“Pride and Glory” corrupción de alto rango

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 17 años.
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Protagonistas: Edward Norton, Noah Emmerich, Colin Farell, Jon Voight
Director: Gavin O'Connor
Otra vez: una película de relaciones familiares envueltas en ambos lados de la ley, con hermandades quebradas, códigos de honor que antagonizan con los códigos morales y mucha corrupción policial. Este terreno, tan cubierto en el cine de los 70, regresó con “The Departed” y “We Own the Night”, y ahora recibe otro tratamiento en “Pride and Glory”.
Estos filmes de acción e intriga suelen contar con buenos actores, ya que son producciones con atractivo comercial y posibilidades de trabajo dramático. En este caso, tenemos a Edward Norton (quien, hasta ahora, parece incapaz de una mala actuación), Noah Emmerich, Colin Farell y Jon Voight.
Edward Norton es “Ray”, un policía irlandés de la ciudad de Nueva York. Como es tradición, “Ray” sufrió en el pasado un incidente traumático. Ahora, tras refugiarse en los casos de gente perdida, regresa a la investigación criminal cuando una intervención a una transacción de drogas deja el saldo de cuatro policías muertos.
Los pasos de la investigación se dirigen en rumbo conflictivo. Cuando las sospechas señalan a “Francis” (Emmerich), un respetado comandante de la policía, y al despreciable “Jimmy” (Farell), es que comienza el dilema moral, ya que estas dos personas son, respectivamente, hermano y cuñado del protagonista. El padre de “Ray”, un policía retirado interpretado por Voight, intenta intervenir con cautela.
El título, “orgullo y gloria”, se refiere al espíritu de honra que carga el cuerpo policial, el cual es admirable cuando se usa para juntos sostener los ataques continuos, defenderse de opositores y apoyarse en las tragedias que conlleva la profesión. Pero también es el escudo que usan quienes utilizan ese poder para acciones deplorables, aprovechando el código de nunca hundir a uno de los suyos, aunque se lo merezca. Aparentemente, es un tema que, por triste que sea, no ha perdido vigencia en 30 años.