“Esto no es un chiste, Moonlight ganó mejor película”.

Lo que ocurrió anoche en los Oscar fue el final más absurdo y cómico desde que los policías detuvieron la batalla medieval en los últimos minutos de Monty Python and the Holy Grail.

La reunión entre Warren Beatty y Faye Dunaway, las legendarias estrellas del clásico Bonnie and Clyde (1967), aspiraba a cerrar con broche de oro la 89na entrega de los premios con un aire clásico y decoroso, pero lo que pasó después marcaría para siempre esta celebración anual del cine. Beatty tomó el sobre que contenía el título del filme ganador en la categoría de mejor película. Lo leyó, lo volvió a leer, miró hacia la parte izquierda del escenario, como si buscando ayuda, pero no la encontró, así que –el muy listo- le pasó el sobre a Dunaway para que ella lo leyera:

“¡La La Land!”, exclamó la actriz.

El público estalló en aplausos. Los involucrados en la producción del aclamado musical se confundieron en besos y abrazos y subieron a aceptar el honor. Era el final esperado a algo que se veía venir desde finales del 2016: la victoria segura de esta colorida carta de amor a Hollywood. Todos los medios –incluyendo este- actualizaron sus redes sociales declarando a La La Land la mejor película del año, ganadora de siete premios Oscar. Un minuto después, se le restaría uno.

Jordan Horowitz, uno de los productores de La La Land, fue el primero en hablar, y agradeció a todas las personas que se suelen agradecer en estos discursos: familia, compañeros, cineastas, el estudio, la Academia, etc. Habló de la importancia de los sueños y cedió el micrófono a otro de los productores, quien procedió a hacer lo mismo. Pero Horowitz se mantuvo visible en el tiro de cámara, y se observó cómo personal de la producción se acercó rápidamente hacia él, le dijeron algo y de pronto su rostro pasó de la alegría a la incredulidad que muchos compartirían en los próximos segundos. 

“Hay un error. Moonlight, ustedes ganaron mejor película”, declaró el propio Horowitz, ante los miles que se congregaron en el Teatro Kodak de Los Ángeles y los millones que veían la ceremonia alrededor del mundo. “Esto no es un chiste, Moonlight ganó mejor película”, aseguró el caballero, y para comprobarlo, tomó el papel que sostenía Beatty y se lo mostró a la cámara. En efecto, decía Moonlight.

Nadie lo podía creer. El equipo de producción de La La Land no lo podía creer. El de Moonlight, tampoco, pero así fue, y cabe destacar la gracia y humildad con la que ambas partes enfrentaron la penosa situación, especialmente Horowitz. 

“¡Warren! ¿QUÉ HICISTE?”, le reclamó el anfitrión, Jimmy Kimmel, a la estrella de McCabe and Mrs. Miller, a lo que este respondió: “Abrí el sobre y decía ‘Emma Stone, La La Land’, por eso miré por tanto tiempo a Faye y a ustedes. No estaba tratando de ser gracioso”.

Imágenes difundidas por las redes que hacían un acercamiento al sobre que sostenía Beatty mostraban un texto que aparentaba decir: “Actress in a Leading Role” (Actriz principal), pero ninguna tenía suficiente definición como para comprobarlo categóricamente. Al cierre de esta edición, aún se desconocían los detalles de la crasa confusión que de inmediato recordó al error similar visto en el 2015 en el certamen de Miss Universe cuando Steve Harvey anunció a la ganadora equivocada.

Lo cierto es que en los 89 años de historia de estos galardones, jamás se había visto algo similar, y mucho menos en la categoría más importante de la noche.

Moonlight ganó, pero La La Land se llevó más

La La Land acabó la velada con seis Oscar, los mayores de estos para su director, Damien Chazelle –quien a sus 32 años, anoche se convirtió en el director más joven en triunfar en esta categoría-, y la protagonista, Emma Stone, en adición a mejor cinematografía, música, diseño de producción y canción. Mientras, Moonlight se llevó el premio mayor, así como mejor actor de reparto para Mahershala Ali y mejor guión adaptado, para un total de tres.

El drama Manchester by the Sea triunfó en las categorías de mejor actor, para Casey Affleck, y mejor guión original, para su director Kenneth Lonergan. Viola Davis finalmente recibió en sus manos el Oscar que le debían desde hace muchos años por su actuación secundaria en Fences. Esta fue la única estatuilla que se llevó esta adaptación teatral.

El Oscar a la mejor película animada fue a parar nuevamente en manos de Disney por Zootopia mientras que Pixar obtuvo su primera victoria desde el 2002 por un cortometraje animado por “Piper”, el corto acerca de un pajarito en la playa que fue visto como preámbulo a Finding Dory.

La estupenda y abarcadora producción de ESPN, OJ: Made in America, se alzó con el premio al mejor documental, a la vez que The Salesman, del director Asghar Farhadi, fue reconocida como la mejor película extranjera del 2016.

Las estatuillas dirigidas a las categorías técnicas se repartieron de la siguiente manera: Hacksaw Ridge, edición y mezcla de sonido; Arrival, edición de sonido; Suicide Squad, maquillaje; y Fantastic Beasts and Where to Find Them cargó con el premio al mejor vestuario. 

Aciertos y desaciertos de Jimmy Kimmel

La ceremonia arrancó con un número musical a cargo de Justin Timberlake, quien interpretó la canción nominada de la cinta animada Trolls. Acto seguido, el anfitrión Jimmy Kimmel apareció en el escenario y su introducción fue muy similar a la que realiza en su programa Jimmy Kimmel Live! Los chistes dirigidos al presidente Donald Trump no se hicieron esperar y no escasearon durante el resto velada.

Kimmel se encargó de mantener la atmósfera con los pies en la tierra, sin mucho afán de elevar los acontecimientos más allá de lo necesario. Donde sí tropezó marcadamente fue en los momentos fabricados, especialmente cuando trajo “de sorpresa” al Teatro Kodak a un grupo de turistas que no sabían que estarían presentes en la ceremonia. Nada sobre esto fue gracioso, y el segmento no solo se sintió eterno sino de mal gusto, no por las personas sino por el trato condescendiente de Kimmel hacia ellas.

Lo mismo ocurrió con la introducción de los “Mean Tweets”, una sección recurrente en el programa del comediante, donde los famosos aparecen frente a las cámaras leyendo tuits desagradables dirigidos a ellos. Sin embargo, en lo que a la animación del evento como tal, Kimmel lució ameno, relajado y con un buen manejo del humor necesario para tolerar las más de tres horas que duró la ceremonia.

En general, Kimmel realizó un trabajo promedio como anfitrión, pero en verdad no debe temer las reseñas que pudiesen salir publicadas hoy. Nadie va a estar hablando de él. La conversación girará en torno a la apoteósica metía de pata, sus repercusiones y cómo La La Land, la jovial producción que parecía invencible, fue la mejor película en los Oscar por alrededor de 45 segundos.