Las coincidencias entre Jacobo Morales y Tommy Muñiz trascienden el título de artista. Con una diferencia de edad de 13 años -hoy, precisamente, se conmemora el centenario de Tommy Muñiz- ambos desarrollaron sus respectivas carreras en una misma dirección: radio, televisión y cine.

Jacobo Morales recuerda cuando de niño su papá lo llevaba a las antiguas sedes de Wapa Radio y Wapa TV en Puerta de Tierra a ver los programas de “La familia Pérez”, donde actuaba Tommy Muñiz. Desde ese momento, el cineasta conectó con la autenticidad que proyectaba el fenecido actor, libretista y productor, porque en él también crecía el interés por las artes escénicas llevadas desde ese nivel de sencillez.

“Me llamó mucho la atención Tommy, porque desde muy temprana edad, a mí me atraían mucho los actores y las actrices que sentía que estaban haciendo eso de verdad, que parecían de verdad. Y Tommy desde muy a comienzos de su carrera se destacó, sobre todo, por su naturalidad”, recordó.

Jacobo Morales, de 87 años, se remonta a los momentos en que su actividad artística comenzó a cruzarse con Tommy Muñiz con una precisión admirable. Comparte sus relatos en su distintivo tono pausado y los matiza con cierta intensidad cuando el cuento así lo requiere. Este recorrido por la relación artística y amistosa que cultivó con su colega lo hizo desde un improvisado set que montó en la marquesina de su hogar, en San Juan, procurando que al fondo se apreciara la bandera de Puerto Rico y algún verdor natural. Una vez aprobó el “encuadre”, con el consentimiento de su inseparable esposa Blanca Silvia Eró, las memorias comenzaron a florecer.

Jacobo conoció primero a Andy Muñiz, el hermano de Tommy. Para entonces, Jacobo trabajaba de lleno como actor de telenovelas, mientras Andy Muñiz escribía para las producciones de Tommy, como “Torito & Co.”, y es así que le abre la puerta para que participara en la creación de libretos para Producciones Tommy Muñiz.

Tommy Muñiz, José Miguel Agrelot y Jacobo Morales en "La criada malcriada".
Tommy Muñiz, José Miguel Agrelot y Jacobo Morales en "La criada malcriada". (Suministrada)

“Ya eso me coloca en una posición más inmediata a Tommy y empiezo a sentir que él sabía lo que él quería en todos los aspectos, pero tenía una gran capacidad que era intuitiva para comunicarse con las demás personas. En todo momento sentí en él una persona accesible, una persona comunicativa, no un jefe autoritario. Tenía una capacidad muy especial para que hicieras algo cercano, vínculado a lo que él había concebido, pero sin limitar tu sentido de colaboración, algo que podías aceptar esa directriz que él daba, pero con un margen amplio para aportar también tus ideas, y eso a mí me entusiasmó mucho de Tommy”, rememoró.

La intuición de Lucas Tomás Muñiz Ramírez, la visión que tenía de la personalidad colectiva del puertorriqueño, la accesibilidad, el vínculo que procuraba mantener con los sentimientos y actitudes del pueblo, la sutileza al actuar y el compromiso social con que definió su gestión artística, en cualquiera de los escenarios, alimentó la admiración de Jacobo, y sin darse cuenta, se hicieron cómplices en el arte.

“En un momento dado estaba de lleno trabajando en sus producciones, porque combinaba el trabajo como actor y también como libretista, y también como director artístico, que montaba la escenas y demás. ‘Esto no tiene nombre’, ‘La criada malcriada’, que además de actuar, escribía frecuentemente guiones, ‘Jajájijíjojó con Agrelot’, es decir, que en distintas capacidades laboraba siempre con Tommy”.

A Tommy le gustaba el realismo, pero también comunicar con la mayor sencillez posible. No era amigo de la aparatosidad, de los artificios, y esa era mi tendencia natural, por eso en ese aspecto nos llevábamos muy, muy bien”

-Jacobo Morales, artista

A la par con el desarrollo que ambos tenían en la televisión, Jacobo comenzó a escribir poemas, y fue a través del programa “Borinquen canta”, también de su colega-amigo, que comenzó a compartirlos públicamente. En ese afán por la escritura también le influenció.

