Juegos peligrosos en "Funny Games"

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 17 años.
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Inteligente y provocadora
Cuando usted va al cine a ver películas como “Hostel” o “Saw”… ¿encuentra entretenidas las salvajes torturas a las que son sometidos algunos de los personajes? ¿Son éstas justificadas por el hecho de que al final varios de ellos vencen al villano y permanecen con vida? Si sus respuestas a ambas interrogantes son afirmativas, el director Michael Hanake tiene algo que mostrarles.
Obviamente, esta predilección lo ubica como un fanático del horror. Obviamente también, todos sabemos que la violencia fílmica es falsa. Libras de vísceras y galones de sangre de embuste. Pero ¿cuál es su atractivo? ¿Por qué tantas personas asisten al cine a ver semejantes barbaries?
El sarcasmo de la cinta “Funny Games” -recreación escena por escena del largometraje homónimo que Hanake filmó en Austria en 1997- comienza desde el título mismo, ya que la trama no tiene nada de gracioso. Bueno, quizás sí, pero las carcajadas dependerán de si usted acepta o no la tesis que defiende el largometraje.
Haneke (“Cache”) utiliza la sala de cine como laboratorio y al público como conejillos de indias. De entrada, los espectadores conocen a “Ann”, su esposo “George” y su hijo “Georgie”, una familia adinerada que disfruta de su casa de campo.
Acto seguido, llega al hogar una pareja de adolescentes –corteses y bien vestidos- que no aparentan matar ni a una mosca. El panorama cambia drásticamente cuando uno de ellos le parte la rodilla al papá, amordazan a la madre y al hijo, y apuestan a que ninguno de los tres estará vivo al día siguiente a menos que logren matarlos a ellos dos primero.
La película sonará como la peor pesadilla de muchas personas, con un primer acto dominado por un tono perverso y tenso, pero esto es tan sólo parte de su ingenio. La fase experimental del largometraje inicia cuando “Ann” (Naomi Watts) es obligada a participar de un sádico juego de “caliente y frío” para hallar el cuerpo sin vida de su perro y uno de los jóvenes se voltea hacia la cámara y le hace una guiñada de ojo a los espectadores, rompiendo la famosa “cuarta pared”.
De ese punto en adelante, el público es cuestionado directa y reiteradamente por la pareja de verdugos, quienes preguntan por qué permanece sentado en sus butacas mientras sus abusos contra la familia se van tornado más y más horribles. La experiencia no será del agrado de muchos, pero aquellos cinéfilos que reconozcan la sátira que Haneke desea hacer sobre la cinematografía actual, comprenderán la necesidad de sus excesos y la naturaleza de su peculiar humor oscuro.
Aunque por la pasada descripción el filme aparenta excederse con su contenido violento, la realidad es que la mayoría sucede fuera de cámara. El director rompe con varios paradigmas del medio para llevar su mensaje y se limita a mostrar los estragos y efectos psicológicos de la violencia, sin necesidad de morbosos efectos especiales que distorsionen su cruda realidad.
“Funny Games” es una película inteligente que enfrenta a los cinéfilos a unos cuestionamientos verdaderamente provocadores, pero no es para todo el mundo. Su propósito primordial es generar una reacción en su persona. Si usted no pudo soportarla y se marchó del cine a mitad de película, pasó la prueba. Si le gustó el final, también. Si permaneció sentado con la esperanza de que la familia sobreviviera, lamentablemente, reprobó el examen.
Una burla a la sensibilidad
Alexis Sebastián Méndez / Para Primera Hora
No recuerdo un ejemplo mayor de buen talento mal utilizado. “Funny Games” es un filme dirigido con fantástico sentido de tensión y terror, tiene actuaciones estupendas (desde Watts hasta el niño) y nos absorbe totalmente. Lástima que sea una película amoral y perversa, un ejercicio de pura maldad contra sus personajes y contra el público.
Dos jóvenes invaden el hogar de una familia. Llevan guantes de mago, lo cual sospechamos que es para no dejar huellas digitales. Por otro lado, no se cubren el rostro. Resulta obvio que lo encuentran innecesario. Todo el tiempo llevan en mente no dejar sobrevivientes.
Los villanos, corteses como ardillas de “Looney Tunes”, son escalofriantes sin ayudas cinematográficas. La cinta no tiene música, creando mayor realismo mientras evita el truco de sobresaltos en notas musicales o de crear ambiente de miedo con melodías tétricas. Solamente se usa nuestra audición para espantarnos cuando el terror ocurre fuera de pantalla. Por un momento, parece que vamos a presenciar una joya de terror.
Pero lo que tenemos es un ejercicio de masoquismo. El director juega con el público, pues en algunas circunstancias, el villano se dirige a la gente en sala, como si se burlase de que compartamos esperanza con los secuestrados.
El momento más obvio ocurre en un instante en que arruina cualquier pretensión de realismo. Cuando uno de los secuestrados logra una movida en contra de los villanos, el otro asesino toma un control remoto y mueve el tiempo en reversa, como una escena cómica de “Click”, para entonces burlarse de nuestra satisfacción momentánea y volver a humillar y atormentar a los protagonistas.
En otras palabras, la cínicamente titulada “Funny Games” (“Juegos divertidos”) se burla de la sensibilidad del público. Básicamente, éste es un filme que busca repugnar, y en este caso les seré complaciente, así que resumo mi opinión de la película con una palabra: repugnante.
“Funny Games” se presenta en Fine Arts.