Al principio del filme The Men Who Stare at Goats, luego de ver cómo un general del ejército de EE.UU. se estrella contra una pared tras intentar atravesarla utilizando sus poderes mentales, se nos informa: “Lo que verán es más verídico de lo que se imaginan”.

Hará bien en tener esto en mente cuando se entere por medio de la película sobre el supuesto e insólito proyecto del ejército estadounidense para crear “Jedis” (sí, igual que en Star Wars) soldados entrenados mentalmente con poderes psíquicos para combatir al enemigo pacíficamente. Sus habilidades incluyen “destruir” nubes en el cielo, distraer al enemigo con el brillo de sus ojos y hasta parar con una intensa mirada el corazón de las cabras, algo que de seguro será muy útil cuando las cabras nos declaren la guerra.

La película del director Grant Heslov aspira a ser una sátira política, al estilo de Dr. Strangelove o Wag the Dog, pero no consigue ser más que una floja comedia con buenas ideas diluidas a lo largo de hora y media. Cuando una cinta de tan corta duración se siente larga, es señal de que algo anda mal narrativamente.

El guión de Peter Straughan -inspirado en el libro de Jon Ronson- hace un buen trabajo de establecer el absurdo entrenamiento de los soldados y desarrollar a los dos personajes principales: el ex “Jedi” “Lyn Cassady” y el reportero que lo acompaña en su misión, “Bob Wilton”, interpretados por George Clooney y Ewan McGregor, respectivamente.

El dúo de actores realiza un estupendo trabajo en pantalla al igual que los actores secundarios, en especial Jeff Bridges como el líder del batallón de soldados psíquicos, y Kevin Spacey como otro integrante de los “súpersoldados”. Lástima que el libreto se queda sin gasolina a mitad de camino.

Mención aparte merece el trabajo del equipo de producción -en el cual trabajaron muchos puertorriqueños-, que consiguió efectivametne convertir varias zonas de la Isla en calles y hoteles de Irak y Kuwait.

Curiosamente, lo más gracioso del filme no son las ridículas cosas a las que somos expuestos, sino que al final no se nos hace tan difícil pensar que pudieron suceder tal y como se nos presentan. Esperemos que cuando las cabras ataquen, “la fuerza nos acompañe”.