En plena época de fiestas, la carrera por comprar el último juguete de moda se extiende hasta el Día de Reyes. Y es que pocos recuerdan aquella época cuando jugar era más que sentarse frente al televisor con la última consola de videojuegos. Pero, hasta no hace muchos años, cualquier caja de cartón era la excusa perfecta para hacer un castillo o una casita.

De acuerdo con Calixta Vélez Adorno, profesora de historia de Puerto Rico, los juguetes artesanales se hacen “porque el ser humano tiene un gran poder de inventiva y porque, donde hay algo descartado, hay alguien que no lo considera basura, sino un objeto que se puede traducir en otro”.

Antes de que existieran el Xbox y las Bratz, existían las muñecas de trapo, los yoyos y los gallitos. Al llegar la Navidad o el Día de Reyes, los niños recibían, con muchísima ilusión, ese carrito que papá estuvo tres meses construyendo o la muñeca de trapo que la abuela cosió en sus ratos de ocio.

Los juguetes artesanales no han desaparecido, pero la competencia que enfrentan con lo último de las grandes jugueterías es feroz. Sin embargo, todavía hay quienes luchan por preservar ese pasado y recrean los juguetes de antaño con técnicas aprendidas de generación en generación.

El valor del juego

Vélez Adorno, autora del libro “Juegos Infantiles de Puerto Rico”, de la Editorial de la UPR, explica que “los juguetes hacen que los niños compartan, permiten que se conviertan en mejores seres humanos y mejores ciudadanos porque internalizan que todo en la vida tiene un orden, tiene un reto y debe ser divertido, a la vez que aprenden”.

Para la también folclorista, un niño que pierde una chiringa que él mismo hizo aprende lo que es el trabajo duro, la desilusión y el impulso de volver a intentar, más que si se la hubieran comprado en una tienda. “Cada niño trata de que su obra sea lo mejor posible y eso es adiestrarlos a la vida, que es una competencia constante con uno mismo”.

Con los juguetes artesanales, los niños aprenden destrezas motoras, desarrollan la imaginación y, además, reflejan sus habilidades, más que si jugaran con algo ya hecho.

“A través del juego se ve qué cualidades tendrá ese niño cuando sea adulto”, indica Vélez. “Si siempre quiere ganar, si siempre pierde o qué artimañas usó para no jugar, o, incluso, si tiene algún problema de salud, porque el niño que no juega debe estar enfermo. La niñez se hizo para jugar”, resalta.

Además de pulir la personalidad del niño, los juegos artesanales impulsan a compartir y competir sanamente. “Ahora, todo es individual”, lamenta Héctor Rodríguez, promotor artesanal de la Compañía de Fomento Industrial. “Los juguetes eran más educativos, no incitaban a la violencia y no había tanta obesidad infantil. Por eso, tenemos que fomentar este tipo de juguetes”, recalca el funcionario.

Hechos a mano

Rodríguez es consciente de que la empresa de mantener los juguetes artesanales vivos no es fácil. “La tradición se mantuvo hasta que llega el plástico y la inclusión de todo lo que nos llega de Oriente afecta grandemente a la industria artesanal”, indica el funcionario.

Si todavía te acuerdas de ese trompo de madera que te tomó semanas hacer o los gallitos con los que competías con tus amiguitos del barrio, es posible que puedas conseguirlos en las distintas ferias alrededor de la Isla.

“Los juguetes que se venden en las ferias son, mayormente, de uso, pero hay de colección, como carritos antiguos”, indica Rodríguez. El hecho de que sean artesanales no es sinónimo, necesariamente, de que sean caros. Todavía puedes conseguir un trompo o un balero por $5 y mantener viva una parte de nuestra herencia.

