“Me siento vieja, pero no muy sabia”, confiesa “Jenny”, la protagonista del excelente  filme An Education, de manera retrospectiva a lo que han sido los últimos meses de su joven vida.  Con tan sólo 17 años, la adolescente ha experimentado más cosas que muchas otras chicas que vivieron en la Inglaterra de los años 60.

Aunque aún no lo sepa, “Jenny” -interpretada magistralmente por Carey Mulligan- sí ha adquirido sabiduría desde que conoció a “David” (Peter Sarsgaard), un hombre mayor que ella por al menos dos décadas, que de inmediato se interesó en ella. No es el tipo de conocimiento que se adquiere en la academia, sino en lo que “David” denomina la “Universidad de la Vida”, institución ficticia de la cual “Jenny” se ha graduado con  un grado asociado tras involucrarse sentimentalmente con él.

La película, dirigida por Lone Scherfig, está basada en las memorias de la periodista inglesa Lynn Barber y su amorío con un hombre mayor que ella cuando asistía a la escuela superior. El guión de Nick Hornby (High Fidelity, About a Boy)  realiza un magnífico trabajo al transportarnos a la sociedad británica de la década de los 60, época cuando el feminismo nacía y las mujeres comenzaban a luchar por sus derechos, buscando identidad propia fuera del matrimonio y esmerándose por perseverar en sus estudios universitarios.

“Jenny” es una chica que prácticamente podía hacer lo que quisiera. Por un lado, nació bendecida con una gran belleza física,  mientras que intelectualmente sus padres -encarnados por Alfred Molina y Cara Seymour- se aseguraban de proveerle una educación de primera con miras a que ingresara a la exclusiva universidad de Oxford. Todo cambia cuando, en medio de una tarde lluviosa, los caminos de “Jenny” y “David” se cruzan.

Dotado de un irresistible carisma y un impecable don para conversar, “David” no encuentra resistencia alguna de los padres de “Jenny” cuando les ofrece llevarla a un concierto. Ésta será la primera de muchas citas en las que la joven no sólo se enamorará de él, sino además de su glamoroso estilo de vida.

Scherfig nos coloca efectivamente en los zapatos de “Jenny” y su descubrimiento de este mundo que no conocía, donde los clubes de jazz, las lujosas prendas de ropa y los viajes a París no son sueños inalcanzables. Al igual que “Jenny”, quedamos deslumbrados por el aspecto superficial de la vida que lleva “David”, sin cuestionar cómo lo consigue ni mucho menos cuál es su pasado. Obviamente, hay algo que no conocemos de este aparente  “hombre perfecto”.

Precisamente es aquí cuando la película tropieza, a unos 20 minutos de su final. Como si la propia directora hubiese olvidado que su trama necesitaba un conflicto, el guión introduce uno en su tercer acto y lo resuelve de manera atropellada como si tuviera prisa por llegar a los créditos finales. Luego de un formidable desarrollo del personaje de “Jenny”, ni el libreto de Hornby ni la dirección de Scherfig le dan la resolución que se merece, dándonos un final que ata todos los cabos de manera demasiado conveniente.

No obstante, la verdadera razón para ver An Education recae en la gran actuación de Mulligan, trabajo que ya se vislumbra como candidato al Oscar. La joven actriz de 24 años maneja muy bien los dilemas por los que atraviesa “Jenny” en sus decisiones entre una vida fácil y segura y una carrera universitaria e independiente. En un año en el que las actrices no han contado con papeles memorables, el de Mulligan consigue destacarse. 

Con todo y que el final deja mucho que desear, An Education es una estupenda película, bien dirigida y con tremendas actuaciones tanto principales como secundarias. Para los cinéfilos que disfrutan de predecir las cintas y cineastas que ganarán los Oscar, el filme representa una visita obligatoria al cine este fin de semana.