“Trabajando con Tommy es que escribo mi primer guión cinematográfico, porque mi primer guión no es ‘Dios los cría’, como muchas personas piensan, mi primer guion es la adaptación de ‘La criada malcriada’ al cine, y también me pone en contacto directo con el cine, que es algo que también tenía muy dentro y que sigo teniendo muy dentro”.

Como buenos amigos, también tuvieron sus discrepancias. ”De hecho, en una época Tommy y yo estuvimos distanciaditos y luego volvimos a encontrarnos, y fue mediante el teatro que volvimos a tener relación”, reveló. Ese reencuento se dio con la puesta en escena de “Los muchachos de la alegría”, una adaptación de la obra “The Sunshine Boys”, de Neil Simons. Jacobo dirigió a Tommy y a Parquito Cordero (1932-2009), quienes también volvían a coincidir a partir de ese trabajo.

Jacobo Morales, Paquito Cordero y Tommy Muñiz, coincidieron, entre tantos proyectos, en la obra "The Sunshine Boys".
Jacobo Morales, Paquito Cordero y Tommy Muñiz, coincidieron, entre tantos proyectos, en la obra "The Sunshine Boys". (gary williams)

Para ese momento, el lajeño criado en San Juan ya había escrito el guion de la película “Lo que le pasó a Santiago”, nominada al Oscar en el renglón de Mejor Película de Habla No Inglesa, en el año 1990. La actuación de Tommy en “Los muchachos de la alegría” convenció a Jacobo de que era el protagonista ideal para su filme en pareja con la actriz, ahora sacerdotisa episcopal, Gladys Rodríguez.

“Yo amo las sutilezas, le doy mucha importancia a las sutilezas en la actuación y Tommy, por instinto, bregaba muy bien con las sutilezas, algo que es muy apropiado para el cine, y, cuando terminó la obra, que tuvo gran aceptación, salí convencido de que Tommy era el intérprete ideal para ‘Lo que le pasó a Santiago’. Leyó el libreto, le gustó mucho, incorporamos a Gladys, que es otra gran actriz con la que he tenido magníficas experiencias y el resto es historia”.

Contó, a modo de anécdota, que durante el rodaje tuvo el reto de controlar el ambiente en torno a cada escena para que nada fallara, porque Tommy solía entregarse en cada primera vez, no le gustaba repertir, y cuando lo hacía, no alcanzaba el mismo nivel de naturalidad. Hubo una escena en particular, en la que el personaje de “Santiago” se “esgoliza”, se machuca, se moja, se enfanga, y mientras iba el actor rodando, a Jacobo se le ocurrió repetirlo para tener una toma más cercana. Nunca se repitió.

Al reflexionar sobre el legado de Tommy y el propio en la radio, la televisión y el cine, versus lo que se presenta en la actualidad, especialmente entre el cine y la televisión, Jacobo evitó caer en el cliché de que “todo tiempo pasado fue mejor”, no obstante, opinó sobre la pérdida de ciertos valores.

“La televisión, el cine y el teatro es para entretener, pero también va más allá. Ofrece grandes posibilidades para trascender eso; te puede llevar a reflexionar, te puede hacer un comentario social que te estimule, que te ponga a pensar en las cosas, te puede crear situaciones que también tengan ímpetu en la parte humana, que te hagan desarrollar mayor sensibilidad para el trato con los mismas personas, todo eso cabe en la televisión y tendría que estar dentro de las cabezas de los que dirigen o tienen mucha influencia en el quehacer televisivo y en el tratado cinematográfico, y eso no se está hablando hoy día con la frecuencia que debiera ser”, expuso.

Terminado el trabajo con “Lo que le pasó a Santiago” ambos perfilaban una continuidad en el cine. Tommy llegó a actuar en Hollywood con “Crazy From the Heart” junto con Rubén Blades y Christine Lahti, y la historia de Jacobo en ese arte, no termina.

Tampoco se acaba el respeto por el compañero y amigo con el que por tanto tiempo practicó lo que él llama “jugar en serio”. Nunca fue ni ha sido trabajo u oficio, siempre ha sido jugar en serio.