Es evidente que cuando al director Rob Savage y a los guionistas Scott Beck, Bryan Woods y Mark Heyman se les dio la tarea de interpretar el cuento The Boogeyman de Stephen King en el que está basado esta película, no tenían idea de cómo hacerlo. Esto tuvo como resultado una composición fílmica a niveles de “Frankenstein” cinematográfico que pierde toda la profundidad metafórica que había desarrollado King.

Los guionistas, simplemente, no encontraron la manera de crear un villano que se diferenciara del personaje terrorífico ya establecido por el escritor en la novela IT: Pennywise.

Curiosamente, The Boogeyman sigue las mismas reglas que el famoso payaso: acechando a su presa para infligir un miedo del cual se alimenta, imitando voces y sonidos familiares y decorando su guarida con enredaderas negras.

Son pocas las diferencias que se pueden encontrar entre uno y el otro. Tal vez si el equipo detrás de The Boogeyman hubiese analizado el material original se hubiesen dado cuenta que la historia trata acerca del proceso de duelo luego de haber perdido un infante y las claras señales que se pueden detectar de que algo anda mal dentro de una familia antes de que una tragedia lo impacte. Este es el verdadero “Boogeyman” que expone King.

Lo único que mantiene el corazón de esta película es la actuación de la pequeña actriz Vivien Blair (Obi-Wan). Su carisma mantiene fresca cada escena en la que aparece. Con su trabajo honró y se unió al gran grupo de niños y niñas icónicos que han trabajado en aquellas películas de horror que conocemos y amamos. Blair resaltó particularmente en una escena que involucra luces de colores y la convierten en una superheroína navideña, pero eso es todo lo que diremos por el momento.

Para ser justos, The Boogeyman también consta con una utilización de iluminación interesante que le da buen contraste a las escenas de tensión y acción. Pero esto no es suficiente para rescatar un guion débil.