Cuando el artista puertorriqueño Miguel Ángel Cruz Villanueva medita en torno a los símbolos de su existencia, en su imaginario brota  invariablemente el triciclo.

Y es que dicho vehículo de tres ruedas se proyecta en este hacedor de arte como  una herramienta para recorrer   su vida. El combate que le da al cáncer en el esófago, que padece hace dos años,  no le representa una pausa sino más bien velocidad. 

El triciclo y otras manifestaciones de los recuerdos y deseos de Cruz  están colgados hasta el 12 de junio en la exposición   Entretejiendo mi piel al alma, en la Galería 778, ubicada en el número 778 de la Ave. San Patricio en Las Lomas.

“Comencé a trabajar con un sinnúmero de temas, en términos plásticos, que giran en torno a inquietudes y pensamientos que he tenido desde mi niñez y de lo que para mí significa ser humano, las emociones y el diario vivir”, dice Cruz sobre el trayecto personal-estético que desembocó en esta muestra.

El  título de la exhibición  está cargado de reflexión ante sus dolores, sus  quimioterapias  y la cotidianidad. Gran parte de la exposición, asevera Cruz, guarda relación con “el dolor que surge al enterarme de la condición que vivo y cómo  me amarro a mí  mismo, a mi propio ser, para poder seguir caminando (y del) amarrarse a la silla del caballo y galopar hacia allá, como el Mio Cid”.

Reitera que fue “una locura” lo que experimentó cuando se enteró de que tenía cáncer. “La vida te cambia drásticamente. [...] Hay muchas cosas que he querido hacer y no he hecho. Decidí ponerme a trabajar respecto a esas cosas que no hice y, con eso, confirmar mi propia existencia”, admite Cruz.

Por ello, en vez de detener su vigor creativo  ante  el cáncer, el artista ha decidido enfrentar  con una profunda emergencia su cuerpo de trabajo. Cruz narra que “opto por no pensar en mi condición y ponerme a trabajar -aunque- con  la misma urgencia y  la misma hambre de dar y de compartir” su torrente de símbolos e imágenes.

La mirada de Cruz  irradia todo su hogar-taller en Río Piedras al confirmar la manera “visceral” en que enfrenta sus objetos artísticos. Su  vida no es ajena a esa filosofía...  

“Quizá he tenido estados negativos, pero cuando más negativo debería estar sería ahora, si es que estoy viviendo esta condición  porque no pienso en ella. A veces me digo, 'pero es que yo no tengo na' y continúo el diario vivir”, subraya mientras acaricia a su gata blanca posada en el sofá.

De viaje con su poesía visual

Tras la noticia de su cáncer, este artista  enfrentó cada lienzo vacío, cada color en su paleta y cada figura por esculpir con coraje y valentía a borbotones. La creación que acompañó esta etapa es precisamente la que configura a Entretejiendo mi piel al alma. 

El proceso creador “fue inconsciente y empezaron a florecer  imágenes y símbolos automáticamente y yo dejé que siguieran floreciendo. Comencé  a trabajarlos como una catarsis”, articula quien se pasea por el arte desde el 1972.

Como en varios artistas, los brochazos de Cruz les regalan a los espectadores  sus discursos y  estado anímico. Cuenta que mientras sus dibujos son suaves y más buscados, su pincel es espontáneo,  fuerte. “Hay gente que se asusta con mi trabajo. A  mí me llena. Otros se identifican y al verlo han llorado. Pero yo no pinto para nadie, yo pinto  lo que nace de mí. Mi continuidad es lo que sale”, remata con la emoción de sus manos.

Las nociones del  dolor o las  molestias se aniquilan de la conversación  ante la preparación del artista para su participación y presencia  en  el Latin View 2010 de Connecticut    así como el Mundial del Grabado de Chamalières, al sur de Francia, en septiembre y octubre, respectivamente. 

Para el alcance de estos compromisos, Cruz se encuentra vendiendo portfolios nutridos de cinco serigrafías para de alguna forma aliviar los gastos de ambas travesías fuera de su tierra. De acuerdo con el artista, asistir a las citas le produce enorme ilusión por  “compartir con los artistas” y con agradecimiento declarar “aquí está este jíbaro de Borinquen”.  

Nos despedimos de Miguel Ángel luego de sentir a  los “duendes” que le acompañan en su faena y de recorrer los pasillos de su hogar que destilan cuadros. Lo dejamos con un Pedro Albizu Campos reflexivo, las sillas  que en su obra se inspiran en    Silvio Rodríguez y las mujeres que se le antojan como la continuidad de la vida. Él los mira,  acelerando su triciclo.

Para comprar el portfolio y detalles de la exposición, llama al 787-783-6423, 787-473-4473 o al 787-473-4243.
  
Biografía

Miguel Ángel Cruz Villanueva nació en Bayamón el 10 de julio de 1954. Estudió en la Escuela de Artes Plásticas del Instituto de Cultura Puertorriqueña, en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de San Carlos, de  la Universidad Autónoma de México, D.F., y en la Universidad Autónoma de Xalapa, Veracruz. Ha impartido clases de arte a niños y brindado talleres a instituciones cívicas y benéficas del país.

La Cámara de Representantes  reconoció su obra  en el 2004 y Bayamón hizo lo propio en el 2005, en el Museo Francisco Oller. En el 2008,  expuso su obra en el Colegio de Abogados de Puerto Rico, donde se llevó a cabo  una actividad en su honor denominada Junte de amor por Miguel Ángel Cruz.  Desarrolla su obra en su estudio Taller El Josco, donde el amor a la patria, la vida y el arte confluyen.