Sandra Zaiter y "Dagmarita" recuerdan "Telecómicas"
Un fundamento de Telecómicas era la cultura puertorriqueña.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 14 años.
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La niña la miró enojada y, luego de inspeccionarla, la empujó gritándole: “¡Tú no eres Dagmarita!”.
Dagmar ríe cuando cuenta anécdotas sobre el arraigo que tuvo su personaje “Dagmarita” en el desaparecido programa infantil Telecómicas. En ésta, por ejemplo, relata cómo una niña que se encontró en un supermercado se molestó al verla como la “impostora” de la traviesa niña de dos moñitos rubios con quien la pequeña compartía todos los sábados y domingos a través de la pantalla chica de Telemundo de Puerto Rico.
Sandra Zaiter, la inolvidable “titi Sandra”, también ríe, pero con menos fuerza y dos o tres suspiros de nostalgia.
“Yo me temo que los canales comerciales simplemente le han dado la espalda a la responsabilidad que tienen con el pueblo. No es nuevo el hecho de que los programas de niños no dan rating, no dan auspicios, no dan grandes ganancias, pero antes existía algo que se llama compromiso, y con eso era suficiente”, establece Zaiter, quien producía ese espacio.
Telecómicas (1991-2001) fue la etapa más reciente de un concepto que empezó en 1969, aclara. Lo protagonizaban “titi Sandra”, “Dagmarita”, “el pollito Yito” –interpretado por Leticia Rossy–, y una frase que, según Zaiter, permanece viva en la mente de los niños que crecieron con ellos: “¡Chim bum ban!”.
“Se me ocurrió escribir esa canción (¡Chim bum ban!) como un himno a la alegría”, acota Zaiter.
Al principio, la emisión constaba de juegos intercalados con la presentación de dibujos animados. Sin embargo, debido a su éxito, grabaron cassettes, hicieron varias campañas educativas y emprendieron giras por escuelas y distintas plazas de Puerto Rico con un espectáculo al estilo obra musical.
“Todas eran canciones que tenían algún mensaje positivo que dar, tanto de alegría como de respeto a los seres vivos”, describe Sandra Zaiter.
Según Dagmar, “el ‘Pollito Yito’ era un atractivo bien importante porque era el único programa que tenía un pollito grande que hablaba y cantaba. ¡Mira que los nenes lo abrazaban, lo empujaban y el pobre ‘Yito’ corriendo de un lado a otro!”.
La animadora recuerda, además, cómo los niños adoraban a su compañera en la emisión.
“La niñez es espontánea, y le preguntaban a Sandra por qué estaba en silla de ruedas. Ella les decía la verdad, les contaba sobre el accidente, y ellos cobraban conciencia sobre las personas con impedimentos, y lo entendían muy bien”, comenta la actual conductora de Día a día (Telemundo).
Añade que en cada diciembre se realizaba un Festival de los Niños luego de un escogido de jóvenes con necesidades especiales.
“Sin egos, digo que llegamos a padres, a tíos, a abuelitos. Para mí, eso era lo que más me gustaba: estar con ellos, sentir esa unión que vivimos en vivo porque todos los años le dábamos la vuelta a la Isla (de Puerto Rico) en giras”, narra.
Más que puro entretenimiento, lo que llena de satisfacción a estas animadoras es su contribución a la educación de la generación de niños que impactaron con Telecómicas.
“Nos distinguimos mucho por unas cápsulas que titulamos Fantasía y realidad, en las que les presentábamos a los niños el mundo de fantasía del cine y la televisión, que se basaba en trucos para entretener, pero que no confundieran esa fantasía con la realidad, porque no podían imitar todo lo que vieran”, expone Zaiter.
La productora coincide con Dagmar en que otro fundamento de Telecómicas era la cultura puertorriqueña.
“Introducíamos al niño a su idiosincracia, a su cultura, con las cápsulas que llamamos Conociendo lo tuyo sentirás más orgullo. Los llevábamos por los patrimonios nuestros: los faros, la Fortaleza, los adoquines, la naturaleza... Que el niño comprendiera lo que era suyo, porque uno no puede proteger ni amar lo que no conoce”, afirma Sandra Zaiter.
Dagmar, por su parte, lamenta que estos atributos se estén perdiendo en la programación actual, y felicita a quienes luchan contra viento y marea para preservarlos.
“Es difícil porque, ahora, hay que ver los programas infantiles de cable, y entonces llevar lo que tú tienes a otro nivel, siempre fomentando el amor a lo nuestro, y también, ¿por qué no? a la cultura de países hermanos”, expresa acerca de la competencia con los enlatados en inglés.
“Yo apoyo cualquier esfuerzo infantil que venga combinado con el respeto, la humildad, la alegría, la paz... en fin, que lleve los valores, el cuidado de la Tierra –que (el payaso) Remi se ocupa muchísimo de eso–, para que los niños puedan vivir en un mundo bueno, porque se lo merecen”, sostiene al mencionársele el nuevo canal Sonrisa TV, una iniciativa del payaso Remi y el mago Shabum.
Para Sandra Zaiter, el orgullo que siente por haber sido parte de Telecómicas proviene “no de lo que nosotros pudimos haber dado, sino de todo lo que recibimos del público, todo ese amor”.
“Esperemos que la sensibilidad, que era la base del programa, esa generación que creció con nosotros ayude a levantarla hoy día, porque realmente hace falta”, sentencia Zaiter.
“Definitivamente, Telecómicas escribió una página en la historia de la televisión puertorriqueña. A todos esos amiguitos que ahora están grandes, les envío un abrazo bien fuerte, que se porten bien todos y gracias por tantos momentos lindos”, concluye Dagmar.