* Los días 12, 13 y 14 de diciembre se celebra el Festival del Petate en Sabana Grande, donde podrás conseguir juguetes artesanales. Además, en la Feria de Artesanías Bacardí, que se celebra este domingo 14, se reúnen unos 470 artesanos. Para más información sobre los artesanos de Puerto Rico, su trabajo y los juguetes que ofrecen, visita www.artesanosfomento.com.

Algunos juguetes que nunca pasan de moda

Balero: Este juguete se remonta a la época precolombina y está compuesto por un palo de madera con una copa en la punta, unido a una bola horadada a través de una cuerda, que debe ser resistente y lo suficientemente larga. El objetivo es ensartar la bola en la copa del palo. También, se puede usar una lata, en lugar de la bola.

Yoyo: Juguete inspirado en un arma filipina de hace más de 400 años. El yoyo que conocemos hoy día fue popularizado por el filipino Pedro Flores, que fue el primero en producirlos en masa. El juguete consiste en un disco de madera o plástico, con una ranura en el medio, a través de la cual se enrolla una cuerda. Con un movimiento vertical de la mano, el disco se hace subir y bajar.

Muñeca de trapo: Con un retazo de tela, aguja e hilo, se puede crear una muñeca al gusto de cualquier niña. La mayoría tiene cabello de lana y los trajes se hacen tan elaborados como los materiales disponibles. Vélez destaca que la muñeca de trapo puertorriqueña se distingue por tener las facciones bordadas, no pintadas, y los trajes llevan encaje.

Canicas: Las primeras canicas de las que se tiene récord se encontraron en una tumba egipcia y datan del año 3000 a.C. También llamadas metras, bochas o polcas, estas pequeñas esferas de vidrio, arcilla o metal, se usan para muchos juegos infantiles. En Puerto Rico, también se les conoce como chinos (Bayamón), velluditas (Ciales), cocoses (San Sebastián), bolitas de corote (Yabucoa) o salvajes (Barranquitas).

Trompo: También llamado peonza, el primer trompo del que se tiene conocimiento data del año 4000 a.C., donde se encontró un ejemplar a orillas del río Éufrates. El trompo es un objeto circular de forma cónica con una punta o puya, que se enrolla con una cuerda y se hace girar en el suelo. El juguete ha evolucionado con los años y ahora se consiguen trompos de plástico, trompos sin puya y otros que se hacen girar sin cuerda. En Puerto Rico también existen los trompos de higüera, que tienen dos hoyitos y que, al girar, silban.

Gallitos: Este juguete está hecho con la semilla del algarrobo, perforada por la parte plana, por donde se pasa una cuerda. El objetivo del juego es lanzar el gallito contra otro, sosteniéndolo por la cuerda, y buscando que se parta. Vélez narra que muchos niños cambiaban al último minuto su gallito por una tuerca, para ganar el juego.

¿Sabías que...

Los primeros juguetes de los que se tiene récord estaban hechos de materiales como rocas, piedras y arcilla? En Egipto, los niños jugaban con muñecas que tenían pelucas, brazos y piernas movibles, y estaban hechos de piedra y madera. En Grecia, los pequeños jugaban con muñecos hechos de cera o terracota, y también disfrutaban de arcos y flechas, y yoyos. (Fuente: Wikipedia).

Decoración original

En el centro comercial Plaza del Caribe, en Ponce, puedes admirar un árbol navideño de 30 pies de altura, decorado con diversos juguetes artesanales. En la decoración del mismo participaron los artesanos Carmen Jiménez -con caballitos, títeres, marionetas, muñecas de trapo-, Iris de Jesús - con muñecas de trapo-, Fernando Matías -que hace maracas, güiros y baleros-, Richard Cameron -con réplicas de carritos y aviones de madera-, Juan Rivera Méndez -que hace baleros y trompos-, Heraclio Cruz -también hace baleros-, Jaime Descals -con rompecabezas de madera-, Elizabeth Ruiz -fabrica maromeros, pistolitas, cañas de pescar y caballitos- y Ramón Igartúa -fabricante de juguetes de lata-.