alguna la que se roba el show es Blanchett. La magnífica actriz australiana se difumina detrás de su interpretación del cantante la cual le valió otra nominación en la próxima entrega de los premios Oscar. Con su acercamiento al papel obtiene un personaje que no es exactamente Dylan ni exactamente Blanchett, sino otro ente, independiente, del que emana un irresistible magnetismo y captura por completo la atención del público cada vez que aparece en pantalla.

Al buscar fuentes de inspiración en ejemplos clásicos del surrealismo fílmico, como "8 ½"de Federico Fellini y "Persona" de Ingmar Bergman., Haynes le provee a los cinéfilos una experiencia única, pero bastante ambigua. Sin embargo, a pesar de que el largometraje se hubiera beneficiado de una edición más concisa y que en ocasiones el ritmo se siente un tanto inconscistente, resulta imposible no aplaudir la valentía ejercida por él en su manera de tratar el material.

Comparable con la polémica que pude plantear una pintura abstracta, "I'm Not There" es un filme que polarizará la audiencia. Unos la tildarán de incomprensible y pretenciosa, otros celebrarán su originalidad, pero seguramente ambos bandos se verán inclinados a buscar más información sobre Bob Dylan, razón suficiente para apreciarla y constatar su efectividad.